Una chica un poco común

Puntos blancos

Luego de que la mujer haya desaparecido en otro portal de vidrio, los chicos fueron a la pared detrás del librero y agarraron el slime.
–Está seco. – dijo Fernando todavía sobando si cuello.
Fernando había tratado de evitar la cuestión de que rayos tenía o era su amiga.
Melissa se quedó viendo la pared y notó algo diferente. Las paredes de la biblioteca son blancas, en cambio, esa era negra.
Ella se metió entre la pared y el librero.
–Melissa, ¿es eso seguro? –
–¿Por qué pregunt...?– dijo Melissa justo antes de caer por un agujero en el piso.
–¡Melissa! – gritó Fernando tratando de tomar su mano antes de que cayera más profundo.
Melissa caía y caía viendo a Fernando y a la librería más y más lejos.
Tan lejos que desapareció totalmente de su vista.
Ahora sólo había oscuridad.
Ella seguía cayendo, pero ya no sintió la gravedad.
Poco a poco, empezó a ver puntos blancos.
Millones y millones de puntos blancos.
Eran estrellas.
Miró a su alrededor, mientras flotaba.
¿Dónde estaba?
Empezó a desplazarse de un lado a otro tratando de ver algo más que estrellas.
Estrellas y estrellas.
Millones de estrellas.
No se veía nada que más que estrellas.
No planetas.
No soles.
No galaxias.
Puros puntos blancos.
Puras estrellas.
Había naufragado en un mar de estrellas.
De repente, algo agarró su mano.
Alguien agarró su mano.
Volteó rápidamente encontrándose con Fernando.
–Melissa...–
Ella lo abrazó.
Seguramente estaba perdido y confuso.
–Lo siento, Melissa. –
Ella lo miró a los ojos, separándose.
–¿Por qué? – ella preguntó.
Él miró detrás de ella, y cuando ella miró a esa dirección, sintió algo enterrarse en su corazón.
–Lo siento tanto. –
Miró hacia él, pero él no tenía el cuchillo.
La mujer de la capucha.
–Los Trolls han ganado, Melissa. Han ganado y prevenido que tú te vuelvas un obstáculo. –
Ella cayó al vacío y lo único que alcanzó a ver antes de cerrar los ojos, fue a su madre.
Su madre viéndola con tristeza.
Su madre vistiendo una capucha.