Jean ©

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                Logro recuperar la respiración y escapo del bosque.

Me sorprende que siendo las 18:20 hs no haya gente en la calle. El cielo es de un color azul oscuro y el clima esta empeorando.

Busco la dirección de la casa de Aarón. No estoy tan lejos y tal vez no se fue a cenar todavía. Cuando llego a la puerta golpeo tres veces y espero a que me abran.

- Hola Jean.- su madre aparece detrás de la puerta.- ¿Vienes a ver a mi hijo? Esta en el patio de atrás.

- Gracias, Anna.- entro y busco la puerta que conduce al patio. Siempre pensé que la casa de mi amigo era una mansión. Las paredes son blancas, los muebles negros y los sillones y asientos son grises combinando a la perfección. Todo está ordenado y limpio.

<< Impecable >>

Salgo al patio trasero de la casa.

- ¿Por qué?- pregunto al aire. El alza la cabeza y su boca se abre levemente. Esta sorprendido.

- Lo siento, pequeñín.- se para.- Creo que esto no va a funcionar.

Un fuerte dolor comienza a crecer en mi pecho y las lágrimas se escapan de mis ojos. Mi respiración se vuelve agitada y el sudor en la frente y la espalda aparece de nuevo.

<< ¿Esto es tener el corazón roto?>>

- Jean...- lo interrumpo con un gancho izquierdo. Su nariz sangra un poco y mis nudillos duelen.

¿El plan es desfigurarlo, Jean? Vayámonos de aquí, amigo.

Me dirijo a la puerta de entrada, no sin antes saludar a Anna con la rapidez de un rayo para que no se preguntara porque mis ojos están rojos.

Mañana será otro día.

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- Jean.- escucho a alguien a lo lejos.- Jean, arriba.

Me acomodo en la cama y dejo a un costado la almohada que estaba abrazando. Los ojos me arden de tanto llorar y tengo la vista nublada.

- Hijo...- pronuncia alguien alargando la palabra y haciendo énfasis en esta.- Se lo que pasó con Aarón. Y quiero que sepas que tienes todo mi apoyo.

Limpio las lágrimas que quedaron en mis mejillas y doy un profundo suspiro. Es mi padre.

- ¿Cómo reaccionó María?

Se toma un rato para responder.

- Al principio... Mal.- contesta con sinceridad.- Pero logré convencerla. Y cuentas con nosotros.

- Creo que es un progreso.- sonrío con tristeza.- Llegaré tarde a la escuela. No tengo quien me lleve.

- De hecho.- una sonrisa se dibuja en su cara.- Yo te llevaré. Como te levantaste tarde te guarde el desayuno en una bolsa para llevar y que comas en el camino.

Le sonrío también. Desearía ser como mi padre. Inteligente, seguro, carismático y, sobretodo, fuerte.

Según la gente somos parecidos, ambos compartimos el color negro de nuestro cabello, pero el tiene una súper barba, y es más regordete que yo. Mi abuela paterna siempre dice que soy mi padre más joven y con ojos azules.

Me pongo el uniforme y agarro mi mochila.

Subimos a su auto y me alcanza una bolsa con un tapper dentro.