Leyendo

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Melissa entró a a escuela y en vez de buscar a Amelia como siempre y saludarla y pasear por el patio, subió inmediatamente al lugar mágico y decidió leer todo un libro. Llegó muy temprano justo por eso. Tenía una hora más o menos para terminar. Se sentó cómodamente en la orilla de la ventana hacia adentro y leyó. Leyó y leyó. Tanto leyó que lloró. Era un libro bastante emotivo pero también futurista. El chico principal del libro sufría. Y no solo por las cadenas que le habían enterrado muy dolorosamente tocando cada nervio, con plomo en los pies, sino, lo obligaban a ver cómo lastimaban a su hermana. Su hermana pequeña, como le hacían ver cosas catastróficas, cosas que arruinarían su pequeña mente. Destruir una inocencia tán grácil y delicada, como una bailarina de cristal.
Melissa cerró el libro. No lo había terminado, pero era suficiente. No podía llegar al salón y mostrarse llorosa sin motivos algunos. No le gustaban las cuestionantes, las preguntas. Realmente no se interesaban en cómo estaba, solo lo hacían por educación. Observó afuera de la ventana. Los estudiantes llegaban. Y de repente fijó su mirada en uno. Era una mujer. Tenía un vestido verde muy oscuro y brillante que se arrastraba, también una capa negra y desde el interior de su capucha sus ojos la miraban. Después solo dio media vuelta, y chocó hombro con Fernando. Salió de la escuela y desapareció.

Una chica un poco comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora