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Salgo de casa tras ella y veo cómo corre por la carretera. Maldita cabezota.

Entro de nuevo en casa para ponerme una chaqueta ya que es de noche y el frío aquí es bastante intenso y empiezo a correr, con el pie aún herido seguro que la alcanzo enseguida.

- ¡Dana! – No me escucha. - ¡Dana para!

Llego hasta ella antes de lo pensado y tiro de su brazo para que se detenga.

Lo que suponía, está llorando.

Intento abrazarla pero se resiste. La enrollo por la cintura y cuando no puede más, se deja caer contra mí. Entiendo la impotencia que le provoca el tener a su madre ahí y parecer que no la tuviera, pero me niego a pensar que mis padres pueden cambiar. Hace mucho que me dieron la espalda y la gente no cambia.

- ¿Estás mejor? – Susurro junto a su pelo. Ella niega con la cabeza y se aparta de mí con un empujón.

- Eres un capullo.

- Vale, desahógate contra mí, tranquila. – Asiento abriendo los brazos. Lo que no me espero al decir eso es que se acerque a mí y me pegue un tortazo como si nada. Es más, ni ella se lo espera porque nada más apartarse, se lleva las manos a la boca con los ojos abiertos.

Es tan inocente que no puedo evitar reírme

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Es tan inocente que no puedo evitar reírme.

- Pegas fuerte Dana Lemoine. Lo recordaré para la próxima. – Digo sobándome la zona seguramente enrojecida.

- Lo siento, no- no sé por qué he hecho eso yo...

- Da igual, supongo que me lo merecía. – Suspira y niega con la cabeza.

- No Hunter, no te lo merecías y te he dejado fatal frente a tus padres. Perdona.

Chasqueo la lengua restándole importancia y agarro su mano para apartarla de la carretera. Ya hemos tenido bastantes sustos por ahora, no quiero volver al hospital por atropello.

Se deja llevar hasta la acera y la insto a sentarse en el bordillo junto a mí. Hace un frío que pela pero necesitamos hablar y ahora mismo mi casa no es una opción así que este es el mejor sitio. La miro esperando a que diga algo más pero solo mantiene su mirada fija en el suelo, sorbiéndose la nariz de vez en cuando.

- Siento lo de la cena. Ha sido bastante incómodo todo el rato y yo, digamos que no me he cortado un pelo.

- No, ni un poco. – Añade sin apartar los ojos de un punto fijo, ni siquiera pestañea.

- No quiero pagarlo contigo ¿vale? Pero tampoco quiero que estemos mal así que por favor dime que estamos bien. – Por fin se gira para mirarme y puedo notar el titubeo de sus labios por el frío.

TU ELIGES (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora