C A P I T U L O 35

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Cuando los tres regresaron a la casa, Justin insistió en hacer el almuerzo. Se sentaron a la mesa del comedor y comieron cóctel de camarones, macedonia y pan de pita relleno con ensalada de cangrejo. Mientras ayudaban a Justin a recoger, __________ no pudo evitar fisgar en una bolsa de comida que había en la esquina junto al contestador automático.
Debido a las cuatro horas que esa mañana había pasado en el coche con Lexie y a la ansiedad del viaje, __________ estaba exhausta. Buscó la cómoda tumbona de la terraza y se acurrucó con Lexie en su regazo. Justin se sentó en una silla a su lado y los tres se pusieron a mirar el océano, contentos con el mundo. No tenía que ir a ningún sitio ni hacer ninguna otra cosa. __________ saboreó la tranquilidad que los rodeaba, aunque no podía decir que el hombre que se sentaba a su lado fuera una compañía particularmente relajante. Justin poseía una presencia demasiado apabullante y, además, tenían un pasado común doloroso que intentaba por todos los medios no recordar, pero esa casa en la costa maquillaba muy bien los problemas que tenían en algunos momentos, sobre todo cuando él se empeñaba en enfrentarse a ella.
Los sonidos relajantes y la brisa suave y apacible sosegaron a __________ hasta dejarla dormida y cuando se despertó se encontró sola. Una manta hecha a mano le cubría las piernas. La apartó a un lado, se levantó y estiró los miembros. La brisa le traía las voces de la playa, se acercó hasta la barandilla y se apoyó sobre el borde. Justin y Lexie no estaban en la playa. Movió la mano y una astilla afilada se le clavó en la yema del dedo. Le dolía, pero tenía una preocupación más apremiante.
__________ no creía que Justin se llevara a Lexie a ningún sitio sin decírselo a ella primero. Pero, por otro lado, no era el tipo de hombre que pensara que necesitaba permiso. Bueno, si Justin se había largado con su hija, entonces __________ tenía todo el derecho a asesinarlo y que se considerara un homicidio justificado. Pero al final no tuvo que matarlo. Los encontró a los dos en el gimnasio.
Justin estaba sentado en una moderna bicicleta estática, pedaleando con un ritmo constante. Miraba a Lexie que estaba sentada en el suelo con las manos apoyadas detrás y su pequeño y sucio pie derecho descansando sobre la rodilla doblada.
—¿Por qué vas tan rápido? —preguntó Lexie.
—Hace que aumente mi resistencia —contestó por encima del suave zumbido de la rueda delantera. Él aún llevaba puesta la camiseta de color aceituna y durante un segundo eterno __________ se permitió contemplar a gusto las fuertes piernas disfrutando del placer de mirarle.
—¿Qué es la resistencia?
—Es el tiempo que aguanto. Lo que un tío necesita para no quedarse sin fuerzas en el hielo y poder patear el culo a los jovencitos.
Lexie contuvo la respiración.
—Lo has hecho otra vez.
—¿El qué?
—Dijiste una palabrota.
—¿Lo hice?
—Sí.
—Lo siento. Tendré que esmerarme más.
—Eso es lo que dijiste la última vez —se quejó Lexie desde el suelo.
Él sonrió.
—Lo haré mejor, entrenadora.
Lexie guardó silencio por un momento antes de decir:
—¿Sabes qué?
—¿Qué?
—Mamá tiene una bicicleta como ésa —señaló en dirección a Justin—. Pero no la usa.
La bicicleta de __________ no era como la de Justin. No era tan cara, aunque Lexie estaba en lo cierto, no la usaba. De hecho, ni se había montado en ella.
—Oye —dijo, entrando en la habitación—, uso esa bicicleta todos los días. Es estupenda para colgar las camisas.
Lexie giró la cabeza y sonrió.
—Nos estamos entrenando. Yo fui primero y ahora es el turno de Justin.
Justin la miró. Los pedales de la bicicleta se detuvieron, pero la rueda siguió girando.
—Sí. Ya lo veo —dijo ella, deseando haberse cepillado el pelo antes de haberlos encontrado. Estaba segura de que daba miedo. Justin no habría estado de acuerdo con ella. La encontraba adorablemente desaliñada con las mejillas sonrojadas por el sueño. Su voz fue un poco más ronca de lo habitual.
—¿Cómo te ha sentado la siesta?
—No sabía que estaba tan cansada. —Se peinó el pelo con los dedos y sacudió la cabeza.
—Bueno, mantener el ritmo de las ocurrencias de esta pequeña mente puede ser agobiante —dijo Justin mientras se preguntaba si ella estaba haciendo a propósito esas cosas con su pelo.
—Mucho. —__________ se acercó a Lexie y le tendió la mano para ayudarla a ponerse de pie—. Vamos a ver si encontramos algo que hacer y dejamos que Justin termine.
—Ya acabé —dijo mientras se levantaba. Al hacerlo deslizó la mirada por sus pechos intentando no quedarse mirando su escote como si fuera un alumno de secundaria. No quería que lo atrapara mirando sin disimulo su cuerpo y pensara que era algún tipo de pervertido bastardo. Era la madre de su hija y, aunque no se lo hubiera dicho, sabía que ella no tenía una opinión demasiado elevada de él. Tal vez se merecía su baja opinión o puede que no—. En realidad, no pensaba hacer bici hoy, pero Lexie y yo nos estábamos aburriendo un poco mientras esperábamos a que te despertaras. Era el Centro de Belleza de Barbie o hacer algo de ejercicio en la bici.
—No te puedo imaginar jugando con las Barbies.
—Pues ya somos dos. —Justin tenía un problema con sus buenas intenciones: la parte superior del top que ella llevaba puesto minaba su voluntad. Era lo mismo que le pasaba a Superman con la kriptonita—. Lexie y yo hemos pensado en ir a cenar ostras.
—¿Ostras? —__________ centró la atención en Lexie—. No te gustarán las ostras.
—Claro que sí. Justin me dijo que sí me gustarían.
__________ no discutió, pero una hora más tarde, sentados en la marisquería, Lexie vio la foto de las ostras en el menú y arrugó la nariz.
—Son asquerosas —dijo. Cuando la camarera llegó a su mesa, Lexie le pidió un sándwich de queso con pan «fresco», patatas fritas en «plato aparte» y salsa de tomate «Heinz».
Luego la camarera centró su atención en __________ y Justin se acomodó para observar el poder del encanto sureño y de la espectacular sonrisa de __________.
—Ya sé que está muy ocupada, y sé por experiencia que su trabajo es muy ingrato y sumamente frenético, pero es obvio que tiene un buen corazón, así que espero que no le moleste que haga algunos pequeños cambios en el menú —comenzó; su voz exudaba compasión por la mujer y por su ingrato trabajo. Cuando acabó, había pedido salmón y salsa de patatas y cebolletas con mantequilla y limón, y eso último no estaba en el menú. Sustituyó las patatas por arroz, sin mantequilla, con sólo una pizca de sal y unas pocas cebolletas. Pidió el melón en un plato aparte porque el melón nunca se debía servir caliente. Justin medio esperaba que la mujer mandara a __________ al infierno, pero no lo hizo. La camarera parecía totalmente feliz de poder cambiar el menú de __________.
Comparado con sus dos acompañantes, el plato que pidió Justin fue sumamente fácil. Ostras con sólo media concha. Nada extra. Ni plato aparte. Tan pronto como la camarera se fue, él miró a las dos chicas que estaban frente a él. Ambas llevaban vestidos sueltos de verano. El de __________ hacía juego con el verde de sus ojos. El de Lexie con su sombra azul. Intentó no fruncir el ceño, pero odiaba ver a su hija con todo ese mejunje. Era demasiado embarazoso y se sentía sumamente agradecido por la oscuridad de la habitación.
—¿Te vas a comer eso de verdad? —preguntó Lexie cuando llegó la comida. Se inclinó hacia adelante, fascinada y asqueada a la vez.
—Sí. —Levantó media concha y se la llevó a los labios—. Mmm —dijo, succionando la ostra con los labios para tragarla.
Lexie lanzó un chillido de repulsión, incluso __________ parecía un poco asqueada cuando volvió a centrar la atención en el salmón con salsa de patatas y cebolletas con mantequilla y limón.
El resto de la cena resultó muy bien. Charlaron con menos tensión de la que solían, pero la tranquilidad de la noche acabó cuando la camarera colocó la cuenta al lado de él. __________ intentó cogerla, pero él la detuvo con la mano. Sus ojos se encontraron por encima de la mesa y Justin se dio cuenta de que __________ parecía una mujer dispuesta a remangarse y luchar por la nota.
—Yo pagaré —dijo Justin—. No quiero discutir —avisó, apretándole la mano. 
No era rival para él, aunque quisiera.
En vez de oponerse, ella le dejó ganar, pero su gesto le indicó que continuaría la discusión cuando estuvieran solos.

Simplemente irresistible {Justin Bieber & Tu} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora