Capítulo 3

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Dos semanas desde que mi hermana murió. Desde que la asesinaron. Los juegos están prácticamente acabando. No quedará más de un par de días. El chico que mató a mi hermana todavía sigue vivo. Creo que se llama Gloss, pero la verdad es que no estoy seguro, y tampoco me importa.
Ahora mismo simplemente estoy sentado en la arena de la playa, viendo los barcos pesqueros que vienen cada día con los habitantes del 4 a bordo.
Entonces, una niña, que no sé de dónde ha salido se sienta a mi lado sin decir nada. Igual está esperando a que yo rompa el silencio. Al ver que no digo nada, ella empieza a hablar.
- Era tu hermana, ¿no?- me dice con una voz chillona
- Sí- le respondo cortante, no me apetece hablar con nadie
- No fue muy lista, la verdad. Hizo una tontería
- ¡¿Acaso sabes qué estás diciendo?! ¡Me da igual lo que pienses! ¡Ni siquiera te conozco!- exploto porque no soporto ni que mencionen a Maddie. Ella simplemente me sonríe burlona.
- Soy Johanna, distrito 7- me responde como si no le hubiera gritado segundos atrás- Ahora ya nos conocemos
- ¿Distrito 7? ¿Y qué haces aquí?
- Mi padre a veces viene a traer leña al distrito 4 y le acompaño.
- ¿Se puede hacer eso?
- No, pero él no sabe que estoy aquí, así que da igual- sin saber porqué, aquella niña que se había metido con mi hermana me empezaba a caer bien.
- ¿Cuántos años tienes?
- 9. ¿Entonces tú eres Finnick Odair, no?
- Sí. Lo que has dicho de Maddie...
- Oye, lo siento. No tengo mucho tacto para estas cosas. Olvídalo.
- No, quiero saber por qué lo has dicho
- ¿Seguro?- al ver que asiento continúa- Tu hermana era guapa, lista y con una puntuación de 10. Por eso no entiendo por qué no buscó aliados. Habría sido la líder de ellos, pero en vez de eso, estuvo sola y con una actitud demasiado prepotente. Si hubiera tenido aliados, tiene sentido tener esa actitud. Si no, debería de haber adoptado una un poco más humilde- yo miraba a esta niña embobado. Todo lo que decía tenía sentido
Estamos un rato callados y yo empiezo a hablar esta vez
- ¿Hasta cuándo te vas a quedar Johanna?
- Tres o cuatro días más.
- ¿Dónde duermes cuando vienes aquí?
- A veces en la playa, en casa de alguna vieja, no sé. Depende- yo la miraba asombrado. Para ser tan pequeña tenía una mentalidad muy madura
- Hay una casa al final de esta playa. Mi hermana y yo jugábamos allí de niños. Puedes dormir allí. Bueno, yo me voy.
- ¿Mañana nos vemos?
- Claro
Me fui a mi casa, pensando que a lo mejor, esto es una señal. Una persona que llega a mi vida cuando mi hermana sale de ella. Una amiga.

Un año hace desde aquel día que conocí a Johanna en la playa. Y seguimos siendo muy amigos. Siempre que puede se escapa de su distrito y viene escondida en el tren que trae la madera. De camino a la cabaña, que se había convertido en nuestro punto de encuentro, veo a aquella niña otra vez. Me había fijado en ella desde hace un par de meses. Debía ser más pequeña que yo, quizá de la edad de Johanna o un poco menos. Tenía el pelo castaño pero, al sol, se apreciaban unos reflejos pelirrojos. Los ojos eran azules, tanto que daba miedo mirarla directamente a ellos, eran de esas miradas que te atraviesan el alma, que piensas que pueden leer tus pensamientos más oscuros. La piel la tenía muy blanca para ser de un distrito costero. Había hablado con ella solo un par de veces, suficiente para saber que la quería.
Entonces un brazo tira de mí.
- Oye, hemos quedado hace media hora- me dice una voz chillona
- Lo siento Johanna. Me he entretenido- ella mira hacia donde estaba mirando y, obviamente, ve lo que yo estaba viendo
- Ya veo... ¿Quién es?
- Es... Es solo una chica del distrito, nada más- Johanna se empieza a reír
- ¿Una chica del distrito? ¡Sabes mentir mejor Finnick! Probemos otra vez, ¿quién es ella?- como siempre, me saca una sonrisa
- Está bien. Se llama Annie. Creo que me he enamorado de ella.
- ¿Enamorado? ¿Cuánto tiempo os conocéis?
- Conocernos... Bueno, he hablado con ella alguna vez.
- ¿Solo eso? ¿Y ya sabes que estás enamorado?
- No me hace falta más. Ya sé todo lo que tengo que saber Johanna. Se llama Annie Cresta, tiene 8 años. Sus padres son pescadores. No tiene hermanos. No soporta los Juegos del Hambre y le encantan la lluvia de verano- notaba como a medida que hablaba de Annie se me iba iluminando la cara.
- Frena un poco Finnick. ¿Cuánto tiempo llevas espiándola?- me pregunta riéndose- Va a denunciarte a los agentes de la paz por acoso
- Venga Johanna. ¿Nunca ha sentido eso por nadie?
- La única persona en mi vida que quiero que esté bien es mi hermana Ashley. Tiene la edad de Annie.
- Tiene que haber alguien más. ¿Nunca has pensado en formar una familia?
- ¿Para qué? ¿Para que la maten en los Juegos? ¿Para trabajar todos los días de sol a sol y verlos un día a la semana? No. Nunca he pensado en formar una familia.
-Algún día lo harás y te acordarás de mí. Para que te hagas una idea, quiero tanto a Annie como tú a Ashley. Daría lo que fuera por ella.
- Hacemos una trato. Si salgo elegida alguna vez en la cosecha, tú te ocuparás de mi hermana. Si sales tú, seré yo la que protegeré a Annie.
- Trato hecho
Nos damos la mano para dar por sellado nuestro pacto y sonrío, porque debe de ser muy absurdo ver a unos críos pactando proteger a unos niños aún más pequeños si el otro sale elegido para los juegos. Pero en el fondo no es nada estúpido. Es una promesa auténtica, aunque nuestros cuerpos sean pequeños, nuestras mentes ya son adultas, porque eso es para lo único que sirven los juegos, para obligarnos a madurar antes de tiempo y borrar la infancia de nuestras vidas.

Soy Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora