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DANA

Tenía ganas de besarlo.

Dios tenía muchas ganas.

Camino con paso rápido abrazándome a mí misma por el frío. Antes, cuando estaba sentada en el bordillo me morí de frío. Ese frío que te entra en el cuerpo que te hace hasta daño, pero no quería marcharme. No quería irme porque Hunter estaba a mi lado, abrazándome y mirando conmigo las estrellas. ¿Qué chica no ha querido eso alguna vez?

Pero cuando me ha dicho lo de "amiga", me he sentido la persona más humillada del mundo. No tenía derecho a sentirme así pues en el fondo sabía que era imposible que Hunter me viera de otra manera, pero igualmente lo he sentido.

Aunque después, con lo que ha dicho al despedirnos... ¡Estoy volviéndome loca! No entiendo nada. ¿Qué se supone que significa eso?

Dejo de pensar en todo lo acontecido este mismo día cuando giro la calle para llegar a mi barrio. Veo mi casa a lo lejos y no puedo evitar pensar en las ganas que tengo de tumbarme en mi casa a descansar.

Camino mirando hacia las suelas de mis zapatos, como si no mirando hacia delante pudiera resguardarme del frío. Un cuerpo me empuja tras un muro que impide ver todo lo que pasa tras él y viceversa. No grito, más que nada porque no puedo, una mano me lo impide.

- Hola preciosa ¿Me echabas de menos?

- Thomas. – Susurro sobre sus dedos que aprietan mis labios.

Mi cuerpo empieza a temblar por sí solo. No entiendo cómo aun estando acostumbrada a él si poniéndome nerviosa.

- ¿Pensabas que me había olvidado de ti? – Separa la mano de mi boca y esta vez se pega a mi cuerpo del todo aplastándome contra la pared. Agradezco al cielo por llevar pantalones largos esta noche.

- No, claro que no. – Susurro intentando seguirle el juego. Con el tiempo he aprendido que eso es lo mejor.

- Pues está claro que tú sí que te has olvidado de mí. – Me agarra de la mandíbula apretándola poco a poco. Dios otra vez no, ese moratón es de los más difíciles de tapar.

- No es verdad.

- ¿Ah no? Vamos a tu casa entonces. Demuéstrame lo mucho que me has echado de menos.

- Estoy cansada Thomas y mi padre está en casa. – Levanto la cabeza en un intento de que me suelte, pero eso hace que apriete más fuerte.

- Thomas, Thomas... ya no me llamas Tommy. – Chasquea la lengua y cuando creo que por fin me va a soltar, solo cambia el lugar de agarre. Aprieta mi cuello empujándome con más fuerza contra el muro y se me escapa el poco aire que tenía retenido, su mirada ya no es juguetona. Ahora está serio, enfadado.

- Te has divertido mucho con ese imbécil ¿eh? – Si hubiera tenido algo de aire dentro del cuerpo, ya lo habría echado. ¿Cómo me ha visto con él?

- Yo... Thom... - Intento articular palabra pero me duele demasiado la garganta.

- Tenéis mucha confianza por lo que veo. Casi os besáis... - Susurra acercándose hasta mi boca, recoge entre sus dientes mi labio inferior y tira de él hasta hacerme daño.

- No, solo somos amigos.

- Por supuesto que solo sois amigos. Porque tú eres mía Dana, que no se te olvide. – Su tono de voz destila rabia y aprieta los dientes con fuerza marcando su mandíbula, me suelta el cuello y de seguido sin dejarme siquiera procesarlo, me pega dos tortazos, con el segundo acabo en el suelo.

TU ELIGES (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora