Preguntas, preguntas y una mente abatida

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Me acosté en la cama y volteé a ver a mamá.
>>Así que era esto lo que mamá lloraba cada noche<<
No pude volver a dormir. ¿Mamá conocía a sus padres? Es decir, ¿sus verdaderos padres? Me puse a pensar y en verdad sería difícil (sabiendo esto) vivir así. Por primera vez sentí compasión hacia mi madre. Extrema compasión acompañada de lástima inmensa.

-Buenos días Libia- Dijo mi madre. Yo tenía una cara demacrada. No dormí en toda la noche y el cansancio estaba empezando a surgir.
-Buenos días- respondí de mal humor y sentándome a devorar el desayuno que mi mamá había preparado.
-¿¡Julián!?- gritó mi madre en dirección a las escaleras- ¡Ve a dejar hoy a las gemelas por favor!- se volvió a mi- tengo que irme. Roland me llamó, algo pasó en el trabajo. Debo irme ahora.- se dirigió a la puerta, me lanzó un beso y salió de casa. La extraña vecina, se topó con mi madre. Emilia, así se llamaba, al igual que la mujer del 221. Sí, aquí había demasiadas coincidencias. Quedó mirando a mamá y soltó el bolso que llevaba en las manos. Actuó como si acabara de ver un fantasma. Entró corriendo a su casa y miró con sigilo desde la ventana.
>>Tu<< parecían decir sus ojos, no pude descifrar qué emoción descargaban en el rostro de mi madre, ella solo la miró con extrañeza y levantó la mano a modo de saludo. Siguió con su camino.

  Julián me dejó en la parada de autobús, me despedí de de mis hermanos y subí a el camión que me transportaría a esa asquerosa escuela. Mientras viajaba, abrí la libreta que mi hermano me había dado y comencé a leer todas aquellas cosas que olvidaba y, recordé haber hecho una lista de todas esas personas que quería al mismo tiempo que mi mente intentaba colorear su rostro y así recordarlos siempre.

- Tía Reneé (Madre de mamá)
-Abuelo Michael (Padre de mamá)
-Lotty Berton (Mi mejor amiga desde jardín de niños)
-Adam Berton (Hermano mayor de Lotty)
-Samuel Ronson (Un idiota que recuerdo simplemente para poner a trabajar mi mente, no es nadie importante)

Antes de entrar al salón de clases, repetí (como lo hacía todos los días) el día y la fecha exacta que llevaba en ese lugar
10 meses 2 semanas y 4 días

Por la noche, mientras terminaba la tarea y ayudaba a mis hermanas, alguien llamó a la puerta: Era Emilia. La vecina de la casa 213. Mil pensamientos atravesaron mi mente y lo primero que hice fue gritar el nombre de mi hermano.
¿Vendría a reclamarnos la intromisión en su casa?
¿Me cuestionaría los papeles aventados en el cajón?
¿sabría lo de la cita con Aarón?
La miré con los ojos bien abiertos. Las manos me sudaban y mis piernas a penas lograban sostener mi cuerpo. Noté otro detalle en ella. Ya no estaba desarreglada, venía muy elegante con un vestido amarillo, una coleta delicada y bien sujeta y unas zapatillas a juego con el listón que envolvía su cola de caballo.
-¿Está su madre?- preguntó
>>Ahora sí, estoy en problemas<< pensé.
En ese momento Julián bajó corriendo las escaleras y al ver a la mujer, tuvo la misma reacción que yo.
-¿Puedo pasar?- volvió a preguntar con voz serena. La dejamos entrar, le ofrecimos un vaso de agua, preguntamos por sus hijos mayores y mi madre llegó unos diez minutos después.
-¿Así que hay visitas?- dijo al entrar, en seguida, Emilia se levantó y se presentó ante ella.
-Buenas noches señora Cooperfilled- dijo tendiendo su mano a mamá- Soy Alondra Fliptirne. La vecina.

Los vecinos de la casa 213Donde viven las historias. Descúbrelo ahora