Las orbes negras de la chica estaban clavadas en la persona frente a ella. Clavadas en el hermoso y malnacido rostro de ese hombre.
Ian.
—Tu—gruño con voz ronca, llena de rencor
—¿A quién esperabas estúpida?—pregunto el muchacho sonriendo
—al diablo, menos a ti
Ian se carcajeo, llenando sus sentidos de esa risa que había llegado a aborrecer tanto.
—Buen intento preciosa—su sonrisa se borró,—¿creíste que huirías por siempre?—ciertamente ella pensaba que si.—yo siempre te voy a encontrar—finiquito apretándole el cuello haciéndola jadear.
—Ah. ¡Suéltame!—pidió—¡Ian, suéltame!
El muchacho rodo los ojos ante el lloriqueo. No le había hecho tanto daño.
La soltó pero rápidamente atrapo su pequeño cuerpo entre la pared y el suyo, ella se echó para atrás casi queriéndose fundir con la pared, al ver la acción Ian sonrió de forma arrogante entonces, Jodelle se envaro alzando la barbilla y mirándole de forma altanera. Esperando a que el hiciera algo.
—que ni se te ocurra—siseo de forma amenazadora
Se apretó más contra ella sintiendo el calor de su pequeño, curvilíneo y casi desnudo cuerpo.
¿Qué tiempos eran esos en que las chicas asistían casi desnudas a estudiar?
Ignorando la mirada asesina de la pelinegra acerco su rostro al de ella, ah, como le gustaba hacerle enojar.
Le tomo el mentón con una mano acercándose un poquito más. La inteligente de Jodelle volteo la cara antes de que sus labios tocaran los de ella. Bufo molesto en su mejilla.
—Es un placer volver a verte—le dijo antes de alejarse y marcharse
—¡Maldito imbécil!—chillo mirando la espalda del muchacho
¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Qué quería? ¿Seguir fastidiándola?
Estaba que se revolcaba de la rabia por su causa, y más el hecho que el muy bastardo había intentado besarla. ¡Eso jamás! Nunca más dejaría que esos labios mal paridos se posaran sobre los de ella.
¿Por qué ahora? Se preguntó, porque justamente ahora.
Sasha camino por los pasillos en busca de su persona favorita. Lo encontró de pie, recostado en una de las paredes que conducía a los laboratorios de química.
Sonrió,
Gloriosamente bello Ryan la esperaba.
Ryan Becker era uno de los chicos más guapos, de cabello castaño claro, ojos verde musgo, piel blanca, y un cuerpo del cual muchos chicos envidiarían, era muy popular al ser el Coreback del equipo de futbol americano. Cualquier chica mataría por estar con él, pero era únicamente suyo.
—te ves hermosa—susurro en su oído cogiéndola por la cintura
Ella rio de forma tonta ante el comentario.
—Creí que le harías caso a tu amiguita—le increpo frunciendo el ceño
—No—respondiendo de forma tajante—ella puede decir misa, pero no va a ordenar los parámetros de mi vida
Días atrás Jodelle le había dicho, más bien exigido que terminara con su relación con él porque ese tipo de relación a la larga solo les traería problemas si algo pasaba, según su amiga, el muchacho podía ser la razón por la cual ellas podían terminar mal. Y le había dado opciones. Lo alejaba de ella o lo convertía.