Mis recuerdos en las montañas

180 7 0
                                    

-"¡Libia, baja rápido!"- gritó mi papá desde abajo, yo, ni siquiera me había despertado, pero con esos gritos, cualquiera se levanta de un salto. En ese momento, vi el reloj y marcaban las 6:45...
Abrí el clóset tomé el primer suéter que encontré, abrí el bote de la ropa sucia y tomé los jeans del día anterior. Bajé las escaleras lo más rápido que pude y me topé con mi papá en la cocina.
-"Que buena hora de bajar señorita"
-"Perdón"-respondí bajando la cabeza con la mirada perdida
-"Eso no hará retroceder el reloj, sube al auto, ahora"- dijo con su tono severo y autoritario, yo quería morir. El estómago me rugía y no tendría tiempo de desayunar. Ni siquiera tomar un vaso de agua. Me subí en la parte trasera del auto por que Julián, mi hermano mayor, estaba en el asiento de copiloto. ¡Oh! ¡Cuanto me molestaba eso! Y el lo sabía.
-"perdona,- dijo Julián en cuanto me subí al auto- llegué primero. Más bien;-dijo con su encantadora risa burlona-  me levanté primero."
>>Si búrlate cuanto quieras. Hermano<<
Mi querido hermanito. El sabía perfectamente como hacerme estallar en menos de un microsegundo. Me conoce tan bien como yo, y eso en algunas circunstancias, no es bueno.
Además de ser tan intuitivo y protector conmigo, es muy guapo, inteligente e interesante. Todas las chicas de la preparatoria están detrás de el. No puedo decir lo mismo de mi. Yo no soy la gran cosa. Ni atractiva, ni genio ni carismática, soy literalmente, todo lo contrario:  clásica morena con pecas en todo el cuerpo, cabello ondulado y un cerebro que no tiene nada de interesante. Mis grandes caderas impiden que la talla cuatro se apropie del clóset. Al verme en el espejo, siempre encuentro un defecto diferente, como el de la mañana >>que nariz tan mas horrible<<

En todo el camino, mi papá no dejó de rebuznar y decirme lo irresponsable que era al levantarme a esa hora sabiendo que la puntualidad es muy importante y cosas aburridas y molestas como esas. Al llegar a la escuela, todo mejoro, bueno, mas valía, si no posiblemente hubiera acabado matándome.
-"Señorita Cooperfilled, ¿qué horas de llegar son estas?"- dijo Lotty imitando la voz y modo de la Señorita Bloodworth, la maestra mas repugnante y gruñona que jamás hubiera conocido.
-"¡Búrlate también tu!"- contesté entre risas y abrazos. Lotty, mi mejor amiga desde el jardín de niños. No podíamos vivir sin la otra, nuestras peleas (que por lo general eran provocadas por estupideces como no estar de acuerdo en que chico de la plaza era mas guapo) no duraban más de tres minutos, y nuestra reconciliación, era después de diez segundos. Lotty. La única que podía arreglarlo todo con un simple "ríe un poco Libia Cooperfilled"
Si... Que enfermizo.
-"Bueno Lib, ¿qué tal todo en casa?" Preguntó estirando su brazo hacia mi cuello y tomándome como si yo fuera una carnada. Hice un gesto de indiferencia y contesté a su pregunta
-"Lo de siempre. Nada ha mejorado; creo que empeora. Mi padre confía en gente que yo sé, no le traerá nada bueno"
La campana sonó y comenzamos la semana con la maldita clase de química. Preferiría que me torturaran. Lo digo en serio. Así soporté todas las materias, anhelando salir de esa prisión y correr entre los árboles como un venado libre de preocupaciones.
-"¡Le estoy preguntando! ¡¿Cuando fue la Primera Guerra Mundial?!"- gritó la señorita Bloodworth interrumpiendo mis pensamientos.
-"Lo siento... No la oí."
-"¡Eso ya lo se!- me miró como esperando a que le respondiera y al ver que mi cerebro no podía procesar información y continuó-"¿Responderá o no?"
-"1914. Fue el 28 de julio de 1914"
-"Por lo menos sabe hablar. Bien. La próxima vez, preste más atención"
>>qué bruja<< pensé.
Debo admitirlo; la única materia que disfrutaría (de no ser por la señorita Bloodworth) sería historia. Seguí sin poner atención y esa vieja con lentes redondos y piel arrugada seguía gritándome y ordenándome prestar atención a su clase.
"Libia sería una gran alumna si lo deseara señora Cooperfilled. Debería seguí los pasos de Julián. Ese muchacho es impecable por donde sea que se le vea" decía mi maestra en cada sesión que tenía con mis padres.
Saliendo de la escuela, mamá nos recogió en el auto de mi padre. Eso nunca pasaba.
-"Mamá, ¿sucedió algo malo?"-pregunte con el ceño fruncido y con aire de preocupación. Julián advirtió eso, ya que desde la parte trasera del auto, me envió un mensaje de texto:
"ALGO ANDA MAL, HAY QUE AVERIGUAR QUE ESTÁ PASANDO"
Como respuesta hice un ruido con la garganta y lo mire por el retrovisor. Esa era una forma de decir "estoy de acuerdo".
-"¿Y papá?"-interrogué
-"Llegará hasta tarde hermosa"- Lo sabía. Algo andaba mal, sus respuestas ambiguas y miradas distraídas lo indicaban-"Al llegar a casa, coman rápido muchachos, cuiden a las gemelas. Deben hacer sus deberes y Julián, llévalas a clase de danza. Yo debo ir a la oficina, comenzaré a trabajar con su padre. Compórtense, regresaré tarde".
Nada. Ni una palabra después de esto, estaba claro que algo turbio estaba sucediendo.

Los vecinos de la casa 213Donde viven las historias. Descúbrelo ahora