Ángel Herido

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Hubo un día en el cual fui con Aura a hablar. Las prácticas de actuación no eran tan buenas con Arielle riéndose y con Illusen quejándose de que todas mienten. Simplemente, era imposible concentrarse y mantenerse seria, o sonreír como prostituta sin lograr que Arielle se riera. Así que aproveché un momento y me escabullí, sabiendo que pronto se darían cuenta de que no estaba.

De pronto, vi sonreír a Aura de un modo ¿Auténtico? Eso no era normal. Me acerqué más para ver que pasaba con ella. Miré hacia donde ella miraba y ahí estaba Sunset. Suspiré decepcionada de lo que descubrí, temiendo que eso significara que Aura me iba a abandonar por la que le reventó las entrañas con una espada sin filo, sin piedad alguna. Me acerqué a ella en silencio, tratando de no distraerla solo para darme cuenta que me estaba esperando.
—Te tardaste un poco, Zinnia—saludó con su enigmático tono, entre serio y gentil, de siempre. Estaba sonriendo de un modo sincero, al menos parecía así—. Te detuviste a medio camino ¿No?

—Sí, lo hice—confesé avergonzada, mirando al suelo—. Me detuve a buscarte entre la multitud... Y te ví sonriendo mientras mirabas a Sunset.

En la cara de Aura se formó una fugaz expresión de sorpresa, para luego volver a ser calmada, como si nada la hubiera perturbado nunca. Luego me tocó abrir los ojos de par en par a mí, pues nunca creí ser capaz de sorprenderla en una conversación normal. Si antes se había asustado, o algo le había hecho gracia, jamás lo demostró con su cara ni lo dijo. Sonrió un poco, con satisfacción y me sentí más tranquila.

—¿Así que estaba sonriendo?—preguntó directa y con un tono juguetón en su voz, que con tanta seriedad no alcanzaba a ser sarcasmo.

—Sí, pero ni siquiera pienses en enfrentarla de nuevo—advertí a mi amiga mientras en mi mente se aparecían imágenes de la pelea.

—La verdad, si es que sonreí—comenzó a divagar Aura, ignorando mis palabras—... No creo que fuese por Sunset. La verdad, no la estaba mirando solo a ella.

—¿Ah?—Mi atención se fue a un punto totalmente distinto—¿Qué más mirabas?

—A la compañera de celda de Sunset—contestó con algo de tristeza—. He estado hablando con ella cuando se me acerca, lo cual pasa poco. Le teme demasiado a Sunset, por eso se esconde y difícilmente lograrás...

—¿Es ella?—pregunté animada, mientras apuntaba a una chica que estaba cerca de Sunset, pero tan quieta y callada que era difícil notarla.

—Sí, lo has logrado a la primera—La voz de Aura tenía un tono muy leve de satisfacción, casi imperceptible—. Y dime ¿Cómo buscaste?

—Busqué usando mi percepción de Yoki a la par de mis ojos—contesté algo avergonzada—. Si busca esconderse, entonces también reprimirá su Yoki ¿No?

—Y yo que tardé una conversación con ella en deducirlo—murmuró Aura, tratando de contener una pequeña risita—... De hecho, ella me lo dijo, así que no lo pensé nunca.

—Creo que he estudiado mucho del Yoki con Gingko e Illusen—justifiqué algo nerviosa.

Justo al mencionar a Illusen, me dí cuenta de que tal vez eso molestaría a Aura, así que me callé y miré a otro lado. Pero al volver la vista hacia Aura, ví que estaba igual de seria que siempre. No podía saber si se enojó, pero el que guardara silencio era bueno. Tal vez ni siquiera pensaba en Illusen o no prestaba atención a lo que le estaba explicando. En eso, una chica de cabello corto y liso, de caída suave sobre su cabeza, se nos acercó. A pesar de que no tenía flequillo, no pide ver su rostro, pues iba con la cabeza hacia abajo. Su cabello parecía haber sido tirado y cortado por mechones con una navaja o algo parecido. Acerqué mi mano con lentitud a su cabeza y de pronto, me miró asustada y temblorosa.

—Ayshane—dijo Aura en un tono dulce—... Hoy viniste.

La chica dejó de temblar y ladeó la cabeza, como si no entendiese lo que le decían. Sus grandes ojos grises brillaron de pronto al encontrarse con el rostro de Aura, a la que dedicó una tímida sonrisa. Se acercó con lentitud hasta Aura, pero en el camino se tropezó con una piedra. Cayó como una muñeca al suelo y no intentó levantarse ni dijo nada. Sólo comenzó a llorar ahí tendida. Mi amiga me indicó que me quedara quieta mientras ella se arrodilló al lado de la caída y la intentaba tranquilizar.

—Vamos, Ayshane—Le decía con un tono maternal—, no ha sido ella. Ella no sabe que estás aquí...

Tardó bastante. Ayshane estaba muy asustada y temblaba tanto que parecía que había visto a un ejército de Kakuseishas. Pero de seguro, si era la compañera de Sunset debía de estarlo pasando muy mal. Finalmente, Ayshane se acurrucó contra Aura mientras ella la arrullaba en voz baja y dulce con una canción de cuna. Dejó de temblar y comenzó a sonreír con algo más de confianza, apretándose luego lo más que pudo a Aura. Mi amiga al parecer se sentía bastante cómoda, pero la sorprendía el grado de afecto que Ayshane le mostraba.

—Oye... Nos está mirando una amiga mía—susurró de pronto Aura a la tímida chica—... Y no te has presentado a ella... Así que ¿Crees poder hacerlo?

Ayshane miró primero al suelo, luego a Aura y después asintió con nerviosismo. Aura sonrió un poco y tras levantarse, ayudó a Ayshane a incorporarse también. Ella temblaba levemente, pero al ver que Aura me apuntó, sonrió. No entendí el por qué de ese gesto, hasta que empezó a hablar algo entrecortada por los nervios:

—Hola... S...soy Ayshane—comenzó en un tono nervioso y amigable—... Significa... Ángel Guardián... Tú... eres la... la que... la—Tras un comienzo bastante bueno, la chica se trabó, por lo que le sonreí un poco y asentí para darle ánimos—... Lo sabía ¡Tú eres la chica a la que ella quiere derrotar a toda costa!

—¿Disculpa?—expresé mi asombro en una sola palabra, pero después me di cuenta de que fui descortés—L... Lo siento. Me has tomado por sorpresa con eso. Pero antes que todo, mi nombre es Zinnia, mucho gusto.

 —Lo sé—contestó Ayshane con suavidad—... Ella repite tu nombre... Todos los días, en la celda. Da miedo.

 —¿En serio?—pregunté extrañada—Cada vez que sé más cosas de ella me parece más rara. Es como si todo lo que hiciera necesariamente tuviera que ser agresivo.

 —Nadie sabe... mejor que yo... que lo que dices es cierto... en parte—dijo con seriedad mi nueva conocida—. Ella es muy agresiva, pero... Sufre. Sufre mucho. Me maltrató mucho a mí... y luego me abrazaba al dormir... Por eso le temo. Me duermo después que ella, para que no me mate mientras no puedo defenderme. Despierto antes que ella, para estar en guardia. Me volví de tipo defensivo, porque de haber deseado matarla más que conservar mi vida... Hubiera muerto.

Todo eso era nuevo y perturbador. Después de saber lo que le había hecho a Ayshane y le seguía haciendo en esos momentos, la empecé a odiar más. Sunset era un monstruo desde todos los ángulos. Le hacía daño a sus compañeras y jugaba con sus mentes. Para mí, lo poco que le debía quedar de humana debía de estar muerto. No era diferente de los Yomas. Era una destructora de felicidad. Y por ello, si lo que quería era enfrentarme, no le daría ese gusto. No se lo merecía. Trataría de ayudar a Ayshane, pero a la vez evitar a Sunset más que nunca.

—El horario ha terminado—dijo Aura de pronto con seriedad.

Me sacudí la cabeza y me despedí de ambas cadetes. Mientras me encaminaba a la salida, busqué a Gingko entre las demás, sólo para caer de cara al suelo. Oí una risa de bestia que reconocería en cualquier lugar. De seguro ella me había hecho una zancadilla. Me levanté del suelo, dispuesta a ignorarla, pero ella me habló:

—¿Sigues igual de cobarde?—preguntó con ironía.

—Te hago la misma pregunta, Sunset—contesté seria sin voltear a verla—. Pero ¿Sabes? Lo que sea que quieras, ya no hay tiempo.

Empecé a caminar sin siquiera tomar precauciones, pues sabía que ella no empezaría una pelea fuera del horario. La primera vez que vino, se la llevaron por hacer un escándalo enorme. No sabía lo que le hicieron, pero desde entonces seguía los horarios al pie de la letra.

Me mezclé en la seguridad de la multitud y me encontré de nuevo con Gingko. Esta vez tenía un aire pensativo, así que me limité a caminar a su lado.

La claymore del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora