Capítulo XXVI

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-¿Qué estás haciendo?

León la miraba desde el marco de la puerta con expresión desconcertada.

-Creo que es bastante evidente – contestó Kiara mientras registraba los cajones.

Llevaba casi media hora de búsqueda infructuosa en la habitación de su abuelo. Si no se daba prisa Trevor volvería, la pillaría con las manos en la masa y la despojaría de su corona de mejor nieta Wolf.

-Tienes que estar de coña. ¿Tienes energía para hacer estas tonterías después del pedo de anoche?

-Yo no bebí tanto como tú. Llegué al coche por mi propio pie. Creo que tú no puedes decir lo mismo.

A León estuvo a punto de escapársele una risa incrédula de la boca pero su lado pasota se lo impidió.

-Se va a enterar. El viejo se entera de todo.

-Pues las otras veces no lo ha hecho.

-¿Has entrado más veces aquí?

Kiara lo miró por encima del hombro. Estaba perdiendo tiempo hablando con León y el tiempo para alguien como ella, era oro.

 Estaba perdiendo tiempo hablando con León y el tiempo para alguien como ella, era oro

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-No me conoces mucho, ¿verdad?

Lo dijo tan seria, tan fría, que León entreabrió los labios sin saber qué decir, probablemente por primera vez en su vida.

-¿De verdad creías que tengo aspecto de dura por fuera y soy chocolate por dentro? ¿Que creo saber defenderme sola pero que necesito ayuda? Hazme un favor y sal de la habitación. No quiero enfadarme contigo.

León cerró la puerta tras de sí, desafiante.

-No me hables así, peque.

-No me estorbes y no será necesario. Tú nunca has tenido discursos morales conmigo. No los tengas ahora.

Kiara lo miró por última vez antes de continuar buscando. Sabía que León la observaba con fijeza, que debía estar muy confuso por la forma en la que registraba los cajones sin desordenar nada, por cómo comprobaba el trasfondo de los muebles, por cómo le había hablado. Había veces en las que Kiara, por mucho que intentara aparentarlo, no podía ser amable y simpática. Y entonces su faceta más cómoda, la más corrosiva, salía a la luz y arrasaba a cualquiera que se encontrara lo bastante cerca.

-¿Qué buscas? - preguntó León agachándose a su lado.

-Información sobre Wendy – susurró -. Lo que sea.

-Todo está en el diario – murmuró León -. Mamá se marchó con William. Estuvo en el club de Mamá Rosa hasta el parto. Nuestro padre desapareció por un ajuste de cuentas y a ella la mataron. No hay más.

-Pues yo lo necesito, necesito más. Quiero fotos, cartas, lo que sea. Quiero saber cosas de Sophia, de papá, de las amigas de mamá. Todo eso no está en mi habitación, por lo que Trevor lo ha escondido. Y lo ha escondido aquí.

Heroína (Saga Adrenalina III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora