Sostengo en brazos a mi preciosa Luz. Está tan bonita vestida de rosa... Ahora mismo debo parecer una idiota mirando a mi sobrina como si fuera lo más maravilloso del mundo; pero para mí ahora lo es. Tiene la piel morenita como mi cuñado, pero parece que los ojitos van a ser claros. Aunque muchos bebés los tienen claritos por la lactancia los primeros meses y después les cambian.
Suspiro atontada y acariciándole el poco pelo.
Es la más bonita y punto.—¿Se ha dormido? —me pregunta mi hermana, Macarena, sentada en el sofá que hay frente al mío.
—Sí. Es una dormilona. —Le beso la cabecita—. Voy a llevarla a la cuna.
Mi hermana asiente y me levanto con cuidado. Hemos transportado un moisés al salón de casa de mi padre para cuando Luz esté aquí. Afortunadamente, tiene ruedas y es muy fácil de transportar.
Dejo a la bebé en él y me acerco a mi hermana.
—¿Cómo te encuentras, ex bola de queso? —Le preguntó, inclinada en el cabezal del sillón donde está sentada, y donde estoy yo abrazada a sus hombros y con la cabeza en la suya.
—Me encuentro algo mejor de los dolores. Simplemente quiero dormir todo el día. Esta semana, desde que ha nacido Luz, no he tenido un segundo de descanso.
—Lo sé, lo sé... —La beso en la mejilla—. Aprovecha ahora y échate una cabezadita. María, papá, yo, la abuela y su guardaespaldas, Miguel (su hijo más mayor), la vigilamos.
Ella asiente y cierra los ojos.
Decido que voy a darle un respiro y, aprovechando que mi padre entra al salón, salgo.—He concertado el AVE para dentro de tres días, ¿vale? —Me informa María, una vez entro en la cocina.
—Sí, está bien. —Asiento y tomo asiento en uno de los taburetes de la cocina—. Teo dice que este fin de semana nos invita a ir con él a un desfile de trajes de novia.
—¡¿En serio?! —aplaudió—. Yo quiero ir. Me encantan esas cosas, ¡y más si es de novias!
Río negando con la cabeza.
—Es el sábado a las nueve.
—¡Genial!
María saca del frigorífico un cartón de leche merengada fresquita y sirve dos vasos, uno para ella y el otro para mí.
—¿Sabes lo que me ha dicho Fernando? —Sonríe como una tonta. Yo la miro y le hago un gesto con la mano para que me diga—. Dice que o vuelvo ya o vendrá él por mí.
Pongo los ojos en blanco.
—Él como siempre —bufo.
Mi prima me mira curiosa.
—Y dime, ¿qué hay de Pablo? No me has contado nada más.
Me encojo de hombros, contrariada.
—¿Aurora...? —insistió.
—Lleva sin llamarme ni hablarme tres días. Y estoy que me subo por las paredes —reconoció apesadumbrada—. No sé por qué...
—No te montes películas que nos conocemos y eres peor que James Cameron —farfulla, alzando la mano—. ¿Le has hablado tú?
—La última vez que hablamos, sí —respondo—. Y me niego a volver hacerlo. No voy a arrastrarme detrás de él.
—Pero...
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Nuestros
RomanceAurora, una prometedora diseñadora de interiores, lleva una vida monótona, pero feliz en Madrid. Lleva un gran sufrimiento a sus espaldas que no la deja ser del todo ser feliz, pero aún así, hace todo lo posible por salir adelante. Todo esto cambia...