Capítulo 18 - Corazón frío

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-Voy a tomar helados con Louise, vuelvo como en dos horas -le dijo Margaret a su madre mientras se ponía una chaqueta.

-Pero que bueno -exclamó la mujer -cuídate y diviértete.

Margaret subió a su bicicleta y partió hacia la casa de su amiga. Los domingos las calles se hallaban más vacías. Al llegar al condominio, vio a Louise esperándola afuera con su bicicleta.

-Hola Lou -la saludó Margaret.

-Hola Margy, ¿cómo estás?

-Bien, gracias. ¿A dónde vamos a tomar helados?

-Hay una heladería y pastelería unas cuadras más allá que es muy buena -dijo Louise sonriendo.

Las dos chicas partieron en bicicleta hacia la heladería. El local era bastante grande y tenía una variedad de sabores de helados. Margaret decidió comprarse un helado moka, mientras que su amiga eligió uno de manjar y lúcuma. Se sentaron en una de las mesas de la heladería y allí lo disfrutaron.

-Entonces, ¿qué pasa con Matthew? -le preguntó Margaret a Louise -Dijiste que necesitabas hablar con alguien y lo único que se me ocurrió fue que tenías problemas de amor, ¿no?

-Me conoces tan bien, amiga -reconoció Louise esbozando una sonrisa.

-Dale, cuéntame que pasa.

-¿Supiste lo que pasó con Matt en el mall? -Margaret asintió -Bueno, eso pasó justo después de que yo le dijera que debíamos distanciarnos. Ahora me siento muy culpable y quiero pedirle perdón, pero no me quiere escuchar.

-No tienes por qué disculparte con ese idiota, Lou. Lo que le pasó no fue tu culpa, y si ahora no te quiere escuchar, significa que se acabó - Margaret notó una mueca en la cara de su amiga -. Ya entiendo. Todavía sientes algo por él.

Louise asintió tímidamente con la cabeza. Sus ojos estaban de nuevo llorosos.

-Y eso no es todo -dijo Louise mientras comía un poco de su helado -. Hace poco descubrí que le gusto a Jason. Nunca nos hablábamos mucho, pero hace poco que nos hicimos más amigos, y en verdad me gusta estar con él; siento que me entiende. Pero ese cariño es sólo de amigos. No quiero romperle el corazón a otra persona más. Van a pensar que tengo el corazón de hielo, frío como este helado.

-Lo siento mucho, amiga. Pero vas a tener que enfrentarte a tus problemas. Jason es un buen chico, tienes que decirle la verdad pronto, no puedes dejarlo esperando. Imagínate cómo se siente él.

-Tienes razón. El pobrecito solo ha sido amable conmigo, y yo me porté como una basura.

Louise se puso a llorar. Margaret se paró de su asiento y se sentó al lado de su amiga para abrazarla.

-Ya, Louise, deja de llorar por favor, que me vas a hacer llorar a mí también.


* * * * *


Hola Jay, soy Iris. Estoy aburrida, ¿te parece si nos juntamos a hablar para pasar el tiempo? Te invito un café. ¡Vamos!

Jason había recibido un mensaje de texto. Luego de leerlo, lo pensó un poco, y decidió aceptar la invitación. Refrescarse un rato no le haría mal.

Me encantaría tomar ese café. ¿Quieres que vaya a tu casa?

No, yo te paso a buscar. ¿Sigues viviendo donde mismo?

Sí. Te espero.

Iris era muy adinerada y cómoda, por lo que seguramente pasaría a buscar a Jason en un taxi. Él chico se arregló un poco para salir y se puso a esperar. Pasaron ocho minutos y había un taxi esperando fuera de su casa. Jason salió y se subió al taxi.

-Hola Jason -lo saludó el taxista.

-Este es el señor Domínguez, soy su clienta frecuente -dijo Iris refiriéndose al taxista.

-Hola señor Dominguez.

-Vamos a ir a una pastelería austriaca muy buena. Es mi preferida. Venden unos kirsche-streuselkuchen divinos.

-¿Kir... qué? -preguntó Jason perplejo.

-Es una tarta de cerezas alemana.

-¿No íbamos a tomar un café?

-Claro, pero el café tiene que estar acompañando de algo rico, ¿cierto?

Jason rio. Ya habían llegado a la famosa pastelería austriaca. Se llamaba "Zart Haus" y su logo era una refinada azucena. Los dos amigos se bajaron del vehículo y entraron a la pastelería. Se sentaron en una mesa con un mantel elegante y un mesero llegó a tomar su pedido. Iris pidió un café Wiener Melange (a lo que Jason también quedó perplejo) y el famoso kirsche-streuselkuchen. Jason pidió un café macchiato y un kuchen de manzana.

-Entonces, ¿qué pasa entre Louise y tú? -preguntó Iris yendo directamente al grano.

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