Capítulo 11: Respirar

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Inhaló el espeso aire intentado regalarle un poco de oxígeno a sus pulmones. Ya no tenía fuerzas, tal y como había predicho en la "carta" hacia Alan. Este era su segundo día y no le habían dado nada de beber ni comer; según su educación, el cuerpo humano no podía resistir más de un par de días sin agua, y estaba a punto de cumplirse.

Se obligó a no cerrar los ojos por más de un segundo aunque se le hacía difícil. La sangre ya se había secado en su cabello violeta, en la piel y en la ropa. Podía observar la imagen de su padre agonizando ante los ojos cada vez que parpadeaba, resultaba casi insoportable.

Levantó débilmente una mano para tocarse la cara, en el rabillo del ojo. Su madre tenía rasgos europeos, pero su padre era japonés y ella seguía teniendo sangre asiática. Con los ojos ligeramente achinados, el cabello lacio y la cara redonda, pero con la nariz perfilada, los ojos verdes y la piel blanca de su madre.

Un mechón de pelo se movió hacia la derecha por la brisa que soltó la puerta, se abrió de forma rápida y brusca, dando paso a una mujer rubia de oscuros ojos que se aproximaba a la chica con grilletes en los pies.

-Lucía –canturreó la mujer arrodillándose frente a ella -¿Dónde están tus amigos? –sonrió.

-Ellos no vendrán.

-Oh, pero que tragedia –se levantó de golpe, haciendo que Lucía le dedicara una mirada moribunda –Recuerda que no tendrás de qué comer mientras ellos no estén aquí... contigo –fue caminando hasta la puerta y antes de cerrarla, Lucía habló.

-Te odio.

-Claro que sí –levantó las comisuras de sus labios –Solo que, hasta que ellos vengan, asegúrate de seguir respirando.

La puerta se cerró con fuerza haciendo doler los oídos de Lucía; se remojó los labios con saliva en un intento vago de que no se rompieran. Sus uñas se habían astillado de tal manera que llegaban a cortar, gracias a las pruebas recurrentes que hacía para liberarse de las cadenas de sus tobillos.

-Seguir respirando –se dijo a sí misma, no comprendía por qué la mujer había hecho énfasis en esa frase, así como tampoco llegaba a entender por completo quien era ella, no a tiempo.

Se escuchó la melodía de un campanario en alguna parte de la ciudad, lo que la hizo sentir menos sola.

-Debe ser de alguna iglesia católica... Aquí no hay muchas... ¿En qué parte de Osaka estoy?

Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar un pitido agudo y corto, de solo un segundo; aunque eso bastó para que se activaran sus sentidos de semidiosa, arrugó la nariz solo para percibir un olor amargo impregnando sus fosas nasales, seguido del sonido parecido a un globo desinflándose.

-Maldición –murmuró e hizo un esfuerzo tremendo para levantarse, lográndolo a duras penas. Arrastró los pies apoyando una mano en la pared para no caerse y trastabilló hasta llegar a una aparente ventana al otro lado de la habitación. Estaba sellada, con una cortina de flores cubriéndola. Lucía sintió la necesidad de maldecir todo a su alrededor mientras el olor se hacía más fuerte.

Arrancó la tela de un tirón dejando a la vista tablones de madera cruzada y ajustada a la pared con tornillos. Intentó no respirar y empezó a golpear sin mucha fuerza la madera. Dio un último golpe antes de apoyar su frente en la pared.

Unos repentinos mareos le entraron haciendo que cayera de rodillas con las manos a ambos lados de las piernas, conservó la mirada gacha.

-Tenía que ser... –se estrujó el ojo izquierdo para espantar las lágrimas producidas por la picazón –Una fuga de gas.

Tosió fuertemente un par de veces antes de vomitar lo poco que tenía en el estómago, por delante de sus rodillas. Se rascó los brazos débilmente, le dolía todo el cuerpo y su pulso y respiración eran dolorosamente irregulares. De inmediato supo que estaba sufriendo una intoxicación.

Volvió la vista arriba y le pareció ver a su padre, real, en carne y hueso frente a ella. No estaba herido, solo le tendía una mano a Lucía para ayudarla a levantarse al tiempo que sonreía.

-Vamos, arriba, campeona –dijo una voz que ciertamente no estaba ahí, pero sonó tan sólida.

Ella, inocente, extendió su brazo derecho y cayó de bruces al suelo, arañando su barbilla con el suelo disparejo, haciéndola sangrar.

Respiró el aire envenenado una vez más y se dio la vuelta para quedar de mira al techo gris.

-Ahora comprendo –se dijo y tosió –La hermana de mi madre, mi tía. Su madre era Nyx, la noche. Muchos hermanos y todos la despreciaban. Ella lo hizo todo para salvarme, para salvarme del fantasma de mi padre. Ella... Hybris.



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¡Hey, future fish! wake wake wake...

Okno, yo me entiendo.

Hey, esta vez no me atrasé tanto eh *le lanzan una chancla por graciosita* uh ;-; 

Pero no se preocupen :D Inspiración-senpai me visitó y ahora está encerrada en mi sótano inexistente ¿No es así?

Inspiración: ¿Qué hago aquí?

Ah, ya me debo dejar de infantilismos :v Espero que les guste este capítulo, me costó hacerlo, aparte de muchas horas de investigación sobre qué cara... melos se hace en una fuga de gas. Pero si les gusta vale la pena :3

Les dejaré dos preguntas muy sencillas 1- ¿Les gusta más los diálogos o los párrafos? para saber como mejorar. 2- ¿Quieren que Lucía muera? Yo aún no me decido :vvv

Bueno, hasta la próxima, y gracias por todo.

Capítulo dedicado a jessicatorres130902

Mafer_Ler

Brooke14580

No puedo dedicar a más de una persona :c


El retorno del semidiós [Percico-Pernico] #OppWards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora