Tercera Parte, Capitulo 3.

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Bárbara observó a los hombres a su alrededor, hacia dos días de la visita del General y nadie le había preguntado nada. Sabía que querían preguntarle, pero estaba agradecida de que no lo hicieran, no quería mentir.

Al notar que Altaír no estaba entre ellos suspiró. Era tiempo de intentar llamar su atención. Aunque ni siquiera sabía por qué quería hacerlo, seguía repitiéndose que apenas pudiera se largaría de ese lugar, no se lo creyó antes y menos ahora.

Cuando terminaron las noticias se puso de pie y caminó hacia la piscina, al ver a Altaír allí dudó solo un segundo, luego se encogió de hombros.

Como él le daba la espalda solo se desnudó, trató de parecer que no lo hacía porque él estuviera allí y calculó justo el momento para meterse al agua. Lo hizo cuando él se giró y la vio. Cuando salió a la superficie se movió por el lugar ignorándolo, él también lo hizo y siguió su braceo hacia el otro extremo. Estuvieron así cerca de 10 minutos, solo cruzándose cuando cada uno se movía hacia la otra esquina.

Bárbara consideró que eso era suficiente así que se movió hacia las escaleras y subió, el agua escurrió por su cuerpo y peino un poco su cabello. Caminó hacia una de las sillas y tomó una toalla, se secó el rostro siempre dándole la espalda a Altaír, luego se envolvió con ella y caminó hacia su ropa, la tomó.

—Buenas noches —se despidió al mirarlo.

Él estaba quieto en el centro de la piscina, mirándola. No esperó su respuesta, solo salió y se detuvo al otro lado de la pared, esperó.

Sonrió un poco cuando lo escuchó suspirar y decir.

—Buenas noches.

Caminó hacia su cuarto.

Bien, por lo menos había una reacción, eso creía.

La siguiente noche regresó a la piscina cuando él estaba allí, volvió a desnudarse y meterse al agua, solo que esta vez, cuando salió a la superficie lo vio sorprendida caminar hacia una toalla, cubrirse con ella e irse.

—Buenas noches —le oyó decir.

No respondió, no pudo hacerlo.

La siguiente noche no hizo nada, Alec estaba sentado solo en la sala viendo televisión, así que se quedó con él, apoyada contra su pecho, tranquila mientras él acariciaba la piel de su brazo.

No supo cómo se quedó dormida, solo que al día siguiente despertó no en su cama, sino en la cama de él, apoyada sobre su pecho.

Volvió a intentarlo esa tarde, al descubrir que Altaír era quien se quedaría con ella. Se vistió con pantalones cortos, los más cortos que encontró y una camiseta, nada más. De esa forma se paseó por la casa, como si no fuera nada y siempre se vistiera así. Cuando él fue a la biblioteca lo siguió veinte minutos después. Tomó un libro y se sentó a una silla lejos de él, apoyando sus piernas en el borde de la mesa, sentándose lo más sexy que pudo sin ser obvia, esto la estaba agotando.

Nada paso. Ni una mirada, ni una palabra, nada.

La última vez que intento llamar su atención sola lo hizo sin querer, ambos debían hacer la cena así que se movieron hacia la cocina. Se suponía que algo iba a hacer en ese lugar, pero le salió mal, mientras cortaba un tomate se distrajo pensando en todo menos lo que hacía y no detuvo el avance del cuchillo, esto causó que se cortara la palma de su mano.

Apenas sintió el corte se quejó, Altaír llegó a su lado enseguida y tomó su mano. La llevó al lavaplatos y puso la herida bajo el agua, ella cerró los ojos cuando sintió sus dedos contra su piel.

El Deseo de BárbaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora