Capítulo 9

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No siempre tu mejor amigo

Será con quien siempre te llevaste bien.


Phorbes era un joven bastante simpático y muy respetado por los hombres en Laboöm, y pronto Vicente también lo fue cuando se propagó el rumor de quién era.

--Los chismes aquí vuelan—le dijo Phorbes indicándole un Halcón que volaba lejos.

Vicente observó el lugar desde un balcón a tres pisos de altura. El resto de las casas eran de uno sólo, todas construidas de piedra y madera. Era una ciudadela rodeada de un alto muro de piedra vigilada por varios guardias que caminaban de un lado a otro. Por donde mirase había hombres dispuestos a la lucha, pero muy pocas mujeres.

--Son escasas debido a lo peligroso que es. Este lugar fue construido para vigilar y defender de los invasores de la Tierra Muerta. Las mujeres que viven aquí son aquellas mujeres que no puedes dejar en casa tranquilas. Van a todos lados con sus hombres. Eso, sin contar a las cortesanas.

--¿Cortesanas?

--Hay muchos hombres solteros aquí. Necesitamos de vez en cuando alguna caricia femenina.

Vicente sólo sonrió. En su vida sólo había tenido una sola novia, quien lo dejó por "aburrido". Su crianza al lado de dos hombres anticuados, lo hacía ser de esos hombres que esperaban a la mujer ideal más en casa que en burdeles.

--Si os gusta, os puedo llevar a ver a alguna.

Phorbes tenía una mirada pícara, a lo que Vicente se sonrojó pensando en cómo negar aquella oferta sin quedar mal.

Un sonido como de un metal ondulando en el aire se acercó a ellos y un fuerte "toin" en la cabeza del guerrero, quien maldijo en otro idioma agarrándosela, mientras el objeto caía por el balcón y terminaba rodando por el suelo tres pisos más abajo. Un sujeto que pasaba por ahí lo recogió, lo observó y se lo llevó: se asemejaba a una cacerola.

Vicente miró hacia el lugar de donde aquel objeto había aparecido, notando que una furiosa Constanza se acercaba a ellos:

--¿A dónde creéis que invitáis a Vicente?

--¡Sólo era una broma! Sabéis que no voy a esos lugares...

--Mentiroso.

--Esto me dejará un chichón.

--Agradece que no os di entre las piernas.

--Oh, vamos "Tanzy"...en serio. Juro que no he ido a esos lugares.

Y de improviso la atrapó por la cintura:

--¿Os colocasteis celosa?

La expresión de Constanza era de temer, y de hecho, el siguiente sonido "toin" en la cabeza de Phorbes producto de la pala de la chimenea, indicaba que así lo era.

Varios guerreros se reunieron en una sala minutos después, a lo que fue invitado Vicente, quien no podía dejar de mirar el tremendo trozo de carne que Phorbes llevaba en el lado que había recibido el "palazo". Cuando el joven entró a la Sala, los hombres ahí presente se colocaron de pie y chocaron sus puños con una leve reverencia. Al parecer el muchacho era más que un simple guerrero respetado, y por el lugar que ocupó en la mesa donde se estaban reuniendo, efectivamente lo era.

Cuando Constanza le siguió, hicieron lo mismo. "Señora" la nombraron varios hasta que posaron sus miradas en Vicente. Un murmullo recorrió el lugar en una especie de expectación.

El Cantar al otro lado del EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora