Capítulo XV

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Cuando alguien está nervioso suele hacer tonterías. Mucho más si al nerviosismo le añadimos el miedo. Hell tenía una mezcla de ambos, aderezada, sin duda, por la raya que acababa de meterse. Le daba igual a esas alturas cualquier cosa, incluido su cuerpo. Sentado al borde de la cama, intentaba no alarmar a DD Junior. Si no podía mantenerse sereno por sí mismo, tendría que hacerlo por su sobrino.

-¡Cucú! - gritó DD por cuarta vez, esperando que su tío le prestara algo de atención y dejara de mirar a la nada.

Hell fingió asustarse, sonrió y lo alzó al vuelo. No estaba en condiciones de cuidar a nadie.

-Vamos, campeón. Es hora de ir a la cama.

-¡No! ¡Vamos a jugar a los coches!

Se miraron. Era tan pequeñito.

-He dicho que a la cama.

-¡Que no! - le apretó la cara con las manos.

-Sí.

-¡Que no!

-Pero vamos a ver, ¿quién manda aquí?

DD Junior se llevó el pulgar a la boca. Se encogió de hombros. Hell no parecía comprender que no podía discutir con un niño.

-Mando yo. Y como mando yo, te vas a dormir.

-¡Que no! - volvió a golpearlo - ¡Quiero ir con la tata!

Aquella fue la gota que colmó el vaso. Nunca pensó que pudiese regañar a su sobrino, pero esta vez lo hizo. Caminó a grandes zancadas hacia la habitación, lo tumbó en la cama, lo tapó con la colcha y cerró la puerta. Se escucharon los lloros de DD.

No debería haber nombrado a Kiara, nombrar a Kiara cuando Kiara no estaba no era lo correcto. Le estallaría la cabeza. Mierda, joder. Le ardía el pecho. ¿Qué tenía que hacer para que dejara de sentir tal agonía?

Lindsey apareció por las escaleras. Llevaba un biberón.

-El bebé está llorando – dijo -. Hell...

-Haz que pare, por favor... - murmuró, con la espalda contra la pared -. No soportaré un minuto más.

Lindsey asintió lentamente. Tenía los ojos hinchados.

-Lo estamos pasando mal, pero saldremos de esta – lo abrazó y le dio un beso sonoro en la mejilla.

Hell no contestó. Tensó la mandíbula, tragándose las ganas de llorar como su sobrino. ¿Quién se creía? Era tan débil que la ausencia de una única persona podía provocar que todo a su alrededor se desmoronase. Era un idiota, un imbécil, un calzonazos. ¿Y si Kiara estaba muerta? O peor, ¿qué estarían haciendo con ella?

-¿Por qué no bajas? Trevor y Logan están en el despacho.

Escaleras abajo, seguía oyendo a su sobrino llorar. No quería pensar en eso ahora. No quería pensar en nada.

El despacho se había convertido en un verdadero centro de operaciones. Había tanto barullo que ni siquiera sabía con exactitud quiénes estaban en la habitación. Sin embargo, cuando entró, todos se callaron y lo miraron. Una parte de su cerebro, una parte verdaderamente desquiciada, pensó "menudo marrón".

-¿Algo nuevo?

-Deberíamos hacer un listado – contestó Trevor.

No, no había nada nuevo. Genial.

-¿Un listado para qué? ¿Un BMW se presenta enfrente de la galería y no podéis averiguar dónde ha ido a parar?

-Desaparece dos kilómetros al norte, tras pasar un túnel – contestó Paul -. Por eso lo de la lista de gente que quiera joderte.

Heroína (Saga Adrenalina III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora