Nota #53

1.3K 79 7
                                    

Hola Liz:

Hoy por fin, después de pensarlo, decidí ir a verte.
Sin embargo, cada vez que creo que tendré un respiro de la batalla constante en que se ha convertido mi vida, algo ocurre.

Cuando estaba por ir al hospital, Antonella se me acerca y me dice.

¿A dónde vas tan arreglado?

Yo decidí ignorarla, pero recalcó.

Ahora veo que decides ignorarme, bueno me basta con que me escuches, esta vez te voy a dejar que la visites, pero ten en cuenta que va a ser la última vez.—

Me dijo en tono de advertencia.

—¿A qué te refieres con última vez?— pregunté en tono serio.

Pues si te acercas una vez más a ella, no sabes el problema que puedo ocasionar, así que es mejor que no la veas más o tal vez, ¿que te parece irte de la ciudad? No es mala idea.—dijo en tono burlón.

No eres nadie para detenerme.— argumenté enojado.

¿Seguro?—dijo ella mientras se acercaba lentamente y me ponía una mano en mi cara.

La realidad me golpeó con fuerza, sabía que ella era capaz de todo, así que no sabía si había hecho bien el cuestionarle.
Luego ella apartó la mano de mi cara y se alejó lentamente con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

Después de lo ocurrido, fui a verte, tú no me esperabas, pero cuando me viste entrar por la puerta de la habitación, tu rostro se llenó de lágrimas. No sabía que tipo de lágrimas eran esas, no sabía si eran de felicidad, dolor, preocupación o tal vez una mezcla de todas esas.

Me siento en el filo de tu cama y empecé a hablar.

Lizeth, quiero que sepas que he venido esta vez para decirte que me voy a ir por un tiempo, necesito organizar mis ideas porque me siento confundido.—Mentí, realmente no necesito organizar nada, solo quiero que estés a salvo de Antonella. 
     
—Además fui a visitar a Sebastián, él no se encuentra bien, está en coma.— empiezo a decir como si no hubiera sido suficiente el comentario anterior de que me iba a ir.

Tú cerraste los ojos con fuerza y regresaste a ver por la ventana, estabas sufriendo por todas las noticias que te acabé de dar. No sé en qué pensabas, pero de seguro no era nada bueno.

Luego de estar en un incómodo silencio, me levanté y te entregué la quinta sorpresa que había traído, era un oso de peluche muy grande.

Espero que lo conserves.—dije mientras te miraba.

Y tú me diste una débil sonrisa que incluso puede ser la última. Te prometí que pronto iba a arreglar todo y me fui. Por favor, solo pido que no llores en mi ausencia.

Att: Esteban, tu novio

Las cartas que él nunca envió. [EDITANDO] [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora