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HUNTER

            El padre de Dana vuelve unos minutos después y me obligo a mí mismo a levantarme de la cama. Él se acerca a Dana y besa su frente, ella le sonríe y yo necesito salir de allí.

-        Ahora vuelvo. - Salgo sin esperar respuesta y camino hasta la salida del hospital, necesito aire. Me apoyo en el muro de ladrillos que forman el edificio, donde un par de personas están fumando un cigarro con sus mentes en otra parte. Odio los hospitales, nunca traen buenas noticias.

            ¿Por qué tienen que venir ahora? En serio, no quiero verlos.

            ¿Cuánto tiempo ha pasado, dos meses, tres? Ni una llamada, ni una maldita llamada y ahora esperan que les reciba con los brazos abiertos agradeciendo al cielo para seguir vivo y poder estar con ellos... ¡Una mierda!

            No me doy cuenta de que estoy apretando los puños con tanta fuerza hasta que siento que me hormiguean las palmas de las manos por la falta de sangre. Relajo los puños y los sacudo intentando que la sangre vuelva, camino de un lado al otro respirando fuerte, joder siento que me falta el aire de la rabia que tengo dentro.

            ¿Por qué mi padre no puede ser como el de Dana?

            Bebe los vientos por ella. Mi padre en cambio, nunca en la vida me ha dicho que he hecho algo bien, siempre sacaba alguna pega para hacerme sentir como una completa mierda. Recuerdo que hasta los primero años de instituto me rompía el cuello para intentar gustarle, porque yo solo quería su aprobación, quería que estuviera orgulloso de mí. Él, en cambio, sabía cómo dejarme por los suelos y lo más gracioso es que no se daba cuenta de que lo hacía, le parecía y le sigue pareciendo algo normal. Claro está que ahora me importa una mierda lo que piense de mí y en cuanto termine el instituto pienso largarme lejos, buscar un trabajo y vivir por mi cuenta. A la mierda la universidad, no pienso seguir bajo su brazo.

            Nunca he fumado, ni se me ha pasado por la cabeza el querer hacerlo, pero ahora mismo me vendría bien relajarme un poco porque el muro me está pidiendo a grito que le pegue un puñetazo.

            Dicho y hecho, me giro y camino directo al muro. Grito de rabia y le pego un puñetazo al ladrillo donde inmediatamente se quedan marcados mis nudillos por la sangre. Maldigo en voz baja y me limpio el puño con la camiseta, manchándola.

            Uno de los hombres que estaban fumando se acerca a mí y me pregunta si me encuentro bien. Su cara decaída lo deja claro, siente lastima por mí, seguro que cree que he perdido a alguien o algo.

            Tranquilo, perdí a mis padres hace mucho tiempo.

            Cojo aire y lo suelto despacio infundiéndome algo de tranquilidad para volver dentro. Dana no necesita cargar con mi mierda y si puedo evitarlo, ni se enterará de la herida de mi puño aunque, joder como duele. Nunca he sido un tío conflictivo, bueno solo cuando la situación lo requería, pero los puñetazos se los llevaba la gente no unos trozos de ladrillo duros como una piedra. Nunca mejor dicho.

            Vuelvo dentro y camino hasta la habitación de Dana, voy a golpear la puerta para entrar, pero la conversación de dentro me obliga a curiosear y pego la oreja disimuladamente.

-        Papá, de verdad vete a casa. Estoy bien.

-        Dana, no voy a dejarte aquí sola. – La voz de su padre suena algo disgustada.

-        Mamá te necesita más que yo y lo sabes. No puedes dejarla toda la noche sola.

-        Pues iré a buscarla y... - Su voz se apaga y tartamudea lo mismo varías veces, sin saber muy bien qué decir. La puerta no está cerrada y consigo ver por una rendija que Dana le sonríe triste a su padre apretando su mano. 

TU ELIGES (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora