La espada y el pincel

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Aún lloviznaba en el exterior de la casa y Helen se concentraba en terminar una de sus pinturas.

Después de su última salida había recuperado algo de inspiración aunque sólo le alcanzará para continuar su cuadro.
Una hermosa mezcla de colores fríos que se fusionaban con cálidos tonos naranjas. Si bien la pintura estaba acabada sentía que algo faltaba, con un largo suspiro dio por terminado su trabajo aunque interiormente no lo sintiera así.

...

Caminar bajo la lluvia siempre le ayudaba a pensar, era relajante, le permitía pensar a profundidad tal vez ahora podría dar con aquello que completaría su pintura.

Inmerso en sus pensamientos se dejó llevar por sus pasos y como en muchas otras ocasiones le encaminaron al lado rural del bosque.
Era sencillo atajar por alli para llegar a los distintos pueblos y granjas lindantes.
Pasadas unas horas se encontró a mismo frente a la capilla que se encontraba cerca.
En anteriores ocasiones se había acercado a la construcción admirando su apariencia colonial. Al igual que con la catedral de la ciudad encontraba un ambiente de paz
, aunque él no fuese religioso, tal vez era la calma del lugar y el hecho de que casi siempre estaba vacío y callado era aquello que le daba esa sensación.

Con la tormenta nuevamente empeorando se decidió por refugiarse en la capilla después de todo estaba vacía, el sacerdote residía en el pueblo y el lugar se dejaba abierto siempre.
Sin pensarlo más apresuró el paso e ingreso por la entrada. Con la poca luz proporcionada por el vitral a espaldas del altar, un nuevo cuadro se develaba frente a Helen...

Más allá de las filas de  bancos, al final del pasillo, por sobre la tarima una ilusión se alzaba frente al vitral.
La aparición ďe un ángel de blancas alas irradiaba una luz que develaba cada parte de la habitación. Aquella hermosa aparición se erguía de manera majestuosa por sobre el suelo, las blancas ropas y rubios cabello se bañaban en aquella mágica luz dándole una apariencia sobrenatural e irreal.
Al otro lado del pasillo Helen permanecía sin palabras ante aquella aparición.

El estruendo de los truenos le trajo en si.
Aquella luz como un flash se desvaneció junto a los estridentes sonidos.
Aun sobre el altar aquella figura de blancas ropas se mantenía en pie sólo que parecía más deteriorada y daba la impresión de tambalearse, cosa que así era,

Aquella persona empuñaba una amenasante espada en dirección al pelinegro.
Antes de poder decir algo aquella persona bajo bruscamente su brazo al dejarse caer inconsciente de cara al suelo.

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