64. Te odia porque le gustas - Maratón 1/?

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Hace no más que un par de meses que tu vecino y compañero de clase Cameron comenzó a molestarte. A veces se sobrepasaba, pero tratabas de evitar mostrarle que te dolía. A veces eran pequeñas bromas o pequeños insultos, y otras veces, llegaba al extremo.

No sabías porque actuaba de esa manera. 

Para el viernes de la tarde, libre de deberes, fuiste al patio trasero a leer un libro a la sombra de un arbol. Desafortunadamente, Cameron era tu vecino de al lado y ahora mismo se encontraba con sus amigos.
Sólo que tu no lo sabías.

Al cabo de un rato, oíste un par de risas, pero las ignoraste. Segundos después, una lluvia de bombas de agua te atacaron, pero estas estaban llenas de pintura. Luego de un pintoresco baño, miraste con intensa furia a Cameron, quién chocaba cinco con sus amigos entre risas.

—¡¿Por qué tienes que ser tan estupido?!—exclamaste. Esta vez se excedió. Su sonrisa se borró y te miró—Te odio, Cameron Dallas—dijiste entre dientes y conteniendo las lagrimas de rabia. Entraste corriendo a tu casa. Jurarías que oíste a Cam gritar tu nombre. 

Te encerraste en el baño y pusiste la traba.

Cameron y tu habían sido -en un pasado aparentemente lejano- buenos amigos. Podría decirse que meojres amigos. Era una gran persona, pero de un día para el otro, cambió. Ambos dejaron de hablarse. Ambos dejaron de compartir momentos juntos. Ambos dejaron de ser amigos.

Oíste la voz de Cameron decir tu nombre a corta distancia. Un sollozo se te escapó, revelando donde te encontrabas. Acto seguido, oíste que intentaban abrir la puerta, pero la traba y tu peso contra ella lo impedían—Oye...

—Vete—dijiste dolida. Lo oíste suspirar y un pequeño traqueteo de la madera. Cameron se había sentado del otro lado de la puerta.

—Lo lamento—dijo—No quería lastimarte.

—Pues buen trabajo—te ahorraste el insulto. No valía la pena pensaste—Ahora dejame sola.

—No lo haré—dijo. Volvió a suspirar—No haría todas estas estupideces sólo para molestarte. Quería... quería llamar tu atención—. Te quedaste callada, por lo que él continuó—Jamás lastimaría a la chica que amo...

Te congelaste en tu posición. Abrazando tus piernas, te quedas atónita, pensando en lo que acababa de decir. Era lo último que considerabas ante el porqué de su comportamiento. 

—Me gustas, ¿de acuerdo?—dijo torpemente—Y fue una estupidez alejarme de ti. Y también fueron estupidas todas las cosas que hice.

—Los chicos son de hacer estupideces—dijiste rompiendo tu silencio y con un poco de mejor ánimo.

—Me alegra que hablaras—continuó—Sólo quería que sepas eso... y perdoname—oíste que se levantó y tu también lo hiciste. Destrabaste la puerta y te quedaste quieta.

—Espera—dijiste cerrando los ojos y apoyando tu frente contra la puerta—No. No te vayas.

—¿Qué?—lograste percibir un dejo de alegría en su voz, cómo si esperaba eso de algun modo.

—No me hagas repetirlo—dijiste con una pequeña sonrisa.


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Cameron Dallas ImaginesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora