Acepto. No sé por qué, pero acepto bailar con él.
Justo en ese momento, y siendo un capricho del destino, comienza a sonar una de mis canciones favoritas: Lento de Daniel Santacruz.
Poco a poco, se acerca a mí, supongo que por recelo a que cambie de opinión. Pero no voy a hacerlo. La encandiladora voz de Daniel, empieza a entonar la letra:
"No quiero separarme de ti,
ni siquiera un momento.
No quiero perder el tiempo.
Tú sabes que te quiero a morir,
que no soy de aspavientos.
Y que me gusta lento."
Con una precisión perfecta bailamos la canción en silencio. Lo hace estupendamente, es un gran bailarín. La canción sigue su ritmo, y yo me pierdo en el momento. Me envuelven la música, sus brazos y su olor. La mezcla perfecta. Las personas a nuestro alrededor bailan, cada uno a su bola.
-Conoces la canción -Afirma, cerca de mí.
Yo le miro a los ojos, y asiento.
-Es una de mis canciones favoritas -digo, y él sonríe.
-No la había escuchado en mi vida. -Con un movimiento de caderas, hace que nos giremos, y así, aprovecha para pegarme todo lo posible a él. Su pelvis, está totalmente pegada a mi vientre y sus movimientos, me mueven a su antojo.
-Pues no sabes lo que te has perdido -Consigo balbucear.
La canción continúa; sigo deleitándome con ella y con el bailarín que me tiene entre sus brazos. Me mece en las partes más lentas y me guía, divinamente, en el estribillo.
"Lento, baílame lento,
así, con todo sentimiento.
Vem cá menina, não me deixe.
Lento, cierra los ojos
y vivamos el momento.
Baila conmigo hasta que veas salir el sol."
Concluye, y así, nuestro perfecto baile, lo hace también. Lentamente, nos separamos, pero antes de que podamos decir algo, Elvira, me coge del brazo.
-¡Aurorita de mi alma, necesito tu ayuda! -exclama aceleradamente. A regañadientes, dejo de prestar toda mi atención al capullo que me llama refunfuñona, y la presto a mi alocada amiga.
-Tú dirás.
Se aferra más a mi brazo, y con una sonrisa inocente, dice:
-Lo siento, Pablo, pero me la llevo.
Él permanece impasible, y murmura:
-Toda tuya.
En ese momento, Iris, que ya estaba tardando, se coloca en medio de los tres, y reclama su sitio con su "corazón"; como lleva toda la noche llamándole.
Cursi.
Elvira, me conduce hasta los baños de mujeres, y nos encerramos en un cubículo.
-¿Qué sujetador llevas? -inquiere apresuradamente.
La miro con incredulidad y enarco una ceja.
-¿Para qué quieres saberlo?
De ella me lo espero todo. Con gesto de premura, ordena:
ESTÁS LEYENDO
Nuestros
RomanceAurora, una prometedora diseñadora de interiores, lleva una vida monótona, pero feliz en Madrid. Lleva un gran sufrimiento a sus espaldas que no la deja ser del todo ser feliz, pero aún así, hace todo lo posible por salir adelante. Todo esto cambia...