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Zarpabamos dentro de nada, Camila y yo nos encontrábamos desayunando pan con café en la habitación que nos correspondía en la mansión. Después de esa noche la estadía se hizo un poco tediosa, Camila rechazó la oferta de Samuel en dos ocasiones y éste pareció rendirse, lo que me alivió mucho, porque por alguna razón me daba rabia que de dirigiera a ella, quizá es el hecho de que quiera pretender a una mujer estando casado. Comencé con esa rutina de no hacer nada, y hubiera estado al borde de morir de aburrimiento sino hubiera sido por Camila.

Algo cambió para que ahora tengamos a nuestro poder 16 barcos y 1600 hombres, cuando caminábamos por la calle para adentrarnos en el barco comandante no sabía quien era ciudadano y quien era tripulante. Tenía el mismo camarote, y Samuel insistió en que me quedase con todas las ropas que me ofreció a lo que terminé aceptando disimuladamente sin mucha gana pero la verdad es que me encantaba la idea. Ahora en nuestro barco habitaban unas 260 personas, contando a la vieja tripulación. Al enterarse de que yo era una de las personas a cargo se alarmaron como hicieron todos al principio, incluso muchos quisieron bajar puesto que no aceptarían ser dirigidos por una mujer. Idiotas.

Según el señor Nau teníamos todas las de ganar, más cantidad y nuestra llegada inesperada está en nuestro favor, pero yo no me fío de eso. De acuerdo a las coordenadas atacaremos entre Maracaibo y el puerto se Gibraltar, destruirán todo e invadirán el lugar, no me incluyo en ese paquete porque aunque sea parte de esto no pienso dañar a nadie.

~●~

La llegada estaba cerca, ya lo habían anunciado.

Estaba en el camarote con Camila, no sé donde meterla para que no le pase nada, está en peligro en todos lados y eso es algo que me preocupa. En esta situación ni yo misma puedo cuidarme y estoy pensando en cuidar a Camila, que ironía, aunque la idea de dejarla en casa del Gobernador hubiera sido más peligrosa que la de traerla.

—Lauren deja de moverte, voy a estar bien— dijo la pequeña.

Sí, he estado caminando de un lado a otro pensando en que hacer, he estado así desde esta mañana en cortos lapsos de tiempo, no es para tanto.

—No lo sé Camila, yo misma me paralice cuando estuve en el ataque de cañones anterior y este va a ser peor, lo presiento.

Ella estaba sentada al pie de la cama y me posicione frente a ella de pie para verla. Tenía una pinta relajada, como si esto se tratara de algún juego, hasta en un momento me pareció verla reír, parecía hasta divertirse con todo esto.

—Esto es serio, no puedes tomarte estas cosas como bromas— y una molestia surgió en mi, quiero cuidarla, protegerla, y a ella parece darle lo mismo.

—No puedo evitarlo, tú eres la que causa esto— soltó su risa, que estoy segura que estaba aguantando. Y por más angelical y armoniosa que me parezca estos no son momentos para reír.

—Eres imposible, inconsciente, es que no te das cuen...

En ese momento un gran temblor nos interrumpió, haciéndome caer hacia adelante, encima de ella, de una forma aparatosa, dolorosa. Subí la mirada y me encontré con su boca. Nuestros labios se estaban rozando levemente y nuestras miradas estaban pegadas la una de la otra. En ese momento no sentí ningún temblor provocado por lo que sea que haya sido, sólo sentí una especie de hormigueo en mis labios y una presión en mi estómago. Moví un poco mi cabeza, aún mis labios estaban cerca de los de ella y lo sentí, la misma sensación agradable y rara de hace un momento. Ella no se movía ni decía nada, miraba mis ojos como yo los de ella, un color rosa empezaba a formarse en sus mejillas. Sin querer evitarlo repetí la acción, mis labios habían hecho contacto con los de ella de arriba a abajo y al separarme un poco note el suspiro que salia de ellos. ¿Debería besarla o sería muy extraño? Pero que tonterías digo, ni siquiera sé como hacerlo y ya lo estoy pensando, no hago nada bien, solamente había visto a mis padres besarse unas cuantas veces y a mi hermana Taylor el día de su boda, parecía algo realmente complicado. Y si la besaba qué implicaba eso. Me gusta sentir sus labios, y me tienta el saber como sería besarlos, es una sensación que nunca había experimentado.

Mar Dorado | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora