43

15.6K 920 378
                                    

—¿Estás segura de lo que viste?

Por supuesto que lo estaba. Subí  a por mi parte del asalto, la cual si me importaba esta vez. Al principio no lo noté, era normal que el Capitán quisiera comer en su cámara después de un largo día, y mientras él buscaba mi parte lo vi. Un plato, que estoy segura de que tenía un órgano, uno humano, porque no teníamos animales a bordo, los hubiera escuchado morir, acompañando de cuchillo y tenedor a los lados junto a otro plato con cosas rojo oscuro, no muy segura de lo que era, pero confirmaba mis sospechas, él estaba comiendo cosas crudas, cosas crudas pertenecientes a otros humanos, estaba comiéndose a otra persona.

En cuanto me dio un pequeño saco me despedí educadamente agradeciéndole, y cuando salí lo primero que hice fue ir corriendo a vomitar por la borda al oscuro mar casi a la luz de la luna. Vomitar era horrible, sientes ese ardor en tu garganta y ni hablar del sabor que deja en la boca.

Pasé por nuestra cena, sorprendiéndome un poco.

—Hay que regular las raciones si queremos estar tantos días a la deriva. Lo mismo con las frutas, probablemente para mañana no pueda hacerle ningún jugo— era lo que me había dicho Marta.

Esto no podía pasar en un peor momento, no es culpa de Marta en absoluto que tengamos que compartir nuestro plato, ya veía algo de esto venir, lo que me preocupa es que mi Camila está gravemente herida.

—¿Crees que te mentiría con eso?

—No creo que me mientas, y tampoco digo que lo hagas, sólo quiero saber si estás realmente segura de que viste eso.

—No estoy loca, yo lo vi, iba a comer eso— levanté la voz, yo lo vi, yo lo vi.

—Ya mi amor, no te alteres, si dices que lo has visto es porque es verdad, te creo— con su dedo jugó con con mi barbilla, tratando de acercarme hacia ella ya que ella no podía moverse mucho.

—No voy a dejar que me beses, se me ha revuelto el estómago y he vomitado— la detuve antes de que me jalara e hiciera fuerza.

—No me importa, dame aunque sea uno pequeñito, así pequeñito como yo— se señaló a ella misma junto con una de sus hermosas sonrisas.

—Sólo uno pequeñito— la convencía para convencerme a mi misma.

Me acerqué muy rápido para dejarle un beso pequeño justo como ella me había pedido, fue casi un roce, ni yo misma me besaría después de haber vomitado.

—Quiero abrazarte, siempre quiero abrazarte y apretarte ¿Qué tan raro es eso?

—No creo que sea raro, me pasa todo el tiempo, eres como algo que me atrae con tan sólo respirar, supongo que eso pasa cuando estas enamorada.

Fui por el plato y el vaso de jugo, el cual había dejado en el escritorio como una demente en cuanto entre, necesitaba contarle lo que había visto para no volverme loca.

—Puede que tengas razón, porque desde que te conocí separarme de ti es lo más parecido a una tortura— tomé lugar junto a ella después de dejar el vaso de jugo en la vieja madera, acaricié su rostro, es increíble lo que siento con tocarla—¿Ya comiste?— se notaba algo de tristeza en sus palabras, que a mi parecer es porque siempre comemos juntas.
—De hecho, este plato es para ambas, veras, tenemos que disminuir el consumo si queremos comer al menos dos veces al día, así que tendremos que compartir— expliqué de la mejor manera posible, la comida es su punto débil.

—No hay problema, vamos a compartir nuestra vida juntas, podemos empezar por compartir un plato de comida— se acomodaba en la almohada mientras me lo decía.

Mar Dorado | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora