Tiempo de espadas

113 4 6
                                    

Estaba muy atenta a Tessa, tratando de abarcar con mi mirada todo su torso y la espada, tratando de predecir sus movimientos con ayuda de la lectura de Yoki. Mis habilidades de lectura no eran muy buenas, así que trataba de leer la energía de las demás el mayor tiempo posible por día. Las peleas no eran la excepción. Eran, de hecho, la ocasión en que más difícil me era leer el Yoki. Pero practicando con Tessa era el modo más rápido de aprender. Solo leyendo a alguien de movimientos impredecibles se puede poner a prueba realmente este tipo de habilidades. Ese era el primer paso.

Sujetaba mi espada con más fuerza de lo común esa ocasión. Sentía muchas cosas en el ambiente, era fácil distraerse. Tessa sabía lo que trataba de hacer y a cada oportunidad que tenía me daba un golpe, si es que no lograba bloquearlo o no lo esquivaba. Estaba cansada, y por las dudas, oculté por completo mi Yoki. Por alguna razón, me era más fácil percibir la energía de las demás mientras más ocultaba la mía, pero nunca había peleado con mi Yoki en cero. Suspiré y noté que podía notar aún más energía que antes.

Sentí cómo un rayo de Yoki entre toda esa masa venía hacia mí. Yo estaba tan sorprendida que solté mi espada y me hice a un lado, sin tener mucha conciencia de lo que hacía. La energía se cayó y formó un charco en el suelo. Me froté los ojos para ver si lo que veía era cierto, pero mi visión cambió tan rápido como volví a ver al lugar del charco. Tessa estaba levantándose del suelo, con una expresión muy graciosa que mostraba disgusto.

—¿No que era una pelea de espadas?—preguntó con un tono molesto sin perder ni un segundo—¿Qué fue eso? ¡Me hiciste una zancadilla! ¡Me derribaste poniendo tu pie en mi camino!

Al escuchar eso, me asusté. No supe lo que hice por un tiempo muy corto, pero en la pelea mi cuerpo actuó haciendo cosas que nunca había hecho en mi vida. Ni siquiera sabía que existía la palabra "zancadilla". No sabía que hacer o decir acerca de lo que pasó. Mi garganta se sentía bloqueada por un gran y molesto nudo, hasta que comencé a llorar. No estaba triste, sólo asustada. De pronto, una idea en mi mente me calmó: Tal vez esa reacción era producto de que mi cuerpo recordaba algo que mi mente no.

—¿Zinnia?—preguntó Tessa con tono de preocupación—¿Te pasó algo que no me hayas dicho?

—La verdad—comencé muy insegura de como hacérselo entender sin problemas, pues ni yo lo entendía—... Creo que sí... pero no sé cómo explicar bien lo que pasó.

—Bien, pero te sugiero hacer una cosa antes—dijo Tessa con una sonrisa cálida—¡Levántame del suelo de una vez! ¡Me torcí el tobillo por tu culpa!

Oí una risa inconfundible tras nosotras que se nos acercaba con lentitud. Era Arielle, riendo de los problemas y sacándome una sonrisa como siempre. Le estiré la mano a Tessa y luego le ofrecí mi hombro para que se apoyara en mí. De primera dijo que no, pero después de caerse y causar una carcajada de Arielle, cambió de opinión. Llamamos a Illusen para que viera el tobillo de Tessa tras pensarlo unos minutos, pero decidimos que era o usar Yoki, lo que Tessa no quería hacer por nada del mundo, o Illusen. A pesar de que yo pudiera hacerlo, Tessa estaba enojada conmigo y la experiencia tal vez haría más valiente a Illusen.

Pero no contamos que al saber como Tessa se lastimó, Illusen se iba a poner más que furiosa.

—¡Creí que éramos amigas!—Me gritó con lágrimas en los ojos—¿Cómo pudiste hacerle daño a Tessa? 

—Tranquila, Illusen—empezó Arielle a tratar de calmar las cosas con su actitud de siempre, pero también algo de miedo—... No es más que un...

—¡Cállate!—chilló Illusen clavándole una mirada fiera a Arielle, nada propia de ella—¡No interfieras con esto! ¡No es contigo!—La pequeña volteó hacia mí con una mirada sombría—Dices que odias a esa que empujó a Gingko ¿Cierto? Y tú lastimas a tus propias amigas. Eres peor que ella ¡Peor! ¿Me oyes?

La claymore del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora