Mi Amanecer

56 6 5
                                    

Llegamos al patio tras mucho caminar. Al llegar, la luz me cegó. No era al aire libre ni era de día, pero tenía antorchas por todo el lugar. Era una sala muy grande y de techo alto, hecha totalmente de piedra. En una de las paredes habían muchas espadas apoyadas, tiradas en el suelo o bien ordenadas en un mueble bastante simple y gastado. Gingko se quedó esperando a que las demás fueran a elegir sus espadas primero y la imité. Me quedé viendo a un par de chicas que parecían caerse muy bien, pero se veían muy diferentes una de la otra. Una era fina, con una coleta larga, delgada y de caída elegante, inclinada hacia el lado derecho de su cabeza. La otra era más ancha y de apariencia fuerte, con una coleta muy corta, poblada y desordenada inclinada hacia el lado izquierdo de su cabeza.

-¡Ginger!¡Karen!

Gingko las llamó y ellas se voltearon al instante, sonriendo mucho y riendo un poco. Mi amiga fue a reunirse con ellas y yo la seguí con temor. La chica delgada se acercó con elegancia, mientras que la otra corrió con emoción cargando la espada sobre el hombro derecho. Ella y Gingko se abrazaron como viejas amigas, mientras que la otra puso atención de inmediato en mi presencia:

-¿Quién es tu amiga, Gingko?¿Qué? ¿No tiene lengua?-bromeó por mi silencio y mi timidez. No me agradó mucho su actitud.

-No seas grosera, Ginger-reprendió la otra-. Que seas más experimentada no te da derecho de decir cosas como esas.

Gingko se safó del abrazo y luego rió un poco. Las otras centraron su atención en mí y yo las miré con más atención. De pronto, sentí una mano amigable en mi hombro y mi amiga me habló con suavidad:

-Bueno... Estas dos chicas las conocí hace mucho tiempo-comenzó dando un rodeo-... Te presento a Ginger y a Karen.

-Mucho gusto-dijeron al unísono.

-I... Igualmente-contesté con esfuerzo-... Es un gusto... Conocerlas...

-Y ¿Cuál es tu nombre?-La chica fuerte trató de ser amable.

-Te lo diría, si pudiera recordarlo-contesté mientras miraba al suelo.

-¿No tienes recuerdos?-preguntó la fina en tono burlón-Debes de ser una...

-No recordar no te hace tonta-cortó Gingko muy molesta. Las dos chicas abrieron sus ojos plateados de la sorpresa-. Es sólo que tuvo un trauma severo en el pasado que los ha bloqueado. Prometí ayudarla a recordar, pero también debe de aprender a pelear. Me ayudarán ustedes con eso ¿No?

-Siempre, cuenta conmigo para lo que sea-contestó la fuerte, cargando su espada en el hombro.

-Yo también ayudaré-dijo animada la fina mientras levantaba su espada-. Pronto nos harán la prueba para salir a servicio, así que dejen de holgazanear ¡Vayan por su espada!

Y así lo hicimos. Gingko me ayudó a escoger una del montón, para que no me cansara más de lo necesario tan rápido. Ella tomó una algo más pesada que la mía para que le costara manejarla. Entre las cuatro hicimos un grupo y me enseñaron como moverme con la espada. El cabello comenzó a molestarme en la práctica, así que ambas chicas le entregaron a Gingko cintas para cabello. Luego, se alejaron para practicar por su cuenta mientras yo y Gingko nos sentábamos en un rincón apartado, ella a mis espaldas para poder recoger mi pelo el algún peinado más cómodo para pelear. Mi amiga tomó un largo mechón de mi cabello y me lo mostró, diciéndome:

-Es un cabello muy dócil y manejable el que tienes-Pasó sus dedos en otra parte de él y sentí algunos suaves tirones-. Está algo enredado, pero eso no importa ahora. No tienes un corte parejo...

-¿Eso es malo?-pregunté preocupada-¿Significa algo?

Gingko sólo soltó una risa despreocupada y tomó todo mi cabello desde la base de la cabeza con tal cuidado que no sentí mucha molestia. Su actitud era tan tranquila que me confié al instante en lo que fuese a hacer. De pronto, sentí algo apretándose alrededor de mi cabello con mucha fuerza. Iba a protestar, pero la oí mientras de pronto dejaba caer todo el cabello, apretado con la cinta justo en la base de mi cabeza, como en una coleta baja.

La claymore del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora