Capítulo XXVII

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Saber con quién se estaba hablando era el primer paso para llegar a un acuerdo. Aquello era lo que se repetía Hell a sí mismo constantemente. No creía que Trevor Wolf fuese un hombre poco razonable. Sí, era violento, chapado a la antigua y bastante machista, pero confiaba en poder dialogar con él de forma pacífica sin que se alterase más de lo que podía controlar.

Hell tenía muchos defectos y uno de los más peligrosos es que una vez se enfadaba, no podía hacer nada al respecto. Bastaban un par de gritos o palabras ofensivas para que perdiera la razón. Estaba seguro deque si Trevor le gritaba, él gritaría mucho más, y que si Trevor lo amenazaba, tal vez uno de los dos no saldría vivo de ese despacho. A pesar de ello, se había dicho a sí mismo que debía comportarse, manejar las cosas con calma.

Las cosas habían empezado con buen pie hasta que apareció Kiara. Le había trastocado todos los planes en la cabeza, su conciencia se despistó. La estrategia de permanecer tranquilo se fue al traste. Antes de que pudiera decir una sola palabra, Trevor ya había cerrado la puerta del despacho.

-Estoy dispuesto a negociar contigo – dijo sentándose sobre el escritorio-. No me caes bien; me pareces un completo inútil.

Hell cruzó las piernas. Habían empezado con buen pie pero Trevor siempre se empeñaba en insultarlo. Se había convertido ya en un hobbie. A pocas cenas familiares asistirían en Navidad.

-No hay nada que negociar. Esto no es un tira y afloja. ¿Cuánto quieres?

Trevor frunció el ceño. Se quedó unos segundos observándolo con fijeza.

-Quiero una semana en Navidad, una en primavera y dos en verano. Eso quiero.

Hell se había quedado sin palabras. Evitó el contacto visual y soltó una risa nerviosa.

-No te entiendo.

-¿Tú no quieres llevarte a Kiara? Me parece muy bien porque yo soy de los que piensa que casarse joven es lo mejor.

"Ya se nota, por eso tratabas tan bien a tu mujer", pensó Hell.

-Y yo te he dicho que me caso las veces que haga falta, que vengo de una familia muy tradicional y si quieres hasta te dejo pagar la boda. Pero no esperes que Kiara esté rodando como una peonza de Nueva York a California cada vez que te apetezca. Tienes más nietos.

-No, no, los dos. Y cuando tengáis hijos, ¿qué?

-¡Pero si acabas de decir que no te caigo bien! ¡¿Cómo quieres que vayamos de vacaciones juntos?!

-Hombre, yo te veo más defectos que virtudes, pero alguna tendrás.

Hell se llevó una mano a la barbilla, nervioso. No quería decir algo ofensivo y que todo se fuera a la mierda.

-Soy bueno en la cama.

Pensó que Trevor iba a alcanzar el arma del pantalón y meterle un tiro. Se preparó para reaccionar. Wolf, sin embargo, solo soltó una carcajada.

-También se me da bien hacer reír a la gente – Hell sonrió -. A tu nieta la hago reír mucho.

-Eso es precisamente lo que no tienes que hacer. Te diré algo que al parecer tu padre nunca te dijo. A las mujeres, cuanto más controladas y calladas, mejor. Y no porque sea un machista como tú dices, no. Lo digo porque es la realidad y lo he podido comprobar con el paso de los años. Mi nieta es como su madre, de cabeza dura y poco razonar. Mucho más cariñosa y agradable, pero de iguales ideas fijas. Las mujeres no traman nunca nada bueno. ¿Por qué crees que la naturaleza les ha otorgado un físico más débil? Porque se habrían cargado cualquier avance de la sociedad con sus caprichos y sus tonterías. No, señor, uno ha de hacerse respetar.

Heroína (Saga Adrenalina III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora