Cachetada

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Desde el día de la carta no me he atrevido a mirar a Alonso. Sus amigos sí que me ven y se ríen y yo reprimo el impulso de salir corriendo.

Ese día llegué a mi casa y lloré.

Lloré horas.

Karen me había llamado para saber cómo estaba y con solo escucharme sorber por la nariz supo que no lo había tomado muy bien. Para ser ella estuvo tranquila, no me regañó ni me reclamó nada.

Alan ha sido al único que he aceptado regañarme. No quiero oír los reclamos de Nora ni las groserías de Ximena. Suficiente tengo con cargar la culpa.

─Freddy dice que no dejó que nadie más la leyera, no te preocupes –me calmó

─Pero ¿por qué sus amigos se ríen de mí?

─Es lo que hacemos, molestamos a nuestro amigo –se encogió de hombros.

Me recargué en su hombro.

─Quisiera ser valiente. De haberlo sido me hubiera quedado y...y no sé, pero no estaría sufriendo cómo ahora.

─Los hubieras no existen, hay que afrontar con la cara en alto. Además, tu no quisiste hacerlo desde un principio, te obligaron. Si Ximena no se hubiera metido... -bufó –en fin, no sé por qué te juntas con ellas.

─Son las únicas que me aceptan - me encogí de hombros –las otras siempre me sacan la vuelta cuando quiero hablar con ellas, así que dejé de intentarlo.

─Mónica es buena.

─¿Mónica? ¡Ja! Fue la primera en señalar algo malo de mí. Déjalo así Alan, dejé de luchar por eso hace mucho tiempo.

─Es por que te tienen envidia, ignoralas

─¿Envidia de qué?

─Eres muy bonita, Emma.

Me sonrojé hasta más no poder.

─Gra-gracias Alan.

─¿Y bien? ¿Ya son novios? ¿Se van a casar? –Freddy apareció como la peste. Sin que nadie lo invitara y arruinando momentos. –Lo siento, necesito hablar con Shakespeare.

Me tomó de la mano y me jaló, llevándome lejos de Alan donde éste negaba.

─¿Qué quieres Alfredo?

─De verdad me gusta tu hermana

─¿Y te aplaudo o qué? Deberías decirle a ella, no a mí.

─Es que no sé cómo –suspiró. Comenzó a caminar de un lado a otro –Miranda tiene carácter

─¿Enserio? No sabía.

─¿Quieres callarte? Estoy tratando de hablar.

─Nunca te para la boca, es eso siempre lo que haces. Hablas y hablas de tus penas cómo si fueras el único desgraciado en éste planeta. Si dejaras de ser tan egocéntrico a lo mejor Miranda ya se hubiera fijado en ti.

─Eres una idiota –se acercó mucho a mí. Nuestras caras estaban en la misma altura y faltaba nada para que Alfredo me quisiera estrangular –Ni siquiera sé por qué vine a ti, eres tan imbécil que ni siquiera sabes arreglar tus propios asuntos sentimentales.

─Más idiota tú. Si yo no sé ¿Qué vienes a buscarme a mí? Anda y ve a llorarle a tu madre.

─Estúpida

─Estás peleando como mujer ¿seguro que no eres homosexual? A lo mejor por eso Mira...

No pude terminar la frase.

Freddy me había dado una cachetada.



Hey, love [Alonso Villalpando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora