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No tenía claro cual era la mejor manera de decírselo, aunque ella no iba a estar de acuerdo de ninguna manera que tratara de explicarle, entonces me tumbé en la cama con ella y la miré fijamente.

—Voy a bajar en cuanto lleguemos.

Después de el almuerzo me decidí en hacerlo. Había ido a hablar con el Capitán, de Tortuga a Honduras no era mucha distancia, sólo un día navegando y ya nuestra llegada estaba a la vuelta de la esquina. Le había pedido que por favor me dejara quedarme, pero me contó lo que los nuevos tripulantes decían de nosotros, venían de lejos nada más para conocernos y unirse a la piratería, que eramos conocidos por ser un hombre y una mujer al mando, éramos famosos y temidos en los siete mares. Una mujer, sólo una, y esa era yo.

—Si esa gente sabe quienes somos, lo más seguro es que si te quedas suban al barco a encontrarte, y no se podrá hacer nada si te pasa algo malo, o alguna de las mujeres que están a bordo.

Tenía mucho sentido lo que decía, si bajaba con ellos podría estar segura de que a Camila nada le pasara, al igual que a mis amigas Marta e Izolda. Y no estaría sola, Ethan me juro por Emily que estaría pegado a mi no importa el que. Claro que él había revisado las cartas de navegación y no se veía un lugar muy peligroso y defensivo como era Maracaibo, pero las señales de alerta no estaban de más.

—No.

—Es lo mejor, yo estaré bien te lo prometo.

—Iré contigo entonces.

—No Camila, eso si sería peligroso, debes quedarte aquí para que estés a salvo.

—¿Y tú? ¿En que lugar estas a salvo?

—No intentes engañarme con esas preguntas, sabes que contigo estoy a salvo en cualquier lugar, pero no me conviene quedarme. Recuerda que Ethan prometió defenderme de lo que sea y de quien sea.

—Dios Lauren, es tan difícil, por más bonito que lo pintes no me cabe en la cabeza la idea de tu allá afuera corriendo peligro, odio tanto esto— se veía muy frustrada mientras pasaba su mano por su frente.

—Yo también lo odio, pero piensa que en poco tiempo ya estaremos en un lugar tranquilo, donde el mayor ruido sea el viento y el mayor peligro seamos tu y yo viviendo al máximo.

—No quiero pensarlo, quiero que ocurra, deja esto ya antes de que sea tarde y algo malo pase.

—Lo haré, créeme que lo haré— me moví mucho más cerca y junte mi frente con la de ella, respirando su mismo aire con la esperanza y las ganas de que no fuera la última vez—. Yo voy a volver, porque mi vida está unida a la tuya y no voy a romper ese lazo allá afuera.

—No vayas por favor— sollozó en mis labios—, tengo un mal presentimiento, lo siento aquí, en mi pecho— tomó una de mis manos y la llevó hacia su pecho, donde latía su corazón con fuerza—. Quédate.

No sabía que más decirle, no es como si quisiera irme no obstante haciéndolo la estaba protegiendo de que algo malo le pasara. Si le contaba que estaba tratando de protegerla yéndome no lo tomaría bien, trataría de ponerse adelante de mi para impedirme que me fuera.

—Tengo que ir. No temas por mi, yo estaré bien— le decía para que lo creyera, ella no lo creyó como tampoco yo lo hice—. Ya casi llegamos, no quiero irme y dejarte llorando.

—Entonces quédate y hazme reír— sugirió con una voz pequeñita—. Digas lo que digas no estaré tranquila

—Tienes que confiar en lo que te digo, yo, Lauren Jauregui, prometo regresar sana y salva a los brazos de mi amada para estar unida a ella para la eternidad, no pienses en cosas malas, piensa en los felices que seremos.

Mar Dorado | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora