¿Qué es la nada?

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Al terminar la clase, Paulina se le acercó a Melissa. -Lamento lo de tu padre, él es un buen hombre.- Melissa la volteó a ver y sonrió. Nunca le gustaba hablar de su padre aunque el tema le interesaba mucho. -Usted, lo conoce.- dijo Melissa mirando el piso. -Si, de hecho, es mi hermano.- Melissa volteó a verla sorprendida. -Y... ¿cómo se llama?- volvió su mirada al piso. -Bueno, se llama Miguel Guillermo. Pero todos le decimos Millermo.- Melissa se quedó pensando. Sonó el timbre y se enderezó. -Bueno, gracias y fue un placer conocerla.- -Igualmente- Melissa dio media vuelta y salió del laboratorio. Amelia la esperaba afuera recargada con su cuaderno en las manos y un lápiz. -Vámonos.- Amelia caminó al patio pero Melissa al salón. -¿Adónde vas?- dijeron a coro. Rieron. Amelia fue la primera en hablar -Es hora del descanso, vamos afuera, la cafetería esta atestada.- Melissa tomó su bolsa y caminó con Amelia. En el patio había un grupo de amigas, unos cuantos novios, y unos chicos conversando. Se sentaron debajo de un árbol. Melissa sacó un sandwich de su bolsa y su libro. -¿Traes tu propio sandwich?- le preguntó Amelia. -Tengo la teoría de que tener comida en tu bolso es siempre efectivo. Y esta vez traigo un sandwich de jamón.- Amelia asentió con la cabeza. Por un momento, las dos se quedaron pensando mirando en un punto fijo, Melissa al infinito y Amelia a Carlos Espings. Melissa volvió a la Tierra y se percató de a quién miraba Amelia. -¿Quién es?- Amelia la miró y miró de nuevo a Carlos. -Carlos Espings, el chico más guapo del oeste, sur, este y norte. Es súper simpático, gracioso, inteligente y guapo.- Melissa lo volteó a ver. -¿Por qué no le hablas?- Amelia la miró y rió. -Hasta crees, es más que popular y además no se fijaría en mí.- Melissa la miró pensativa, miró a Carlos y se levantó. -¿Qué haces?- dijo Amelia jalándola del brazo. -Voy a hablar con él por ti.- contestó zafándose. Caminó hasta Carlos, era raro que ella fuera a hablar con alguien sin otro motivo que por otra persona. -Hola chica, ¿qué onda con quién vienes?- le dijo Carlos -Pues vengo a ver si querías invitarnos algo a Amelia mi amiga y a mí en la cafetería- le contestó de un modo imperativo. Carlos la miró estupefacto y acercándose le dijo -¿Y por qué te haría caso?- Melissa lo miró con indiferencia y le contestó -Nunca te di una orden, pero si insistes.- y se alejó.
-¿Qué rayos hiciste?- le dijo Amelia al llegar Melissa. -Agradéceme que nos va a invitar algo en la cafetería. Vamos pidiéndolo.- Amelia sorprendida la siguió.
Melissa decidió que sería la chica decidida. Nada era imposible y lo imposible era todo. Porque al fin y al cabo, ¿qué es la nada?

Una chica un poco comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora