Capítulo 2: la segunda nota.

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"La amistad es más difícil y más rara que el amor. 

Por eso, hay que salvarla como sea."




Martes 09 de Mayo de 2017:


Al día siguiente encontró dos notas. Una era una pequeña frase escrita en un envoltorio de chicle que había estado esperándolo en su escritorio luego del primer recreo.


"Hoy se encuentra radiante mi querido Liam"


Y la otra hizo su aparición estelar cuando las clases terminaron y ya se hallaba volviendo a casa.

Mientras caminaba, metió las manos en sus bolsillos, para intentar en vano cubrirlas del duro frío casi invernal, cuando algo llamó su atención. Un papel se encontraba allí, lo agarró y reconoció al instante el papel y la tinta del día anterior. Otra pequeña nota rosa. Eso no era suyo, era igual a la otra, con la diferencia de que el texto allí escrito, no era el mismo.

Suspiro invocando paciencia antes de leerlo. Sus alumnos iban a quitarle la poca paciencia que tenía.



****

"Querido profesor:

Ayer luego de que leyera mi nota quedó pasmado unos instantes y luego levanto la vista enojado, inspeccionándonos a todos. Fue muy gracioso ver su cara de frustración al darse cuenta de que no había manera de saber quién había dejado la nota.

Por un instante pensé que iba a preguntarnos. Eso hubiese sido totalmente inútil y demasiado gracioso.

Pero oiga, fui yo, aquí estoy. Upps no puede verme, jajajaja.

No se angustie más profesor, ni se canse de buscarme, no podrá saber quién soy hasta que yo así lo quiera. Esta vez soy la que gana el juego.

Pd: ¿Ganó puntos extras por escribir cartas? Jajaja

Con amor y piedad, yo. ♥"

****



Sonrió al terminar de leerla, y luego se dio cuenta de eso. Miró con pánico hacia todos lados para comprobar que nadie lo hubiese visto, pero estaba solo en la calle. Respiró aliviado.

Su celular comenzó a sonar al instante. Era Joan.

Miró la pantalla y suspiró frustrado. Su amigo le avisaba que Pratt estaba en el departamento, y nuevamente caía sin avisar, típico de su hermano mayor, siempre se había creído que podía hacer lo quisiese. Se creía que el mundo estaba completamente a su entera disposición.

Se detuvo un momento a pensar. Y al final decidió responder el mensaje de Joan.



****

Mensajes:

Joan: Tu hermano está en nuestro sofá, y no creo que tenga intensiones de irse pronto. Trajo un bolso consigo. Y ya se adueñó del tv. Me está obligando a ver una película de acción. Liam, yo odio las películas de acción.

Trae tu trasero a casa. Ahora.

Liam: Jajajaja.

Lo siento Jo, vas a tener que aguantarlo un rato más. Estoy ocupado ahora, voy a llegar tarde.

No me esperen despiertos.

Joan: Liam no te atrevas a dejarme solo con él.

Te quiero ver en 10 minutos acá!!!!!

****



Y ahí fue cuando decidí apagar el móvil. Sé que le mentí a mi amigo, pero no pensaba ir a casa, no ahora. Él no soportaba a Pratt, y la verdad es que yo tampoco. Mi hermano era la persona más fastidiosa del mundo. No, definitivamente hoy no tenía ganas de aguantarlo, había sido un largo día y Pratt no haría más que terminar de arruinarlo.

Tenía que pensar que iba a hacer ahora. Hacía frío y no tenía a donde ir.


Me decidí por llamar a Carolina.



Media hora más tarde estaba sentado en un café, con ella enfrente. La mayoría del tiempo no la soportaba, pero eso era su culpa, ella estaba constantemente insinuándoseme. Nunca entendí porque aún lo hacía, llevábamos dos años de conocernos y yo jamás la había tratado de otra forma que no sea como a una amiga. En cambio ella, desde el día uno, se había pegado a mí, cual imán a un metal.

No me malinterpreten, ella era guapa, que digo guapa, era realmente una preciosidad; de esas que no se ven a menudo. Pero, trabajábamos juntos y eso era malo, no iba a arriesgarme a una mala relación de por vida en el trabajo por meterme en sus pantalones. Con ella, tenía que aguantarme, e imaginarla con bigote.

Comencé a reírme como un tonto que se acuerda de un chiste viejo.

La simple imagen de ella con bigote siempre lograba hacerme reír.


Los bellos ojos avellana de Carolina me miraron confundidos. Eso era bueno. Tal vez si piensa que estoy loco, me deje en paz de una vez por todas.


-No, no es nada. Perdona. Me acordé de algo – le expliqué enseguida. Me di cuenta que mi compañera de trabajo no podía ir por la vida creyéndome un demente. Eso no me convenía laboralmente.

-Suele pasarme - contestó dándome una linda sonrisa. Basta Liam. Bigote, ella tiene bigote.


Y en ese instante, no sé por qué motivo, recordé la nota. ¿Sería una buena idea contarle sobre ello? Dejé de planteármelo tanto casi de inmediato. En realidad, no me importaba. Así que decidí contarle.

Le hice un breve resumen de cómo había encontrado la primer nota, y le dije sobre cómo también había aparecido una segunda hoy en mi bolsillo. Omití el pequeño mensaje pegajoso del envoltorio, porque tal vez podía o no ser la misma persona. Y ya que la tenía aún conmigo, le pase la nota de hoy para que la leyera. Quería saber su opinión al respecto.

Pude ver como levantaba las cejas, incrédula ante lo que leía. Y luego levantó la vista hacia mí, devolviéndome el pedazo de papel.



-Las niñas de hoy en día son terribles - comentó negando suavemente con la cabeza. Esta acción logró que su perfume llegara hacia mi nariz, Antonio Banderas, sin duda.

-Ni que lo digas. Nunca imaginé que me pasaría algo así - su mirada incrédula volvió por un segundo, y luego la alejó y me hablo sonriente.

-¿Por qué no? ¿Es que nunca te viste en un espejo? - y ahí estaba, la Carolina coqueta de todos los días. Esos comentarios en sus justas medidas me encantaban, pero tenía que evitar los suyos a como diera lugar. Ella me era casi prohibida. Siempre debía recordarlo – Vamos no seas modesto guapo – y me guiñó un ojo, su gesto llevaba consigo la confianza de un amigo. Eso me gustaba, estaba seguro de que ella podría ser una gran amiga si se lo proponía. Aunque dudaba de que esas fuesen sus intenciones para conmigo. Una lástima total.

Ambos comenzamos a reír por sus ocurrencias.

Y la tarde pasó sin más preámbulos. 





Querido profesor: ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora