Una segunda muerte

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Jodelle se sostuvo a uno de los pilares que sostenían el techo al sentir que bajo sus pies todo se sacudía, espero unos segundos antes de intentar moverse para buscar un lugar en donde recostarse hasta que todo dejara de girar tan violentamente, de nuevo un temblor sacudió la tierra haciéndole doblar las piernas que sintió que caería de bruces al piso pero los brazos que se aferraron a su cintura no lo permitió.
-¿te encuentras bien?
La pregunta susurrada que llego a su oído izquierdo tuvo la capacidad de erizarle la piel además de querer hacer como un gato, echarse hacia atrás de un salto.
Tan rápido como pudo trato de liberarse del brazo invasor que la retenía, desesperada trato de enterrar las uñas en la carne de esa persona hasta que el nuevo susurro de esa voz le aclaro el panorama.
-Jodelle, ¿Qué sucede querida?
-mamá
Fue en ese preciso momento, en el que contemplo el bello rostro, los ojos tan negros como los propios y la sonrisa amorosa de su madre que ella se dio cuenta del lugar en el que se encontraba. Las lámparas de gas colocadas en los lugares precisos para iluminar el salón en el que su madre amaba dar fiestas, los muebles de madera tapizados de colores oscuros y en el techo aun colgaba el adorno que cuando era una niña le había arrancado un capullo.
Esa era su casa.
Ella estaba en casa.
Las lágrimas picaron en sus ojos luchando por ser derribadas al verse rodeada de todo lo que conocía, al ver ese mundo del que se vio forzada a dejar.
-mama-susurro una vez más antes que la llana oscuridad le fuera impuesta a cerrar los ojos.

Jodelle abrió los ojos lentamente, milímetro a milímetro para evitar que como solía suceder al abrirlos de golpe la luz terminara cegándola además de marearla más de lo que ya estaba. Al abrir los ojos completamente admiro el rostro de su madre que la veía preocupada y anhelante como si hubiese pasado mucho tiempo sin verla, cuando realmente era ella quien los había dejado hacia muchos siglos atrás; ya no importaba porque al fin estaba en el lugar al que pertenecía.
-es una mujer muy terca, le dije que debería descansar y se reusó
-mamá-susurro con voz desigual lanzándose a los brazos maternos. Hundió la cabeza en su pecho, guardando dentro de sus memorias el cálido abrazo.
-Te comportas como una niña-le dijo acariciándole el cabello-¿Qué pensara tu marido si te ve actuando así?
-el pensara que es una mujer que extraña a su madre
Se tensó de pies a cabeza al escucharlo una vez más, debido a las emociones olvido su presencia. Suspirando con cierto temor y nerviosismo alzo el rostro solo para confirmar las sospechas.
Ian le miraba con una sonrisa en los labios y los ojos llenos de ternura, como ella lo recordaba, y esa fue razón suficiente para hacerla olvidar la horrible pesadilla que había vivido antes.
Porque todo había sido solo un mal sueño.
-¿Cómo te sientes?-le pregunto sentándose junto a ella
-Bien-apenas musito
Lo vio sacudir la cabeza con resignación regalándole una sonrisa indulgente.
-es natural. Estas preñada
Preñada.
La palabra reboto en su cabeza de un lado a otro como una esfera colgando de un hilo y que era sacudida por el viento. ¿En qué parte de la conversación se había perdido?
Recapitulando recordó a madre llamarlo su marido y la argolla de plata en su dedo anular le confirmaba que era cierto, entonces ellos...
-no debiste permitirle viajar, Ian-espeto su padre casi reprendiendo a su recién enterado esposo-el trayecto desde Inglaterra es muy largo y no es favorable en su estado
-sabes cómo es tu hija-respondió el pelinegro casi encogiéndose de hombros-es demasiado obstinada como para aceptar dócilmente un no, aún más si tiene el consentimiento de su medico
Jodelle alzo un poco para ver la irritación que se marcaba en la frente de su padre, de niña ella aprendió que esa era la señal que anunciaba aun Samuel molesto.
-Eres su marido-adjudico el mayor-puedes obligarla a hacerlo
-si-Ian acepto-podría hacerlo pero eso le molestaría, y tratar con una Jodelle irritable y molesta no es algo que me guste
-entonces le complaces todos los caprichos
-se podría decir
Jodelle rodo los ojos evitando hacer algún comentario, Ian raramente cumplía con todo lo que le pedía y menos si eso atentaba con su seguridad, como esa vez en que le pidió que la dejara participar en una cacería de zorros y se negó rotundamente, incluso si no se equivocaba habían tenido una pelea horrible por eso, tanto que él había salido enfurecido de la recamara que compartían azotando las puertas.
-Te equivocas padre-dijo con voz suave ganando la atención del pelinegro-mi querido esposo no siempre me deja hacer lo que le pido. Deja de hacer eso-dijo a su marido cuando le dedico esa mirada que advertía que después pagaría-no me intimidas
-estoy seguro que no-susurro contra su mejilla
Un escalofrió le recorrió el cuerpo al sentir el suave beso en su piel, de pronto se sentía mareada y mucho más cansada de lo que antes se había sentido.
-Me gustaría descansar-musito llevando ambas manos al vientre donde ahora sentía una enorme pesadez- ¿podrías acompañarme a la habitación?
Ian frunció el ceño al ver el rostro cansado de su mujer y de cómo su respiración se volvía cada vez más lenta y aunque ella no se quejara era consciente de que algo estaba pasando dentro de su vientre, seguramente la criatura estaba haciendo su demanda.
-vamos
Sujetándola del codo la ayudo a ponerse en pie.
-¿Quieres que te cargue?-pregunto
Ella negó.
-lamento estropear la fiesta, padre-Jodelle se inclinó hacia su padre para darle un beso en la mejilla, en ese momento el instinto le exigía que alejara a su mujer del hombre, de cualquier otro hombre aunque este fuera su padre, así que antes de arrancarla de su cercanía dejo que ella terminara lo que hacía-Feliz cumpleaños
Rodeándola con un brazo por la cintura la ayudo a andar desde la salita al pasillo que conducía a las habitaciones. Las escaleras las subieron en un imperturbable silencio, debido al cansancio su esposa no había pronunciado ni una sola protesta cuando la tomo entre sus brazos para cargarla, ella solo había pasado sus brazos delgados alrededor de su cuello y acomodado la cabeza contra su pecho.
Por otro lado el silencio de Ian se debía a la molestia que sentía hacia él, a ella.
Se suponía que no iba a preñarla, no todavía.
Eso era culpa de ella, aunque no toda, para alguien como él era inevitable que la naturaleza intentara reproducirlo cuando encontrara a su pareja, aunque él le había proporcionado la infusión de hiervas que evitaría la concepción ella la había dejado simplemente porque tenía un sabor repugnante e Ian no se enteró de eso hasta que confirmaron que sería padre.
Si jodelle hubiera sido consiente de en lo que se estaba metiendo no habría cometido semejante estupidez.
Suspiro frustrado.
-¿Estas molesto?-susurro Jodelle cuando se pararon frente a su habitación
¿Molesto? Molesto era poco, pensó.
-No-respondió acomodándola mejor entre sus brazos
Apartando el edredón color vino la coloco suavemente en la cama, aunque tenía los ojos cerrados las ascensiones irregulares de su pecho delataban que aún estaba despierta.
-¿es por mí? ¿Por insistir en hacer el viaje?
Ian guardo silencio a los cuestionamientos de su joven esposa, porque realmente se había negado al viaje sin embargo término por ceder después del berrinche que había armado. Debió mantenerse firme, si hubiera sido listo en ese instante estarían en Inglaterra y no en Bulgaria con ella enferma.
Sus pensamientos fueron distraídos al sentir pequeños y suaves besos de mariposa en su cuello, los delgados brazos de la morena tratando se quitarle la chaqueta; los besos siguieron aumentando de intensidad entre protestas susurradas porque sus ropas no cedían. Sonrió sin mover un musculo para ayudarla, solo dejo que ella siguiera atacando la piel expuesta de su cuello.
-¡esto me estorba!
De nuevo volvía a tirar de los botones que no cedían ni un poco. Un poco ya desesperado en un movimiento limpio la tomo de la cintura, tumbándola en la cama.
-¿Quieres que te haga el amor?-pregunto seriamente
Jodelle se mordió el labio inferior antes de asentir con las mejillas sonrojadas
Si había algo que Ian realmente amaba eran las largas sesiones de ardiente y lujurioso sexo con su mujer. Le encantaba hacer de la pequeña y dulce niña una fiera salvaje, verla retorciendo en la cama suplicando por más, enorgulleciéndose de ser el único que conocía esa parte de una "dama" como la condesa Harriet.
Inclinándose fue hasta su boca, besando lentamente, delineándole los labios con la punta de la lengua persuadiéndola a separar los labios, algo que ella no negó. Rápidamente el inocente beso pasó a ser uno más pasional, cargado de deseo, su lengua ávida no dudo en penetrar la boca de la chica e iniciando en una batalla de lenguas, saliva y obscenos sonidos. Bajo por la mandíbula dando besos hasta llegar al delgado cuello donde dejo más de una marca visible.
-I-Ian-Jodelle arqueo el cuello dándole más acceso, aprovechando el momento metió una mano debajo del montón de telas absurdas del vestido, rozando las yemas de los dedos en el interior del muslo izquierdo.
-¡ah!
Al escuchar el quejido se apartó de inmediato, ese no había sido un gemido de pasión sino uno de dolor, uno que sin duda bajo su lívido.
-¡Mierda!-gruño frustrado y molesto mientras se alejaba
-y-yo lo siento
Mesándose el cabello volvió a verla, tenía los ojos cerrados, las manos aferradas en el vientre como si de esa forma protegiera a la criatura en él, la palidez era más que evidente mientras que su frente estaba perlada en abundante sudor. Respirando profundo trato de tranquilizarse, volvió junto a ella sentándose en un costado del colchón le coloco la palma de la mano sobre la frente, estaba fría.
-Abre los ojos-dijo con suave voz-Mírame, Jodelle
Inmediatamente la chica abrió los ojos.
-¿Hay dolor?-asintió sin despegar los ojos de el-¿quieres que lo alivie?
De nuevo asintió.
Uso su voz seductora y persuasiva para mantenerla en el trance en el que estaba sumida. Al verla tan sumisa no dudo en rasgar con una uña la muñeca derecha acercándola a los labios de su mujer.
Los ojos de la pelinegra se abrieron más grande, los ojos se volvieron más oscuros con las pupilas dilatándose inmediatamente al ver deslizarse la rojiza gota.
-Bebe-ordeno
En un segundo ella se abalanzo sobre el sujetándole el brazo con ambas manos llevándolo a sus labios no dudando un segundo en chupar cuanta sangre pudiera dejar escapar aunque varios hilos sangrientos se deslizaban por la barbilla perdiéndose en la tela del vestido donde quedaban impregnadas.
-Sigue así-alentó. Debía hacerla beber cuanto pudiera, esa era la única forma en que la criatura saciaba su sed, era la manera en que dejaba a Jodelle por un tiempo sin consumir sus energías, algo más frecuente según pasaba el tiempo.
Después de varios segundos finalmente callo rendida, profundamente dormida. La acomodo en la cama sin moverla mucho al quitar el enorme vestido que uso en la fiesta.
Por varios minutos se la quedo viendo, el semblante pacífico y despreocupado.
-Lo siento,-murmuro-tendré que hacerlo antes de tiempo
Definitivamente si no quería dejarla, sus planes para con ella debían ser adelantaos.


Jodelle sonrió coquetamente a su marido mientras se apoyaba contra el busto que alguna artista había hecho en el jardín delantero de la enorme hacienda. Tomando un mechón de cabello lo enrollo en el índice, componiendo una de sus mejores sonrisas en los labios.
-hola-saludo inclinándose levemente en modo de reverencia
Una risilla se desbordo al ver la escrutiñadora mirada que el pelinegro daba sobre su cuerpo, como si detallara en ella hasta el más insignificante detalle. La miro de arriba hacia abajo, ida y vuelta incluso comprobando que hasta el último cabello negro estuviera acomodado en su lugar.
-¿Por qué me ves así?-inquirió curiosa
Los ojos negros.
-no soy ningún estúpido, Jodelle
-jamás lo he creído
-entonces no intentes hacérmelo parecer. ¿Creíste que no me enteraría?
Trato de replicar pero la fría mirada del pelinegro la dejo calladita.
-te dije claramente que no montaras y ¡haces todo lo contrario! Dices amar a la criatura que llevas dentro sim embargo te comportas de forma irresponsable.
-yo amo a mi bebe-llevo las manos a la leve elevación en el vientre, como si asi pudiera protegerlo-pero es absurdo que me quede encerrada sin hacer nada. Ian cada vez me siento mejor, desde que...-
-haz lo que te venga en gana, Jodelle
Jadeo incrédula por la forma en que había sido tratada, como si hubiese cometido el peor crimen del mundo al salir al montar por unas horas, para ella era realmente cuestionable el enfado de Ian ya que desde hacía varias semanas su salud estaba bien, ya no solía estar cansada al punto de sentir que moría, no desde que habían regresado acaso.
Eso era un poco extraño para ella, todas las mañanas solía despertar con la ropa manchada con leves gotas de carmín, cosa que su esposo adjudicaba era a causa del brebaje que todas las noches bebía para fortalecer la salud, pero ella no recordaba nada de ello y de igual forma Ian decía que debía ser a casusa del extraño líquido que también le causaba largos episodios de hambre, una que no se calmaba aunque consumiera grandes cantidades de comida.
Sin embargo ahora se sentía menor que antes, incluso mejor que los años antes de su actual edad.

Jodelle corrió desesperada por los pasillos de la casa, su corazón galopando como loco dentro del pecho. Apresuro más el paso conforme avanzaba a las puertas cafés del despacho.
Desde la maña en que abrió los ojos la angustia se apodero de su cuerpo, es como si estuviera segura de que algo malo iba a pasar.
-Ia...
Las palabras murieron en su boca al sustituirlos por un quejido de dolor al sentir como era tirada del cabello con brusquedad. Araño los brazos de quien la arrastraba pero no consiguió soltarse, solo el que fuera maltratada.
Un dolor punzante le lleno al dar de lleno contra el filo del escritorio de madera. Jadeo buscando aire mientras se recomponía pero el ardor en la parte baja del estómago la hizo chillar más fuerte.
-a-ayúdame-suplico
Le sujetaron el brazo con fuerza para dejarla con la espalda en la madera, creyó que sería ayudada pero no fue así. Esos ojos le dijeron que no era asi.
-Ian
Sus ojos estaban rojos y el rostro un poco distorsionado por la terrorífica expresión que había en el, pero no era eso lo que más la asusto sino las gruesas líneas de líquido rojo que corrían de las comisuras de los labios por la barbilla hasta terminar manchando la pulcra camisa blanca.
-¡ah!
El dolor en el vientre que denotaba la pérdida de su bebe fue opacada por el dolor en la piel donde esta era penetrada hasta llegar a las venas. Trato de soltarse y huir lejos del monstruo, solo consiguió más dolor al escuchar el rompimiento de los huesos de los antebrazos.
En un momento perdió el sentido del dolor cuando todo comenzó a volverse borroso, cuando su cuerpo se enfrió y el corazón dejo de latirle.

Había dolor, como alfileres penetrando cada órgano mientras la sangre corría velozmente por las venas, quemando todo a su paso. Chillo con pena y angustia tratando de alejarlo pero simplemente conseguía que todo aumentara de nivel.
Ella conocía la sensación.
El aire entro de golpe en los pulmones, su espalda se arqueo en un ángulo extraño mientras unas manos se aferraban a sus brazos conteniéndola en el lugar para seguir penetrándole la yugular.
-ah
Abrió los ojos de golpe sintiendo más palpable el dolo, una cabellera negra que mantenía escondido el rostro en su cuello mientras se alimentaba.
Había muerto de nuevo.


Ya se que no tengo perdon!!! He abandonado la novela tanto tiempo, no se que me paso, pero bueno aca estoy con capitulo nuevo.
Muchas gracias a todos los que aun votan, agregan a listas de lectura o simplenente leen, sin ustedes seguir con ella no seria posible

Ahora si, a leer!!!
No se olviden de comentar o regalar un votito ;)

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