Pablo
Sé que me he pasado siete pueblos con ella. Lo sé. Pero, ¿qué hago? No puedo evitarlo. Al igual que no puedo evitar la sonrisa de gilipollas que llevo plantada en la cara. Vaya si pega fuerte la refunfuñona.
Paco, como buen perro fiel, espera detrás de la puerta. ¡Será cabrón! Porque ha visto a Aurora, que si es por mí, se queda tirado en la terraza de mi estudio pasando de mi culo.
–No me mires con esa cara de mongolo –le advierto al animal –. Es mejor que no entres a ver a la fiera que hay dentro.
Dicho esto, prosigo mi camino hacia mi destino: el sofá.
Llego al salón, dónde antes de sentarme en el sofá, y como siempre que he estado cerca de ella más de cinco segundos, tengo que acomodar mi polla en los bóxer. Y es que, ¿cómo no voy a ponerme así? Entre el vestidito, lo que me pone cuando se enfada, lo bien que le sienta mi ropa y como me besa..., es explosiva. Tiene facetas; la sencilla con los vaqueros, la dulce cuando se arregla, y hoy he descubierto la explosiva. He de reconocer que me encanta esa faceta, pero que no me ha hecho ni pizca de gracia que el nenaza con el que ha salido la haya visto así, cenado con ella, y encima, besado. En vez de soltarle la milonga que de que era mi mujer y que estaba como una cabra, me apetecía haberle partido la boca. Pero si hubiera hecho eso, ella no me hubiera perdonada. Además, ¿cómo lo explico? "No, mira, Aurora. Le he partido la boca porque me ha apetecido, no porque me joda que te meta la lengua hasta el fondo."
Mi móvil comienza a sonar en el interior de mi pantalón. Lo saco, y bufo al ver quién es.
–Dime –murmuro, sin ganas, al cogerlo y tirarme en el sofá.
–¡Qué sieso! –replica, pero con voz melosa. Mejor que la de histérica, mil veces –. ¿Te ocurre algo, mi vida?
¿Tanto coraje le da a Aurora cuando la llamo por apelativos cariñosos? Porque a mi sí cuando lo hace ella.
–No me ocurre nada –Me inclino, medio bostezo y apoyo la barbilla entre el pulgar y el índice.
–¿Por qué no nos vemos? No sabes lo cachonda que me he puesto pensando en lo de la otra noche... –propone, y cambia el tono a insinuante. ¡Lo qué me faltaba!
–No, Soraya –mustio –. Hoy no puede ser.
Me fijo en la mesita del salón, mientras escucho los reproches de la loca que tengo al teléfono. Ahí, veo el mando de la PlayStation 4, y decido jugar un partidillo al Fifa antes de dormir. Total, mi cama hoy está ocupada por una salvajita refunfuñona, a la que... Mejor no pienso las distintas formas en que me la follaría.
–¡Estás con otra guarra, ¿verdad?! –me grita, reprochándome, desde el otro lado de la línea –. ¿Qué pasa? ¿Con una te cansas? ¡El miércoles me follaste toda la noche! ¿Y ahora?
Bla..., bla..., bla.
–¡Soraya! –la corto. Me está tocando los cojones, con sus numeritos –. Tú y yo no tenemos nada, ¿entiendes? Siempre ha sido así, y nunca te ha parecido mal. Así que no entiendo a que vienes ahora con reproches –Me ha hecho levantarme del sofá. No podía quedarme sentado, y ahora estoy dando vueltas por el salón –. Y, para tu información, yo no estoy con ninguna guarra.
Y es verdad. Aurora no es una guarra, y si lo es, lo disimula de maravilla. Le podría dar un Goya a la mejor actriz.
Después de una absurda discusión con Soraya, suelto mi iPhone en la isla de la cocina, negando con la cabeza al ver los condones que traía Aurora en el bolso. Lo que me faltaba es que se acostara con otro.
Paso casi tres horas jugando a la Play con Paco a mi lado. No puede ser más triste; la mujer que me trae loco en mi cama, ligerita de ropa, y yo aquí jugando un partido Atleti-Barça. Sobre las dos de la mañana, me aburro, y decido irme a dormir. Pero antes voy a darme una ducha. Hoy ya lo he hecho, pero sé que si no lo hago, me va a costar más coger el sueño. Entro al baño de la parte de abajo, me quito la ropa, me meto en la ducha y me la doy con agua fría. Aún no se me ha bajado el calentón por culpa de Aurora, y mi ego no me permite hacerme una paja. Termino, y me enrollo una toalla en la cintura. Caigo en la cuenta de que no tengo nada que ponerme, y que le moleste o no a la refunfuñona, voy a entrar a mi habitación a ponerme uno bóxers por lo menos. Me echo desodorante, y salgo del baño. En la puerta, tengo a Paco esperándome. Le acaricio el hocico, que le encanta, y comienzo a subir las escaleras. Aún estoy un poco mojado, pero me da igual. Mañana viene, de todos modos, Candelita a limpiar. Subo las escaleras, cruzo el pasillo, y entro a mi habitación. La única claridad, es la que entra de las luces de Madrid por el gran ventanal. Me acerco a la cama, y ahí, está ella. Tiene el cuerpo extendido, una pierna estirada y la otra flexionada en el centro del colchón. Está durmiendo boca arriba, con la cabeza ladeada, apoyada en la almohada. Su brazo izquierdo lo tiene apoyado en su vientre y el derecho al lado de su cara en la almohada. El pelo lo tiene suelto, pero todo a un lado, y la boquita la tiene entreabierta. Observo como su pecho sube y baja por la respiración, y como hace, pequeñas y casi imperceptibles, muecas con la cara.
Desde luego, está muy a gusto.
No sé porqué lo hago, pero la tentación de inclinarme sobre ella y besarla en la frente, es más fuerte que yo. Y lo hago. Luego, la arropo con las sábanas, las cuales ha deshecho enteritas. ¡Vaya mal genio que tiene! Cualquiera que la vea así durmiendo, piensa que es pacífica e inocente. Pero que no os engañe, es todo lo contrario.
La puta sonrisa de gilipollas, ha vuelto a mi cara. Pablo, eres un capullo; como bien dice ella. Entro al vestidor, y me pongo solo unos bóxer. Soy de esas personas que no puede dormir bien con mucha ropa, me agobia demasiado, aunque haga frío.
Antes de irme, vuelvo a mirarla. Me cuesta un mundo no quedarme a dormir con ella.
*******
¡Hola, amores! Este capítulo es muy cortito, porque es una parte en la que narra Pablo. En el capítulo original, después de esta parte indica que comienza a narrar de nuevo Aurora, pero he preferido subirlo directamente para evitar confusiones.
Como se puede comprobar, las narraciones son distintas Pero hay que tener en cuenta, que es otra persona quien narra, y piensa, habla y siente de diferente manera.
Por favor, dejar comentarios con la opinión y decidme que os parece que narre nuestro protagonista.
¡Un beso!
Aquí una foto de la dormilona
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Nuestros
RomanceAurora, una prometedora diseñadora de interiores, lleva una vida monótona, pero feliz en Madrid. Lleva un gran sufrimiento a sus espaldas que no la deja ser del todo ser feliz, pero aún así, hace todo lo posible por salir adelante. Todo esto cambia...