Bárbara se puso de pie y comenzó a quitarse la poca ropa que traía, al agarrar su camiseta con su mano vendada el dolor la aguijoneo un segundo, no pudo ocultar su mueca ante eso. Se había olvidado completamente de la herida. Alec llegó a su lado enseguida y tomó su mano vendada.
—¿Estás bien? —le preguntó preocupado.
—Sí —le aseguró —solo me olvide de ella.
Él la miró a los ojos, la preocupación seguía allí. Isaac suspiró y lo miró.
—Alec, hazlo tú —le pidió, él asintió y sonriendo se puso detrás de ella.
—¿Qué? —preguntó enseguida, pero se calló cuando Alec movió sus manos por su cintura hasta el borde de su camiseta.
—Déjame a mi desnudarte —le dijo al oído, solo que en vez de levantar la camiseta metió sus manos por ella y tomó sus pechos para acariciarlos. Ella se estremeció al sentir como sus pezones se endurecían enseguida. Alec besó su cuello y continúo atormentándola.
Luego de unos segundos le quito la ropa y permitió que observaran su desnudes.
—Mostrémosles —dijo él con voz baja, sus manos acariciaron su vientre.
—¿Qué? —jadeo.
—Mostrémosles lo que hicimos en mi oficina—. Ella gimió ante el recuerdo.
Alec la movió hasta que ambos estaban de lado hacia los demás.
—Recuerdas la posición en la que estabas —ella asintió —hazlo —murmuró él y la liberó.
Bárbara cayó sobre sus rodillas y miró hacia delante. Se sorprendió un poco al ver que Altaír seguía allí, justo enfrente de ella, mirándola intensamente.
Sin dejar de ver su rostro se apoyó con sus manos en la alfombra.
—Ya puedo imaginar lo que le hiciste —dijo Isaac con voz ronca. Ella sonrió un poco y como hacia pocos días volvió a tener a Alec detrás de ella, de rodillas y desnudo, lo miró sobre su hombro.
Él también la miró y lo siguió haciendo mientras la acariciaba, mientras sus manos se movían por su espalda y amasaban su trasero. Observó a los demás y notó que Isaac estaba sentado en la punta del sofá, mirándolos fijamente, que Garrett volvía a estar duro, y que Martin no se había movido ni un poco de su lugar, parecía que se obligaba a estar allí. Ella observó a Altaír y vio la protuberancia entre sus piernas, solo que no quería que estuviera allí, cerca de ella, pero a la vez tan lejos, lo quería delante de ella. Con ese pensamiento acaricio su labio inferior con su lengua, los ojos de él se volvieron más oscuros.
Alec la distrajo al meter un dedo dentro de ella para volverlo a sacar, jadeó y él repitió el procedimiento.
—Tan caliente y húmeda —le oyó decir, dos dedos ingresaron a su cuerpo y se estremeció, cuando él lo hizo con un tercero tomó aire con fuerza.
Al oírla él quito sus dedos y la penetró, lentamente, pero sin detenerse, hasta que estuvo asentado dentro de ella. Ambos gimieron.
Bárbara miró sobre su hombro a Alec, él salió de ella mientras observaba sus ojos y volvió a entrar lentamente, no pudo seguir viéndolo y regresó su vista al frente, se encontró con la mirada de Altaír. Sintió a Alec aumentar el ritmo y gimió. Él llegaba tan profundamente dentro de ella, era como si tocara alguna parte de su cuerpo que la hacía jadear por la intensidad.
Alec afirmó sus caderas y le oyó gemir.
—Vamos —le dijo —córrete alrededor de mi polla.
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El Deseo de Bárbara
RomanceSerie nuevo Edén. Libro uno. El deseo de Bárbara. Novela Romántica y erótica. "Cansada de ser la chica buena, la sensible, la dulce profesora, a la que siempre terminaban usando y engañando, Bárbara Mills uso su deseo de cumpleaños número 25 para ca...