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AVISO A NAVEGANTES, ULTIMO CAPITULO Y DESPUES SOLO QUEDA EL EPILOGO.

¡AY MAMAA QUE LLORO!

HUNTER

Suelto la pistola en el momento exacto en el que veo el cuerpo de Thomas rebotar contra el suelo. ¿Qué acaba de pasar?

Que has matado a una persona, eso es lo que ha pasado.

Trago saliva y siento cómo todo mi cuerpo comienza a perder fuerza, las piernas me tiemblan y si no fuera porque escucho a Dana intentando liberarse de las cuerdas, el cemento del suelo sería mi nuevo lugar favorito.

Retiro con mi antebrazo la capa de sudor que se ha vuelto a formar en mi cara y corro hacia ella. Deja las cuerdas al mismo instante en el que me ve y comienza a llorar.

—Ya estoy aquí —. Tiro de las cuerdas con fuerza y termino el trabajo que ella había empezado. Tiene las muñecas enrojecidas por la fricción de la soga contra ellas y heridas en la comisura de sus labios, pero pareciera que no le doliera en absoluto.

—Lo siento, lo siento mucho— susurra repetidas veces contra mi cuerpo. Yo hago lo mismo. Lo siento por no haber podido ayudarla, lo siento por no haber sido lo suficientemente valiente como para enfrentarme a él cuando debí hacerlo, siento lo de su hermano y siento que haya tenido que vivir esto.

—Tenemos que salir de aquí, vamos. – Agarro su mano y pasamos por encima del cuerpo inerte de Thomas para salir por la puerta. Ella le mira unos segundos, como si no pudiera creerse que estuviera muerto.

—Se acabó—murmura para sí misma y sonríe en mi dirección.

—Se acabó. — Le devuelvo la sonrisa.

Cuando llegamos al piso principal vemos tres cuerpos en el suelo. La casa está perfectamente amueblada y si no fuera por las manchas de sangre y los hombres, podría parecer que allí no ha pasado nada. Salimos al exterior y de inmediato entrecerramos los ojos por la claridad con la que nos saluda la tarde. Allí dentro, en el sótano, sentía que llevaba días atrapado. Pero aquí fuera, la realidad es que tan solo han pasado unas horas. Dana me mira con la misma expresión en la mirada.

Corremos a la casa más cercana para pedir ayuda y tras una llamada de teléfono a la policía y otra el padre de Dana, nos sentamos en el sofá de la amable pareja que nos ha abierto las puertas del cielo.

Al caer la noche Dana y yo seguimos sentados en el sofá, pero esta vez en el que hay en su casa. No me he despegado de ella ni un segundo, incluso cuando la policía ha llegado he sido incapaz de dejar que la interrogaran sin mí. El único momento en el que nos hemos distanciado ha sido cuando nuestros padres han entrado por la puerta. Jamás en la vida, olvidaré la expresión de mi padre. Los ojos llorosos de mi madre y el abrazo que me dieron entre los dos. Estaban tan preocupados que casi me pongo a llorar. Mi padre se pasó la tarde buscándome, llamando a todo el mundo y rompiéndose la cabeza, y mi madre cogió un yet privado para llegar lo antes posible.

También abracé al padre de Dana. Su mirada transmitía paz y sosiego, como si se hubiera liberado de una gran carga. Abrazarle a él hizo que estuviera a punto de llorar de verdad. Demasiadas emociones por un día.

Ahora estamos todos sentados en la oscura sala de los Lemoine. Mis padres hablan con voz suave y baja y el padre de Dana les escucha atento. Por mi parte tengo a Dana abrazada a mi cuerpo con los ojos cerrados respirando tranquila, aunque sé que no está dormida.

—¿Estás bien? —susurro para que no nos oigan.

—¿Lo estás tú? —Mira hacia arriba para verme.

TU ELIGES (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora