DANA
Cuando mi padre se levanta para hacer la cena, me acerco a mi madre en el sofá y ocupo su sitio. Sujeto su mano y apoyo la cabeza en su hombro, como solía hacer cuando lloraba de pequeña. He pasado la mejor tarde desde hace mucho tiempo, mi madre ha sonreído por algún comentario que ha hecho mi padre y eso para mí ya es el mundo. Saber que está aquí, con nosotros...
Sobre las ocho de la noche nos sentamos en la mesa para cenar. El pie ha empezado a dolerme un poco, pero con las pastillas del médico supongo que se me pasará y podré dormir esta noche.
- ¡A cenar!
- Vamos mamá. – La incito a levantarse y tras apagar la televisión, caminamos hacia la mesa. Veo que papá ha preparado mi plato favorito y no puedo evitar sonreír, hacía mucho que no cocinaba.
- ¿Qué te parece? Aún no he perdido facultades. – Me río y mi madre es la primera en sentarse a cenar.
Papá hace los honores y corta el pan de ajo recién horneado. Recuerdo que de pequeña lo odiaba, mi madre no podía por más que intentaba hacérmelo comer y un día, me contaron una historia de vampiros que me mantuvo la noche en vela. Entonces me dijeron que el ajo los ahuyentaba y mágicamente me volví adicta a ese plato.
- ¿Por qué sonríes?
- Recuerdo cómo conseguisteis hacerme comer este pan. – Su sonrisa no se hace esperar, pero con algo de nostalgia.
- Hacía mucho que no lo probabas.
- Es que solo me gusta cuando lo cocinas tú. – Se ríe sirviéndome un trozo junto con unas patatas y comenzamos a comer.
En el mismo momento en el que trago el primer trozo llaman a la puerta. Nos quedamos en silencio un segundo y nos miramos. No esperamos a nadie, es más, nunca viene nadie a casa. Un nombre cruza mis pensamientos y ruego para que no sea él. Pero como siempre, la suerte no está de mi parte y cuando mi padre abre la puerta, Hunter está esperando fuera. Con su pose de chico tranquilo, sin problemas. Le sonríe a mi padre y antes de que gire la cabeza para mirar en otra dirección, centro la vista en mi plato, no quiero que se dé cuenta de que le estoy observando.
- Hunter, qué sorpresa. Pasa.
Maldita sea papá, ¿no sabes que a estas horas no se tiene que dejar que te molesten mientras cenas?
- No quería molestar. Traigo esto para Dana. – Oigo su voz acercándose y cuando dice mi nombre no puedo evitar mirarle de reojo, aún sin girarme en la silla.
Mi madre, por supuesto, sigue cenando como si nada pasara. Ojalá pudiera hacer yo lo mismo.
- Acompáñanos por favor, acabamos de sentarnos a cenar. Así saldo esa deuda que tenía contigo. Por salvar a mi niña.
- Papá... - Le regaño por llamarme así, odio que lo haga delante de la gente. Sí, soy su niña, pero nadie más tiene por qué saberlo.
Al contrario de lo que pensaba, Hunter no se opone y agarrando la silla que está junto a mí, se sienta. Me mira con una sonrisa de esas asquerosamente bonitas que tiene y me enseña las muletas que lleva en la mano.
- Esto es para ti. Hola señora Lemoine. – Saluda a mi madre con soltura, aún sabiendo que ella no le va a contestar, solo le mira y después me mira a mí.
Sí mamá, es un chico. Y es un chico muy entrometido. Que me saca de mis casillas y que no quiero soportar.
- Espero que te guste el pan de ajo, a Dana le encanta. – Vuelve a sentarse junto a mamá tras dejarle unos cubiertos y el plato a Hunter.
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TU ELIGES (Completa)
Teen FictionLos bailes siempre suelen ser noticia de celebración, pero al parecer para Dana no es así. Puede que simplemente sea porque odia ser el centro de atención... o porque no quiere que sigan acosándola, o tal vez porque por alguna extraña razón del dest...