Capítulo 5

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Inmortalidad, Poder y Riqueza,

...armas de doble filo que siempre reclamarán tu sangre.


Frunció el ceño mientras escuchaba aquel informe. Sabía acerca de un niño, pero nunca se le hubiese pasado por la cabeza que pudiese hacer uso del Portal. Eso no estaba en sus planes, por el contrario, era algo que no tenía previsto pero que sospechaba le causaría serios dolores de cabeza.

Bien podía ser cualquiera, pero la descripción de la vestimenta y de lo poco que sabía de sus alrededores, le indicaba que aquel joven no era de aquel Mundo., el cual se llamaba Novus-Terra. Y eso no era todo: estaba bajo el cuidado de Khönstyanzea, una joven de temer cuando se proponía a atacar.

Hades se colocó de pie y caminó hasta la ventana a observar la Luna. Mientras entrelazaba sus manos en la espalda meditaba aquella información. La Diosa de los Infiernos siempre tenía una "carta bajo la manga"; por lo tanto estaba seguro que la Demonia estaba moviendo las fichas en el juego sin necesidad de estar presente.

Si bien sus sirvientes le indicaron que el hombre no sabía pelear, no debía bajar la guardia, muchos menos a sabiendas de quién era descendiente y de quién estaba a su lado guiándolo. Estaba seguro que ya Melberó había entrado en escena y Christine, que si bien se trataba de una Sacerdotisa de apariencia frágil, sabía demasiado y era la favorita de Amaranthya.

No, aquella situación no le estaba gustando para nada. Debía deshacerse de aquel joven, debilitarlo de alguna manera, impedir que averiguase más cosas de sí mismo, porque a medida que los días pasaran, aquel sujeto iría cambiando y, posiblemente, convirtiéndose en alguien más que fuerte.

--Thanatos.

--Sí, Señor.

--Manda a los Kronum a enfrentarlos. El objetivo principal es el joven, pero lo más seguro es que esa muchacha y Melberó lo defiendan, por lo tanto, enviad a los mejores.

--Sí, Señor.

--También necesito que enviéis al Reino de Lizhiat a nuestro Ejército, que comiencen a reunirse en las afueras. El Rey Istariot no ha querido negociar conmigo, por lo tanto que se atenga a las consecuencias.

--Él ya debe estar preparado

--Sí, y nosotros también, Thanatos. Nosotros también. Ya he recibido la señal.

El sujeto que se hacía llamar Thanatos, salió enseguida a obedecer las órdenes de Su Señor, mientras que Hades seguía observando la Luna.

*************

--Señor, debemos ensayar las palabras que dirá...

--No me apetece. Si son tan inteligentes como se dice, sabrán lo que les conviene.

--No hay que hacerles enfurecer. Ahí son temibles.

--Están en mis terrenos. Deben obedecerme.

--Ellos sólo obedecen a la Madre Naturaleza

--Pues hablaremos con ella.

--Eso es un sacrilegio.

--Sacrilegio es pertenecer a un Reino y no obedecer a su Rey.

El Consejero suspiró. Istariot era un hombre inmanejable, un Rey poco querido por su pueblo y Reinos cercanos. Tenía muy mala fama y un carácter de los mil demonios. Si bien procuraba que su Reino fuese el más atrayente de todos por su cantidad de oro y experiencia en la guerra, su Pueblo sufría sus embates de poder y de control. Para él todo tenía arreglo con el oro; lo que deseaba siempre lo terminaba consiguiendo con la fuerza de éste; las personas que se acercaban a él, los Reyes que se acercaban a él con el objetivo de casarlo con sus hijas, tenían un único fin: obtener su riqueza. Porque el Reino de Lizhiat se había construido en la cima de un monte lleno de oro, el cuál era trabajado por los Enanos de la Tierra Este, quienes lo detestaban; pero seguían otorgándole el oro debido a un viejo Juramento que habían hecho con el primer Rey de aquel Reino, quien al contrario de Istariot, era un hombre bondadoso que los había ayudado.

El Cantar al otro lado del EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora