Capítulo X

7.3K 624 29
                                    


A Kiara le habían roto la boca muchas veces. Le habían reventado la nariz, la habían arañado, le habían pateado las costillas y la habían arrastrado entre piedras y escombros. DD Capobianco le había cruzado la cara. Habían intentado violarla. La habían llamado puta. La habían llamado la puta de Hell. La habían tratado como a la puta de Hell. Nadie sabía cómo se sentía eso.

-¿Es esta tu puta,la Capaldi?

-¿Qué?

Hell estaba sentado en el sillón frente a You. Había rechazado los cigarrillos y el alcohol. En el sofá en el que permanecía You con un puro en la boca, también estaba Kiara. Miraba a Hell, impasible, mientras le acariciaba las piernas. "Dile que pare, dile que no me toque".

-Que si te la follas por la noche.

Crack. El hilo de miradas que la separaba de Hell acababa de tensarse. Kiara vio cómo enderezaba la espalda, su mandíbula levemente alzada, la mano tras el cuello, debatiéndose entre soltarle uno de sus comentarios calla-bocas o partirle la cara.

-Ella me folla a mí– contestó -. Y nos gusta más por el día.

You rió y le indicó a una de las chicas que se paseaban en ropa interior que volviese a llenarle el vaso. Era una mansión espectacular, recién salida de una revista de Vogue. Kiara casi sintió vergüenza por estar orgullosa de cómo había amueblado su casa; en comparación con aquella la suya era un cuchitril de suburbio.

Las costillas presionando hacia arriba, los pinchazos en el estómago, el asco de su piel desnuda al tacto de las manos sudorosas de aquel hombre. Y Hell la miraba. La miraba y abría levemente la boca, como si tratara de darle oxígeno.

En el momento en el que You se inclinó hacia la derecha, Hell gesticuló sin voz "no voy a dejar que te haga nada". ¿Enserio? ¿Aquello no era ya suficiente?

-Yo no tengo nada contra ti, y lo sabes – dijo You alzando las manos de las piernas de Kiara -. Siempre he mantenido una relación cordial con los Capobianco; soy uno de vuestros mayores clientes.

-Pero no has tardado en acribillar mi coche a balazos. Cambié la tapicería hace dos días.

-Ya, bueno, tú te has metido en mis negocios y como comprenderás no tengo controlados a todos los vehículos de Nueva York. No soy el jodido Horatio.

-Para lo que ganas vendiendo críos, deberías poder pagar un buen informático.

Kiara notó el retintín en la voz de Hell, ese "gilipollas de mierda" tras la palabra "vendiendo". Nada mejor que la educación en situaciones violentas como aquella. Pero You no había nacido ayer y sabía captar a la perfección las indirectas.

-No me salgas ahora con moralidades, Hell, porque tú te dedicas a lo mismo que yo. No eres mejor que yo, eso tenlo claro. Cuando tú estabas en la cuna con los pañales, tu padre y yo estábamos hartos de trapichear y buscarnos la vida. ¡Eh, Harry, llévate a la mujer! Tengo que hablar asolas con don perfecto.

Hell arqueó una ceja y miró a Kiara en señal de aprobación. "Tranquila, sé lo que hago". La vio levantarse y salir tras uno de los hombres de You. Una última vista atrás antes de cerrar la puerta.

Había imaginado decenas de posibles motivos por los cuáles You los habría llevado a su casa. Si los quisiera muertos, ya estarían enterrando sus cuerpos en cualquier descampado. Pero, ¿qué podía tener Hell que él necesitase? No le importaba DD Junior, claro está. Solo era un bebé de los cientos con los que traficaba a la semana. Aunque acabase de decir que no sabía a quién estaba disparando, sabía que mentía.

Heroína (Saga Adrenalina III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora