Luz de Luna Oscura

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Después de varios días que se han sentido eternos, seguí sentada en la misma silla, encadenada. Fui la muñeca viviente de Novu. Contar los segundos en mi mente, luego las horas hasta completar las veinticuatro y luego reiniciar el proceso me ha ayudó a mantenerme cuerda, junto con la esperanza de que aquella que era la causa de mi tormento me sacara para siempre de la vida de guerrera. Ése era el verdadero motivo por el cual no me dejaba morir.

Novu me tuvo a su completa merced y lo aprovechó bien. Su cuchillo dibujaba y esculpía a su antojo mi cuerpo, abriéndolo ante su repugnante mirada complacida. Mis entrañas, mis órganos funcionando... Todo lo tuve que ver, soportando el que cortara mis extremidades en distintos puntos y tener que unirlas a mi cuerpo en lugares erróneos, una y otra vez... Mientras contaba cada segundo, con una risa maligna y balbuceos de locura en el fondo...

«Tres mil... Seiscientos... Son ya cuatro horas, del quinto día apenas...» Pensaba mientras seguía contando en silencio y unía a mi hombro izquierdo uno de mis muslos. Novu amenazó con hacer trizas mis miembros si no aceptaba sus juegos, así que no tuve más que acceder. Soy de tipo ofensivo, sólo puedo unir mis miembros cercenados si las heridas de su lugar de origen son frescas... Mientras que las de tipo defensivo si podrían regenerar un brazo, pierna o inclusive un ojo desde cero.

No podía recordar tras tanto tiempo sin hacerlo cómo se sentía tener un brazo completo en el lugar correcto... Pero sí mezclas de brazos y piernas que Novu creaba a partir de mis extremidades originales... Incluso podía mover las manos en sus puntas y generar garras en los dedos... Mi corazón latía con furia, tratando de mantener consciente a mi cerebro y abiertas las heridas... Cinco días y cuatro horas... Me estaba cansando y todo el tiempo mis órganos estuvieron al descubierto...

—Kyara—Novu me habló con coherencia por segunda vez en esa habitación-... Regenera el tejido de tu torso... Me he cansado de verlo.

No me hice esperar. La carne sobre mis entrañas empezó a reaparecer con lentitud. Fibra por fibra. Capa por capa. Tardé cinco horas en retomar mi aspecto. Y durante las cinco horas Novu jugó con mis miembros, creando una nueva extremidad a partir de las cuatro. Mientras él cortaba y cosía mis trozos, yo me esforzaba por no morir.

«Tres mil quinientos... Noventa y... Ocho... Tres mil... Quinientos noventa... Y nueve... Tres mil... Seiscientos... Diez... Horas... Del quinto.... Día... Trece... Catorce...» Seguía mi mente, tratando de aislarse de mi cuerpo. De mi boca en llamas. De mi respiración acelerada. De la bomba en mi pecho. De mi muslo fuera de lugar. Del agua que fluía de todas partes: Transparente, salada... O espesa, carmesí oscuro y vivo...

Novu seguía riendo como condenado. Él sostuvo ante mí su creación, orgulloso. Su sonrisa enferma se normalizó al fijar su vista en mi rostro. Dejó el largo "brazo" en mi regazo mientras ponía su rostro al nivel del mío. Mi cabeza estaba baja, agitada por la agitación rítmica de mi pecho. Tomó mi barbilla con delicadeza y me obligó a verle los ojos. Tenían una expresión casi de... Cariño... Una boquilla se introdujo en la comisura de mis labios y un líquido fresco y precioso comenzó a fluir desde ella:

—A... Agua—dije antes de beber con ansiedad de lo que identifiqué como una cantimplora—... Novu...

—No era necesario esperar a que me diera cuenta de tu estado, mariposita mía—Comenzó a su vez mi captor al sostener el recipiente por mí—... Al fin y al cabo... No quiero que mueras... No es necesario alimentarte sólo de tu orgullo. También te tengo algo de comer, pero descansa primero. Yo me iré a dormir también. Pero mañana—Su voz y su expresión se distorsionaron de nuevo por sus fantasías—, la fiesta seguirá...

La claymore del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora