San Valentín

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Nunca he pasado un San Valentín con nadie y cada que pasa uno y vuelvo a estar sola, siento que cada año la posibilidad de estar con alguien se vuelve más imposible hasta que en un momento será nula.

Nora y sus amigas llevaron paletas y chocolates. Yo no llevé nada porque pensaba faltar ese día, por mi propio bienestar.

Alonso seguía con Michelle y no sentía nada. De alguna manera, verlo con tantas niñas me volvió inmune al rompimiento de corazón. No puedes dañar de la misma forma dos veces.

─¡Hola Emma! ¿Qué me trajiste?

─Hola Freddy, no te traje nada.

─¿Qué? ¿Es enserio? –Frunció el ceño- Que amargada eres, no porque no tengas novio significa que no tengas que regalar nada, yo acepto con gusto tus regalos.

─Ah, pero no traje nada, lo olvidé.

─No seas mentirosa ¿cómo puedes olvidar San Valentín? Es el mes del amor. –rodé los ojos- Eres la grinch de San Valentín.

─Sip.

Seguí caminando.

No tenía ganas de soportar sus niñadas, especialmente hoy.

Hace un año había mandado la carta que le mandaron a Alonso, hace un año supo no oficialmente que sentía algo por él.

¿Aún tendrá la carta?

─Hey, no me dejes hablando sólo.

Freddy me jaló del brazo haciéndome tropezar con un muchacho. Me disculpé pero a él no pareció importarle mucho.

─Quiero ir a comprar algo Freddy, me muero de hambre.

─No creo que mueras de hambre –alzó una ceja –te ves muy bien alimentada.

Me sonrojé e ignoré las miradas de los otros chicos. Seguí caminando haciendo oídos sordos a los llamados de Freddy.

Había llegado a la cafetería y me moría por comer algo.

─¿No te has preguntado que tal vez Alonso no se fija en ti porque comes más que él?

─Bueno –suspiré- eso es algo que a ti no te importa ¿verdad? Si yo tengo hambre, voy a comer.

─Ni porque te quería ayudar. –me dio un empujón en el hombro demasiado fuerte para mi gusto.

─No quiero la ayuda de un teletubbie.

Esperé una respuesta sarcástica u otra burla hacia mi físico, era algo a lo que te tenías que acostumbrar si eras amigas de Freddy.

Pero la burla no llegó.

En cambio Freddy jaló mi cabello tan fuerte que creí que las cejas me quedarían en la nuca.

─No me estás cayendo muy bien.

─¡Hey! ¿Qué te pasa amigo? –le gritó el chico que atendía la tienda

Me daba vergüenza voltear a ver a alguien, sentía las lágrimas en los ojos a punto de salirse y si Freddy me veía sería una burla más para él.

Estaba respirando dificultosamente y eso, para mala suerte de Freddy, impedía que pensara con claridad.

En dos segundos pensé en un plan: le doy una cachetada fuerte, le dejo marcado, le reclama a su mamá, ella viene a verme y yo le explico todo. Era un buen plan.

Y lo hubiera sido si hubiera conectada mis ideas con mis movimientos, porque cuando pensé en darle la cachetada ya había golpeado a Freddy en la boca del estómago dejándolo sin aire.

Me alejé un poco para verlo. Estaba doblado y se agarraba el estómago con fuerza. Las niñas que estaba por ahí comenzaron a burlarse de él, el chico de la tienda me ofreció unas galletas por el buen golpe y sólo alcancé a escuchar que Freddy me maldijo y me llamó estúpida más de quince veces.

Yo corrí.

¿Cómo le pude pegar a Freddy? Esa no era yo. No era Emma.

Cuando pasé los campos de futbol vi a Alonso llevándole globos y un oso de peluche a Michelle.

Todo se juntó y corrí al baño a llorar.

Lo bueno es que hoy llevaba mis lentes y no se me notaría tanto los ojos hinchados cuando mi mamá viniera por mí.

Hey, love [Alonso Villalpando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora