Una chica nueva y un ambiente nuevo

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Melissa observó sin mucho interés el establecimiento que se encontraba enfrente de ella. Su nueva escuela era grande, con ventanas por todas partes, una enorme puerta en el centro, un enorme patio, chicos y chicas por todos lados, como cualquier escuela.
Siempre que Melissa llegaba a algún lugar nuevo, quería averiguar el secreto. "Siempre hay un secreto en cada lugar, un espacio único donde aunque puede ser tenebroso o sucio, es mágico." pensaba Melissa.
Después de varias vistas de arriba a abajo del edificio, encontró una ventana hasta arriba empolvada a la cual le daba el sol como si quisiera que Melissa se fijara en ella.
Se despidió de su madre, tomó su mochila y su bolsa y se encaminó a la puerta. Varios chicos la volteaban a ver. Siempre era notorio cuando entraba alguien nuevo. Pero Melissa no se percataba de esas miradas con curiosidad y disgusto, solo pensaba en el lugar a donde se dirigía.
Subió escaleras y escaleras y más escaleras hasta llegar a una puerta tan vieja y empolvada como la ventana. Miró a su alrededor en busca de alguna mirada de autoridad de un profesor o alguien que le prohibiera pasar y también buscó algún cartel que hiciera lo mismo. Pero no.
La perilla de la puerta estaba fría y al darle vuelta parecía que te congelaba la mano y te la hacía hielo. Se notaba que desde hace mucho no se usaba esa puerta. Al empujarla, el calor de adentro rozó la piel de Melissa haciéndola sentirse segura. Terminó de abrir la puerta, entró y cerró la puerta con precaución y no cerrándola tanto porque ella sabía de la probabilidad que por la edad y por no haber sido usada por mucho tiempo la puerta no volviera a abrir.
Miró a su alrededor, habían cosas viejas de escuela. Unos cuantos trofeos de tercer o quinto lugar, vestimentas de obras, balones ponchados, y otras cosas que no era de servir mucho.
Se acercó a la ventana y miró afuera. La escuela se veía más hermosa e impresionante desde ese punto, y entonces se dio cuenta de cuanta suerte tenía de estar en "la escuela más genial de todos los tiempos" según toda la gente que había llegado a conocerla.
Se puso de cunclillas y miró afuera de nuevo, pero ahora viendo al cielo. Era un bonito día. "Perfecto para leer" pensó.
Sacó el libro de su bolsa y lo abrió donde estaba el separador. Siguió leyendo hasta que escuchó un terrible sonido, sonoro y que casi le hace sangrar los oídos. Era el timbre que marcaba el inicio de clases.
Al parecer, en ese lugar mágico y espléndido sonaba más fuerte y terrible que lo que acostumbraba a sonar.

Una chica un poco comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora