Poder subjetivo

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¿Qué sucede cuando el poder se convierte en el elemento más subjetivo?

Resulta difícil analizar esta pregunta puesto que en un plano normal, el poder representa fuerza. Son los llamados caminos regulares que las personas promedio admiten y acatan en su vida diaria. Hablamos de figuras asociadas al poder cuando entran en el ámbito de la política, a nivel familiar como un padre o una madre y hasta en la religión cuando hablamos de dioses superiores a los humanos.

Es curioso. Cuando pienso en estas cosas me doy cuenta de que el poder no lo concede el título, sino que las personas derraman características especiales sobre algo y los ponen por encima de ellos cuando quizás son hasta iguales. El poder no es una cualidad inherente a una persona, sino es la percepción que un grupo logre tener sobre algo en específico. Pasa con las estrellas de cine, pasa con los presidentes, pasa con los padres. Creemos en su discurso como si se tratara de oráculo que tiene todas las respuestas.

Sucede algo más curioso todavía. Hay momentos en los que tú mismo te puedes sentir poderoso en base a la concepción que la sociedad tenga sobre un tema en específico. Puedes sentirte bello, inteligente, millonario y todo eso las personas lo seguirán asociando al poder, pero oye, no es lo mismo que tú te consideres poderoso a que los demás lo hagan. Allí es cuando miras al suelo y notas que has caminado sobre el vacío al menos tres kilómetros, pero no, aún no te caes. Si hay al menos una persona que te crea poderosa podrás seguir caminando tres kilómetros más sobre el vacío, claro, hasta que te asquees de ti mismo o hasta que te descubran.

Supongamos que no te asqueas de ti mismo. Es decir, ¿cómo te vas a asquear de ti mismo? ¡Eso significaría que ya nadie en el planeta te soportaría! Tienes que aguantarte un poco más. Y puesto que no te asqueas de ti mismo, llega alguien muy preciso y te desacredita. Te echa una mirada fulminante y te lo hace saber, que jamás tuviste ningún poder sobre nadie, que tus horas de gloria no fueron más que ilusiones baratas y no se acercan en lo más mínimo al poder real. En específico, que jamás tuviste poder sobre él. Caes sin remedio al vacío que estuviste caminando durante largo rato.

Es gracioso. Parece que el poder, además de una percepción, es transferible. El poder que creíste tener con tan sólo una mirada se ha traspasado al que te ha hecho caer. La pregunta es: ¿Quién realmente tiene el poder?

Un alma. Mil fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora