-¿Alan? ALAN- él abrió lentamente sus ojos solo para encontrarse otros verdes, la chica suspiró y se giró hacia atrás.
-¡¿En qué estabas pensando?!- le gritó Lucía a Siena, ella solo se encogió de hombros.
-A mí nadie me habla así-
-¡Solo te dijo que te fueras! ¿Y sabes algo? Tiene razón, vete- parecía escupir veneno en cada palabra, sus ojos tenían un brillo tóxico que reflejaba rabia pura, la mandíbula le temblaba levemente al contenerse de decir algo más. Siena separó sus labios, sorprendida, pero se limitó a bajar la mirada y a marcharse hacia la cabaña, se lograba percibir su silueta curvilínea y su cabello blanco ondeando en el viento, algo que probablemente no volverían a ver.
-Lucía... ¿Qué pasó?- murmuró Alan levantándose del suelo.
-Siena te dio una pequeña muestra de su magia, no por nada es la segunda al mando -
-Chicos, se nos hace tarde –dijo Nico lanzando su equipaje y la bolsa de basura de Alan al camión, donde ya se encontraba la maleta gris de Lucía.
-Sí, por supuesto- respondieron ambos y subieron, seguidos de Nico.
El viaje fue largo, la mitad del tiempo Lucía y Alan peleaban y la otra dormían. Pero Nico solo podía pensar en lo que haría, volvió a juguetear con su anillo, como un vicio.
Su tiempo en Italia fue alegre ¿Y cómo no serlo? Apenas era un crío con una pequeña adicción al juego Mitomagia. Un simple pringadillo curioso que se merecía más de lo que recibió.
Observó el paisaje nublado de Nueva York y tomó la decisión.
Sí, lo haría. Ya no tendría más recuerdos sobre Perseus Jackson.
***
-Dioses ¿Haces esto todo el tiempo?- preguntó Alan sobándose la cabeza. Habían llegado a Japón por viaje sombra, justo como había dicho Nico.
-Solo cuando es necesario- respondió el hijo de Hades quitándole importancia. Lucía los observó a ambos y, sin previo aviso, largó una carcajada -¿Qué? ¿Por qué ríes?-
-Tu seriedad es tan... - volvió a reír evitando que continuara. Frente a esa acción, Alan sonrió pícaro.
-¿Sabes?- dijo –Te ves muy bonita cuando sonríes –el rostro de Lucía se volvió seco se inmediato.
-Mejor vámonos- los otros dos asintieron y empezaron a caminar por las atareadas calles de Osaka.
Habían bastantes personas, muchas más que en Nueva York, todavía era de día y se lograba ver con facilidad los grandes edificios y puertos con algunas lanchas y botes. A lo lejos se veían los barcos pesqueros. Y en el cielo, una que otra estela dejada por un avión.
Pasaron delante de un kiosco y un señor robusto de cabello lacio les entregó un mapa de la ciudad y otro de los sitios turísticos de Osaka y Japón en general. Como primera recomendación, habían marcado en un gran círculo rojo la imagen de una hermosa edificación, a su lado estaba el nombre y la historia en japonés e inglés. El Castillo de Osaka.
Nico le dio el mapa turístico a Alan y el otro a Lucía. Luego se metió la mano al bolsillo y sacó un par de monedas.
-Lucía. Alan y yo vamos a buscar un hotel, tú ve por comida ¿Te parece?- dijo alzando las cejas como si le hablara a una niña, y tal vez así se sentía, Nico debía tener más de ochenta años. Ella asintió y tomó los yenes, dándoles la espalda.
Fue a buscar lo ordenado, la calle se encontraba sorprendentemente sola ¿A nadie le gusta el pan de pipas? Suspiró e ignoró el hecho de que posiblemente fuera la única persona en el barrio, y de paso perdida. Pudo estar mucho tiempo en Japón, pero jamás había viajado a Osaka. Gran error.
Caminó con la mirada baja mientras intentaba descifrar en mapa con la poca luz de la tarde que quedaba, debió ver hacia el frente, pero no lo hizo.
-¿Cómo estás, preciosa?- dijeron desde atrás mientras la tomaban por la cintura y los brazos, haciendo que soltara el mapa. Lucía abrió la boca por la sorpresa pero también fue sellada con una tela sucia. El hombre comenzó a besar su cuello lentamente, le llevaba como máximo veinte años, era guapo y parecido a ella, con el cabello negro hasta el mentón y ojos tan oscuros como el fondo de un pozo. Kyono Deschanel. Su padre.
Lucía reaccionó lo más rápido que pudo, se zafó de su agarre y se quitó la tela. Encarándolo.
-Tanto tiempo sin vernos, hija. ¿Por qué no me das un abrazo?- dijo él sonriendo.
-Porque me repugnas, asqueroso cerdo pervertido- le espetó. Eso solo lo hizo más contento.
-Pero yo te amo, amo tu cuerpo- se acercó a ella y la empujó varias veces hasta que cayó al suelo, golpeándose la cabeza donde se abrió un pequeño corte.
Él se posicionó encima, dispuesto a todo.
<No pasará nada>
<Te aseguro que no te encontrará>
<No puedes matar a tu padre>
Lucía sonrió y desenfundó la daga que le había dado Hécate.
-Lo siento, Siena- murmuró y clavó el arma en el cuello de Kyono.
Lo que no sabía era que alguien la estaba observando con una sonrisa complacida en el rostro. La diosa de la insolencia, violencia, perversidad, arrogancia y desmesura. Con el cabello rubio cubriéndole gran parte del rostro y los brazos sobre las rodillas. Contemplándolo todo.
-La sangre me demuestra que son humanos- susurró. Y desapareció.
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En la madre, me sentí sucia escribiendo esto, odio las violaciones pero era necesario :c
Y pos bueno. Antes de que griten "¿Y DONDE ESTÁ MI PERCICO?" eso vendrá después, y con yaoi hard incluido 7u7r
Este capítulo va dedicado a Brooke14580 porque respondió correctamente una pregunta, no diré cual porque creo que ya lo saben (°v°)/PREGUNTA: ¿Por qué dice que probablemente no volverán a ver a Siena? ¿Quién estaba observando a Lucía? ¿Qué es lo que hará Nico?
Pues ya saben, quien responda bien por lo menos una pregunta le dedico el siguiente cap. Adios. :D
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El retorno del semidiós [Percico-Pernico] #OppWards2016
FanfictionUn año después de la última Gran Profecía todo fue normal, los semidioses volviendo a pelear con monstruos, los sátiros trayendo nuevos campistas y los Dioses encargándose de sus deberes, excepto una. Hybris. ¿La conocen? Eso pensé. Hybris está o...