C A P I T U L O 12

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—¿Cuántas rodajas corto? —preguntó en lugar de contestar a su pregunta.
_______ lo miró por encima del hombro. Él sujetaba el bacón con una mano y tenía un cuchillo en la otra.
—Tantas como pienses comer —respondió—. ¿Vas a contestar a mi pregunta?
—No.
—¿Por qué? —Ella mezcló harina, sal y levadura en un bol sin ni siquiera medirlos.
—Porque... —comenzó mientras cortaba un trozo de bacón— ... no es asunto tuyo.
—Acuérdate de que somos amigos —le recordó, muriéndose de ganas por conocer detalles de su vida personal. Mezcló aceite en spray con la harina y añadió—: Los amigos se lo cuentan todo.
Paró de cortar y la buscó con sus ojos azules.
—Contestaré a tu pregunta si tú contestas a una mía.
—De acuerdo —dijo, creyendo que siempre podría decir una mentirijilla inocente si se veía obligada.
—No. No tengo novia.
Por alguna razón su confesión hizo que el aleteo en su estómago se intensificara.
—Ahora es tu turno. —Se metió un pedazo de bacón en la boca antes de preguntar—: ¿Cuánto tiempo hace que conoces a Virgil?
_______ sopesó la pregunta moviéndose por detrás de Justin para coger la leche de la nevera. ¿Debería mentir?, ¿debería decir la verdad?, ¿o quizá ninguna de las dos cosas?
—Casi un mes —contestó con sinceridad y agregó un chorrito de leche al bol.
—Ah —dijo él con una sonrisa lacónica—. Amor a primera vista.
Al oír su tono suave y condescendiente, se dirigió hacia él señalándolo con la cuchara de madera.
—¿No crees en el amor a primera vista? —Apoyó el bol en su cadera izquierda y lo batió como había visto hacer a su abuela miles de veces antes, como ella misma había hecho más veces de las que podía recordar.
—No. —Justin negó con la cabeza y comenzó a cortar rodajas de bacón otra vez—. Especialmente si se trata de una mujer como tú y un hombre tan viejo como Virgil.
—¿Una mujer como yo? ¿Qué se supone que quieres decir?
—Ya sabes lo que quiero decir.
—No —dijo, aunque se hacía una idea—. No sé de qué hablas.
—Vamos. —El frunció el ceño y la miró—. Una chica joven y atractiva a la que le gusta... hum. —Se interrumpió y señaló con el cuchillo el dedo de _______—. Sólo hay una razón por la que una chica como tú se casa con un hombre que se hace la raya del pelo por encima de la oreja.
—Me gustaba Virgil —se defendió y batió la masa hasta conseguir una pelota densa.
Él arqueó una ceja con escepticismo.
—Quieres decir que te gustaba su dinero.
—Eso no es cierto. Puede ser encantador.
—También puede ser un autentico hijo de puta, pero teniendo en cuenta que sólo lo conoces desde hace un mes, puede que no lo sepas.
Procurando no perder los estribos y lanzarle otra vez algo, estropeando de paso la oportunidad de recibir la invitación de quedarse unos días más, _______ colocó el bol en la encimera.
—¿Por qué saliste corriendo de la boda?
No estaba dispuesta a confesarle a él sus razones.
—Simplemente cambié de idea, eso es todo.
—¿O porque al final te diste cuenta de que ibas a tener que mantener relaciones sexuales con un hombre lo suficientemente viejo como para ser tu abuelo durante el resto de tu vida?
_______ cruzó los brazos y lo miró con el ceño fruncido.
—Ésta es la segunda vez que sacas el tema. ¿Por qué estás tan fascinado por la relación que tengo con Virgil?
—No estoy fascinado. Sólo siento curiosidad —la corrigió, y continuó cortando algunas lonchas de bacón más, antes de soltar el cuchillo.
—¿Se te ha ocurrido pensar que quizá no he tenido relaciones sexuales con Virgil?
—No.
—Bueno, pues no las tuve.
—Gilipolleces.
_______ dejó caer las manos a los costados y cerró los puños.
—Tienes una mente y una boca muy sucias.
Impasible, Justin se encogió de hombros y apoyó una cadera en el borde de la encimera.
—Virgil Duffy no se hizo millonario dejando nada al azar. No habría pagado por tener una simpática joven en la cama sin catarla antes.
_______ quiso gritarle a la cara que Virgil no había pagado por ella, pero lo había hecho. Sólo que no había recibido retribución a cambio de su inversión. Si se hubiesen casado, sí la habría tenido.
—No me acosté con él —insistió sin saber si sentirse enojada o dolida porque la hubiera juzgado tan mal.
Justin alzó ligeramente las comisuras de los labios y un mechón de su espeso pelo negro le cayó sobre la frente cuando negó con la cabeza.
—Escucha, cariño, no me importa si te acostaste con Virgil.
—¿Entonces por qué sigues dándole vueltas al tema? —preguntó, y se recordó a sí misma que no importaba lo exasperante que Justin se mostrara, no podía perder los estribos con él otra vez.
—Porque creo que no te das cuenta de lo que has hecho. Virgil es un hombre muy rico y poderoso. Y lo has humillado.
—Lo sé. —Ella bajó la mirada a la pechera de su camiseta sin mangas—. Pensaba llamarle mañana y disculparme.
—Mala idea
Ella lo miró a los ojos.
—¿Demasiado pronto?
—Oh, sí. Y el año que viene también será muy pronto. Si yo fuera tú, sacaría el culo de este estado. Y tan pronto como fuera posible.
_______ dio un paso adelante, deteniéndose a varios centímetros del pecho de Justin y lo miró como si estuviera asustada, cuando la verdad era que Virgil Duffy no la asustaba ni un poquito. Lamentaba lo que le había hecho ese día, pero sabía que lo superaría. No la amaba. Sólo quería poseerla y no pretendía enfrentarse a él esa noche. En especial cuando tenía una preocupación más urgente: cómo conseguir una invitación de Justin antes de que se hiciera vieja.
—¿Qué es lo que va a hacer? —preguntó, arrastrando la voz—. ¿Contratar a alguien para matarme?
—Dudo que llegara a esos extremos —respondió, bajando la mirada a la boca de _______—. Pero podría hacer que fueras una niña muy infeliz.
—No soy una niña —susurró y se le acercó lentamente—. ¿O no lo has notado?
Justin se apartó de la encimera y la miró a la cara.
—No soy ni ciego, ni retrasado. Claro que lo he notado —dijo, deslizándole la mano alrededor de la cintura hacia el hueco de la espalda—. He notado muchas cosas de ti y si te quitas esa bata, estoy seguro de que me harías un hombre sonriente y feliz. —Le deslizó los dedos por la espalda, rozándola entre los hombros.
Aunque Justin estaba cerca, _______ no se sentía amenazada. Su ancho pecho y sus grandes brazos le recordaban su fuerza, pero sabía instintivamente que podría echarse para atrás en cualquier momento.
—Bomboncito, si dejo caer la bata, la sonrisa que se te pondría en la cara no se borraría ni con cirugía —bromeó, exudando seducción sureña en la voz.
Él le bajó la mano al trasero y le ahuecó una nalga. La estaba desafiando con la mirada a que lo detuviera. La estaba retando, tanteándola para saber hasta donde le dejaba llegar.
—Caramba, bien podrías valer un poco de cirugía —dijo al final, aliviando la tensión.
_______ se quedó paralizada durante un instante al sentir la suavidad de la caricia. A pesar de que le acariciaba el trasero y las puntas de sus senos le rozaban el tórax, ella no se sentía ni manoseada ni presionada. Se relajó un poco y le apretó las palmas de las manos contra el pecho.
Sintió bajo las manos sus definidos músculos.
—Pero no vales mi carrera —dijo él, soltándola.
—¿Tu carrera? —_______ se puso de puntillas y le prodigó unos besos suaves en la comisura de sus labios—. ¿De qué estás hablando? —preguntó disponiéndose a escapar si él hacía algo que no quería.
—De ti —contestó contra sus labios—. Me harías pasar un buen rato, nena, pero eres perjudicial para un hombre como yo.
—¿Eso crees?
—Me cuesta mucho decir que no a cualquier cosa desmedida, satinada, o pecaminosa.
_______ sonrió.
—¿Y cuál de ellas va por mí?
Justin se rió entre dientes contra su boca.
—_______ nena, creo que eres las tres cosas a la vez y me gustaría enterarme de lo mala que puedes llegar a ser, pero no va a pasar.
—¿Qué es lo que no va a pasar? —preguntó intrigada.
Se echó hacia atrás lo suficiente como para verle la cara.
—Algo salvaje y pecaminoso.
—¿Qué?
—Sexo.
Un enorme alivio la atravesó.
—Creo que hoy no es mi día de suerte —dijo en un tono insinuante a la vez que intentaba ocultar una gran sonrisa, aunque fracasó estrepitosamente

Simplemente irresistible {Justin Bieber & Tu} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora