Bromas pesadas

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─Emma...¿vendrías por favor? –era Roberto, el niño que vivía embelesado de Viviana. Si ella le dijera que la llevara cargando, lo haría.

─¿Qué quieres?

─¿Quieres ser mi novia?

─No, déjame en paz.

Me regresé a mi asiento y continué con mi trabajo.

─Emma, cásate conmigo –siguió.

Aunque al principio parecía bastante serio ahora tenía su rostro de soy un chico muy gracioso.

─Emma, te están hablando –gritó Viviana, pero la ignoré.

─¿No vas a voltear? –Ésta fue Graciela, la siamesa de Viviana.

En realidad no son siamesas, pero se la pasan pegadas y hacen todo juntas ¿entienden?

─Te estamos hablando, ¿no nos vas a hacer caso?

Las ignoré. Era bueno en esto, pero no sabía que me costaría bastante.

Todo el día me estuvieron molestando con Roberto, Viviana y Graciela parecían mi sombra sin dejar de molestarme ¿qué tenía que hacer para que me dejaran en paz? Ya me enfrenté a ellas y sólo se rieron. Sólo quiero pasar todo tranquilo, sin que nadie me moleste, se burle, me jale el cabello...sin que nadie se burle de quién me gusta ¿es mucho pedir? Solo quiero que todo fuera normal.

─Hey, Emma –Alan me llamó.

La única cosa buena en todo el día. Estaba emocionada de que por fin hablara conmigo. No tenía idea de por qué dejó de hacerlo pero tal vez ahora podamos aclarar las cosas.

─¿Qué pasa? –le sonreí.

─Quiero decirte algo...

─¿Qué sucede? –fruncí el ceño.

─Lo que pasa...es que le gustas a mi primo.

Idiota. Eres un idiota Alan.

─¿Es todo lo que querías decirme? –él asintió, sin mirarme a la cara, encogiéndose de hombros y fingiendo desinterés. –Bien.

Me di media vuelta y me fui.



Hey, love [Alonso Villalpando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora