Capítulo 15
Ian miro con fastidio el móvil entre sus manos manchadas de sangre. Lo interrumpían cuando tenía cosas importantes que hacer.
La pantalla se ilumino de nuevo, con el número de la mejor amiga de su tormento, como había conseguido el número, era mejor no averiguarlo.
— ¡Joder!—mascullo ante la insistencia
Medito durante varios segundos el sí debería atender o no la llamada. Realmente no le apetecía contestar, si escuchaba la voz de la mujer solo lo cabrearía más de lo que ya estaba.
“zorra, cínica”, pensó.
La descarada había pasado parte de la mañana besuqueándose con un desconocido, como si fuese una adolescente con las hormonas alborotadas, bueno, teóricamente ella era una mujer más que adulta atrapada en el cuerpo de una adolescente, aunque eso no la excusaba de su mal comportamiento. Lo que la mujer necesitaba era un par de nalgadas como la niña malcriada que era.
Sonrió al imaginar la escena. Jodelle vestida únicamente con unas braguitas rosas y una coqueta colita de conejo en ellas, tendida sobre sus rodillas mientras su mano se deleitaba dando suaves palmadas en ese redondo y firme trasero.
¡Maldición!
Tenía que encontrarse pronto a una mujer con la que desfogar.
Aunque lo que el necesitaba era a Jodelle tendida en una cama, dispuesta para lo que él tenía que hacer. Considéralo un deber patrio, pero él tenía que volver a poseer a esa mujer.
El móvil timbro una vez más crispándole los nervios.
— ¿Qué quieres?—preguntó de mala gana
— ¡Ven!—pidió la muchacha al otro lado del telefono
Frunció el entrecejo, la voz de la mujer era alarmada
— ¿Qué está pasando?—pregunto al escuchar varios gritos
— ¡Ven!—repitió de nuevo—se está lastimando
No necesito una palabra más para saber de quién le hablaba, los gritos le terminaron de confirmar quien estaba en mal estado.
¿Qué estupidez estás haciendo, Jodelle?
—iré en cuanto me desocupe
Escupió sobre el sanguinolento cadáver del humanito al que había despedazado. Se movió a velocidad luz recolectando ramas y secas y todo lo que le sirviera para cubrir los restos, no es que le importara mucho que lo encontraran o no, difícilmente lo reconocerían a menos que le hicieran un ADN; se había encargado de darte la muerte que se merecía por meterse con lo que no le pertenecían, con lo que era de otros. Todo por ella.
Nuevamente jugaba al asesino por ella.
Esa mujer se había estado portando muy mal desde hace mucho tiempo, ya había tenido demasiada libertad, para su gusto. Entregándole a otros todo lo que le pertenecía a él, ella.
Gruño al recordar el día en que se reunieron en el almacén, de cómo su cuerpo había estado tenso, como las cuerdas de una guitarra ante la idea que él, se enterara de su pequeño secreto. Solo un estúpido no se habría dado cuenta que el olor de ella y de Vincent Daniels estaban mezclados.
Tuvo que hacer hincapié en todo su autocontrol para no golpear al hombre al instante, o peor, terminar lastimándola a ella, y eso era algo que no se iba a permitir de nuevo, lastimarla sin que ella misma lo buscara.
¡Ah, pero ella no dejaba perder oportunidad!
Todo esto tenía que parar, y pronto.
Amanda entrelazo las manos nerviosamente cuando un nuevo grito se escuchó en toda la casa. Después de haber salido de la escuela Roxan, Pía y Jodelle se habían encerrado en la habitación de la última, con expresas órdenes de que nadie por ningún motivo entraran a interrumpir, vieran lo que vieran o escucharan.