18.-Escalofrió.

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Fui muy reservada con los echos, no me deje intimidar rodeada por esta manada de vampiros, lobos y uno que otro carroñero. Hable un poco sobre ciertas sospechas que tenia sobre unos cuantos acontecimientos que yo tenia ya tiempo sospechando, entre ellos los suicidios en aumento y en particular el de la catedral que expedía un olor a vudú. Ahí paso algo interesante porque cuando toque el punto una mujer morena muy joven argumento a mi favor. Ella es una amiga de Igerin y gracias a esto se respaldaba mi historia, y pude proseguir hasta donde la exploración me llevo a una conglomeración musical donde tuve el encuentro. No hable sobre mi incidente con la criatura ni mucho menos mencione a mi nuevo pupilo, el entrenamiento ni a Ágata. Si me preguntaron sobre Riar y el paradero de su gemelo pero mi amigo se adelanto y explico que lo oculto tras el innecesario ataque de Zolk'la, quien se limito a sonreír con sus dientes pequeños y puntiagudos como piraña.

Salim escucho mi historia sentado en viejo tronco recostado en la pradera mientras el resto permanecía parado o sentados en el suelo. El sonido del aire era suave pero constante, no hacia frío pero las corrientes refrescaban la escena. Nadie dijo nada y todo permaneció en silencio mientras esperaba que Salim me diera la señal para retirarme o tomar asiento, pero el momento se alargaba demasiado y comenzaba a desesperarme. 

-Y bien.-Sugerí.
-¿Y...bien?....-Repitió Salim con misterio.-¿Eso es todo lo vas a contarme Marianas?.- Pregunto con cierta vanidad.
-Es todo.- Afirme y tras eso unas risas entrecortadas y silenciosas.

Repartí mi mirada por los presentes identificándolos haciendo pequeñas pausas en sus rostros. Odio a estas personas, sus reglas y sus misterios, siempre los odie y siempre estaré en desacuerdo con ellos. Antes hace mucho tiempo me sentía frustrada y asfixiada por la humanidad, creía que algo diferente existiría en todo esto, pero después de tantas vidas y diferentes formas de caminar el mundo no ha hecho más que desencantarme. Era el tipo de cosas que había aprendido a lidiar gracias Leyka pero cuando él se fue mi cariño por muchas cosas se esfumo.
Mi cabeza arde y el síndrome de pensamiento crónico da inicio, pienso en demasiadas cosas y mi corazón se agita de rabia, "¿De que se ríen?" pienso. Giro mi cuerpo y vislumbro todo, los veo a todos y al terminar el circulo de mi mirada regreso a Salim y al hacerlo un estruendo ruge a lo lejos, como un relámpago. 

-¿Enserio pensabas que se escaparía algo de mi vista? ¿De mis... oídos?.- Dijo susurrando casi al final.

Mire sobre mi hombro y vi a tres hombres caminando hacia nosotros. Para cuando identifique a uno de ellos una daga helada perforaba mi pecho y estrujaba mis entrañas, me congelaba desde dentro y por unos instantes no respire. Era Mateo quien caminaba custodiado por otros dos hombres que no me di a la tarea de identificar. Mi corazón rompió de un latido el sello gélido y respire, después de eso la sangre ardió ferviente como magma recobrando mis articulaciones, después de eso no lo pensé dos veces y me lance a rescatarlo. 

Apenas incline mi cuerpo hacia delante y afile mi rostro cuando impulsada por uno de mis pies fui propulsada como una bala hasta uno de esos dos hombres. Cuando impacte contra él lo destroce despojándolo de su tórax, una muerte instantánea. El otro sujeto apenas había reaccionado al estruendo del golpe cuando lo tome de la parte superior de su cabeza, y con toda mi fuerza lo comprimí como un acordeón hasta los tobillos. Hubo silencio y mientras me recobraba pase la mirada por el rostro horrorizado de Mateo, pobre hombre estoy segura que no había visto mis característicos ojos color sangre, ojos que solo surgen cuando estoy verdaderamente molesta. Me acomode entre él y los demás, vislumbre el grupo y todos aún no tomaban partido por la rapidez de mi atentado. Para cuando lo hicieron su primera acción fue proteger a Salim y la segunda tomar a Riar de rehén, el grupo se preparaba y era demasiado tarde para pensar  si había hecho bien o no.

Me preocupa Mateo, no tuve tiempo de entrenarlo en ninguna arte para que se defendiera o siquiera peleara, debo protegerlo.

-¡Muy bien Marianas! No tuve que preguntarte nada, me queda claro que él es importante para ti.- Dijo Salim desde su cómodo tronco.

-¿Y Ágata?-Susurre.
-No lo se, nos separamos.-Respondió Mateo
-¿Cuando?
-Nos atacaron y ya no la vi.
-¡Marianas!.-Grito Salim.-¿Que te parece si jugamos algo?.

Guarde silencio, relaje mi cuerpo pero la intensidad de mis ojos permanecía llameante.

-Olvidemos todo esto ¿Esta bien?. Te dejare ir solo con una condición, tengo una prueba para tu muchacho ¿Aceptas?.-Puntualizo Salim sonriente.  

MarianasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora