Capítulo 7

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-Tómame de los pies a la cabeza, porque quiero ser la lava que derrama tu volcán de miel. Bésame, tápame la boca, con tu boca porque quiero arder. Ooooooooooooh... -canturreo la canción, del artistazo de Pablo Alborán, mientras me depilo en la ducha –. Ardor, que fue bajando hasta el cinturón, que tú desabrochaste sin ningún pudor. Empapaste todas las ventanas de mi desordenada habitación ...

¡Qué me gustan las canciones de este hombre!

Termino la depilación y la ducha, y envolviéndome en una toalla grande para el cuerpo y otra pequeña para el pelo, salgo del baño de mi habitación. ¡Cómo echaba de menos un baño propio! Bueno, lo he compartido con Belinda, pero ella es tan gentil, que me ha dejado pasar primero y no ha protestado en todo el tiempo que he estado dentro.

–¿Todavía estás así? –inquiere Elvira, molesta, señalándome con un dedo. Ahí tenemos el caso contrario..., la paciencia no es una de sus virtudes –. La peluquera está esperándote.

Mi prima Ángela ha contratado dos peluqueras para todas nosotras. Elvira ya está preparada con su maquillaje atrevido en tonos plata y dorados. Está guapísima, y la barra buganvilla es una monada. Ella ya está peinada, con un medio recogido, un tocado turquesa, a juego con los complementos de su vestido. Está guapísima.

–Ya voy, ¡agonías! –mascullo y, como las balas, llego hasta la salita, donde están las peluqueras.

–Holaaaa –saludo a las mujeres.

–Buenos días –responden al unísono.

Una de ellas está liada con mi prima. La está dejando preciosa. La otra, me ofrece una de las sillas para sentarme.

Después de una hora y media, estoy lista de cuello para arriba. La peluquera me ha dejado espectacular. Iba a ponerme unas flores en el pelo, junto a un recogido. Pero he cambiado de opinión. He decidido que me haga ondas por toda la melena y me las peine, Es más sencillo y cómodo. Luego me ha maquillado; los ojos en tonos cobre y grises y los labios carmesí. ¡Qué mona estoy!

–Que guapas estáis –Mi padre entra en la habitación –. Ángela, vas a ser la novia más bonita de todas.

A mi prima se le saltan las lágrimas. Está emocionadísima.

–Gracias tito... No solo por lo de guapa –rompe a llorar. ¡Ay el maquillaje de novia! –. Si no por todo... Para mí no eres mi tío, eres mi padre. Siempre nos has cuidado, nos has querido y protegido por encima de todo –solloza en su hombro –. Y... Te quiero mucho. Te quiero como a nadie, papá –suspira y se aferra más a él –Para mí, sois mi familia. Todos. Maca y Auri no son mis primas, también son mis hermanas. Os quiero muchísimo. Te quiero.

Sin darme cuenta, las lágrimas también han comenzado a resbalar por mis mejillas. Tengo un nudo de emociones en la garganta que apenas me deja respirar.

–Mi niña –mi padre, claramente emocionado, la besa por el pelo y, separándose de ella, le limpia las lágrimas –. Tanto tú, como María sois mis hijas también. Os quiero más que a mi vida, y no sabes lo feliz y a la vez triste que estoy, de que te cases. Por una parte, sé que te casas con un buen hombre, enamorada y feliz; y eso me hace, a mí, el hombre más dichoso del mundo. Por otra parte, estoy muy triste de que mi hija mayor se vaya de mi lado. Aún así, quiero que sepas que estoy aquí, siempre, para ti. Y que si Jesús te hace algo, cualquier cosa, me lo digas porque le corto los huevos.

Ángela, llora a mares y sonríe entre la cascada de agua.

–Lo haré.

Acto seguido, yo, me lanzo a abrazarlos a ellos. Son mi familia y los adoro.

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