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HUNTER

Maldigo para mis adentros pero no demuestro sentimiento alguno, ver sus ojos sin rastro de esperanza me vuelven fuerte. Tengo que serlo, por ella.

- Soy idiota, debería haberle enviado el mensaje antes. Debería haber venido con ellos, si no fuera tan cobarde...

- ¿Ellos, quiénes son ellos? – Hago que se siente a mi lado y la rodeo con mi brazo para intentar calmarla.

- Tu padre y el mío. Los he dejado en casa cuando he salido a buscarte, le he prometido a tu padre que te encontraría y mira donde estamos. En vez de salvarte he conseguido encerrarme a mí también, soy una inútil.

- Oye, para de una vez. ¿Has dicho que mi padre sabe todo esto? – Se aparta de mí para mirarme a los ojos y asiente restregándose los ojos con el dorso de la mano.

- Vino a mi casa muy preocupado y cuando se enteró de lo que había pasado se volvió loco Hunter, no tienes ni idea de lo mucho que te quiere. Tu madre estaba de camino cuando me fui, supongo que estará llegando y cuando descubra que sigues desaparecido... Y todo por mi culpa.

Me levanto del suelo como puedo y comienzo a dar vueltas de un lado del sótano al otro. No puede ser, mi madre estaba en una de las semanas más importantes de todo el año para su revista, ni siquiera por mi cumpleaños es capaz de venir a verme. Y ahora está de camino a casa, preocupada como mi padre y yo no voy a estar ahí. Me giro hacia Dana con la convicción de que saldremos hoy mismo de este lugar y hago que se levante.

- Deja de llorar, así no conseguirás nada Dana. Ya has sufrido mucho por lo que ese imbécil te ha hecho, está trastornado y nada de lo que hayas hecho o puedas hacer servirá para que cambie de idea. Los locos son así, solo puedes hacer una cosa. - Me quedo en silencio sopesando si es buena idea lo que estoy a punto de sugerir pero mirándolo por otro lado, no nos quedan más opciones.

- ¿El qué?

- A Thomas le gusta jugar ¿verdad? Pues eso es exactamente lo que haremos.

Camino hacia la puerta y comienzo a golpearla lo más fuerte que puedo, grito su nombre con la intención de que baje hasta nosotros, enfadado si es posible.

- ¿Hunter, qué vas a hacer? – Se aproxima a mí con gesto preocupado y tira de mis brazos para que deje de aporrear la puerta y me centre en ella pero no tengo tiempo de hacerlo pues la puerta se abre de golpe y aparece Thomas con el arma apuntando en mi dirección.

- ¿No te he dicho que te quedes quietecito?

- Tenemos que hablar.

- Oh sí, está claro que tenemos que hacerlo. Dana cariño, ven aquí. – Estira su brazo esperando a que se acerque pero ella no se mueve, tiene los ojos fijos en la pistola. - ¡Que vengas aquí te he dicho! – Carga el arma de forma amenazadora y ella sola sale rápidamente de su estupor. Camina hacia él y se pone tras su espalda, yo la miro vocalizando palabras de aliento.

- No le grites.

- No me digas lo que tengo que hacer – se gira hacia ella bajando el arma y sonríe como si todo fuera bien. – Además, necesito que esté a mi lado para poder mirarla a los ojos y me diga la verdad.

- ¿Qué verdad? – Susurra.

- ¿Te has acostado con él?

- ¡¿Qué?! – Me mira a mí y después a él de nuevo tragando saliva.

TU ELIGES (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora